Notre Dame y su incendio nos hace reflexionar. Nos da una gran oportunidad de revisar los aspectos religiosos, espirituales, históricos, de esta sufrida humanidad. Nos hace pensar libremente en lo que representaba la catedral que allí estaba en pie. Reconocemos también ese lugar como un punto que potencialmente tiene la fuerza magnética para generar valores y principios que ayuden a desarrollar un ser humano más evolucionado ética y mentalmente. Se abre un gran debate.

Y todo lo que se dice a mi entender es válido: son aristas y antecedentes diferentes acerca del tema. Pero decidámonos acerca de qué es lo que se necesitaría para dar fuerza a un mundo mejor que el que tenemos. Bienvenido al debate.

Reflexiones heteróclitas para un diálogo enriquecedor

Dialogando de este tema con un amigo, él me decía: «no entiendo como un incendio en una catedral puede mover y conmover prácticamente a todo el mundo, cuando hay “accidentes” de quienes nadie habla. Es un típico ejemplo da la exageración mediática de la cual sufrimos en una época supuestamente ilustrada» Y me agregaba: «Para mí la catedral del Notre Dame es en primer lugar una maravilla arquitectónica, construida a lo largo de los siglo XII, XIII y XIV con el sacrificio de miles de personas». Y agregaba todavía: «Es un símbolo de la creatividad humana ya que muchas de las innovaciones en la arquitectura gótica fueron empleados en estos templos que eran el centro de la vida comunitaria, pero también del terror que los supuestos representantes de Dios sembraron entre los pueblos que dominaron y de cómo utilizaron el conocimiento para tiranizar los fieles. Otro capítulo de una iglesia con una historia violenta que no merece el respeto que todavía recibe por la multitudes poco informadas e ilustradas».

Concuerdo con lo que mi amigo señala. Esa es la gracia de los diálogos.

Otro aporte al diálogo. Un lector de El Mercurio de Valparaíso señalaba:

«Notre Dame es un símbolo de Francia, de la República. Su simbolismo comienza antes de su construcción, de ahí la importancia del templo, sobre todo habiendo otros en Paris de gran importancia religiosa. La importancia de ese lugar donde está enclavada Notre Dame radica en que los pueblos que se asentaron en la región lo hicieron precisamente en ese sitio, en la isla de la Cité, resguardados por las aguas del río, antes que los romanos, mucho antes que los cristianos; allí construyeron sus primeras casas y los druidas y magos su primer templo. Distintas tribus celtas se turnaron con sus dioses y ofrendas para habitar este espacio fundacional de la nación francesa. No fue sede del Papado, ésa fue Avignon; ni cárcel, ni monasterio como lo fue Saint-Michel; ni siquiera la capital del Imperio carolingio, esa fue Achen (Aquisgrán). Sin embargo fue la piedra angular de Francia, el lugar que eligieron para edificar la Iglesia y disfrutar ésta la carga simbólica que le antecede. De ahí su conexión mística con el pueblo, con Europa, con el mundo, como símbolo de la voluntad de la creación humana, como exaltación de la civilización»

(Rodrigo Reyes Sangermani, 18 abril 2019)

Sin embargo deseo desarrollar otro enfoque que no niega lo anterior pero genera la posibilidad de crear algo diferente en un lugar que tiene una gran potencia para Francia y el mundo. Generaré una propuesta con un enfoque que busca priorizar el aprovechar ese sitio que es Patrimonio de la Humanidad como una oportunidad, para que en lugar de insistir en construir algo similar a lo que había, que de algún modo también nos recuerda el oscurantismo eclesiástico, levantar en cambio allí un Gran Centro Magnético y Mental que convoque la espiritualidad universal en una actitud de apertura, de inclusión, de aprendizaje y validación mutua.

Reflexionemos acerca de este tema como una oportunidad para educar a las generaciones actuales y futuras del planeta.

El tiempo no ha de pasar en vano. Las circunstancias generaron un incendio que destruyó gran parte de una catedral simbólica y muy conocida. Lo podemos tomar tanto como una advertencia y como una oportunidad.

La advertencia nos lleva a recordar los comentarios que me señalaba mi amigo:

Dudamos acerca del real aporte de las religiones institucionalizadas al desenvolvimiento integral o espiritual del ser humano. Hay demasiado dolor, demasiados dogmas y doctrinas excluyentes. La historia de las religiones suelen generar más vergüenza que aportes al desenvolvimiento humano. La cruz como símbolo recuerda mucho dolor y destrucción en lugar de sabiduría de vida. Recuerda exclusión y descalificaciones en lugar de apertura mental e inclusión. Para muchos, las religiones en sus manifestaciones prácticas no aparecen como un buen recuerdo ni una enseñanza que nos reconforte. Son más bien la ilustración evidente de un paradigma que deseamos superar. De un mundo que ya no deseamos para nadie. Las guerras en el nombre de Dios y diversos tipos de escándalos y barbaridades, delitos inaceptables que se han mantenido en el tiempo hasta la actualidad, nos genera aborrecimiento a lo que esas doctrinas y sus dogmas han significado en la práctica para la humanidad.

Y decimos: ¡No! No queremos seguir en eso. Basta. No más barbarie.

Afortunadamente también se trata de una oportunidad. Estamos en una época donde podemos reflexionar con mente abierta y tomar decisiones adecuadas que nos lleven a un mundo mejor: esa es la oportunidad que nos da este suceso. Más que una «tragedia» es sin duda una combinatoria de una excelente advertencia de lo que este templo incendiado simbolizaba y también es una gran oportunidad de aprovechar ese sitio para generar algo mejor. Algo que deje la semilla de un cambio.

Insisto: se postula la necesidad de «reconstruir Notre Dame». Pero, ¿cómo? ¿Qué simbología se actualizará? ¿Qué es lo que necesitamos trasmitir? Surge el debate.

Reflexionemos de manera libre y amplia. Se supone que los valores y principios fundamentales que hacen que los seres humanos nos desenvolvamos de un modo integral, lo que en términos simples se traduce en «tratar de ser mejores personas», están actualmente más presentes como aspiración vigente en una mayor parte de la gente respecto a la época en que la Catedral que se incendió fue construida. Se trasciende el mero cumplimiento de ritos y el temor a los sacerdotes. Hay más consciencia, menos temor, menor influencia eclesiástica en la gente, mayor apertura mental. Sin duda un gran avance en la conciencia humana.

A una enorme cantidad de personas ya no les hacen sentido las doctrinas cerradas y dogmáticas, sino que anhelan un mundo de apertura mental, un mundo que se asombra ante la creación universal, ante el misterio de lo Manifestado. Esa es la «espiritualidad universal», la que no tiene determinado apellido o determinado credo. Eso es lo que debería salvar y expresar el que me atrevo denominar el Nuevo Notre Dame.

Un mensaje desde Francia al resto del mundo. Un mensaje de inclusión y de apertura. De majestuosidad en la Tierra como homenaje a la majestuosidad de la creación, a las posibilidades creativas escondidas del ser humano y de aquello que está más allá de nuestra captación y comprensión.

Por eso mucha gente anhela que ese punto, esa reconstrucción en la Isla de Paris trascienda una determinada creencia para llegar a representar un punto de expresión de la espiritualidad universal, sin apellidos. Esa espiritualidad no monopólica de determinado credo sino la que forma parte de lo esencial del ser humano en toda su diversidad. Esa es la oportunidad que nos deja ese incendio que llama a algo diferente. Por eso tanto debate y tantas inquietudes que se expresan…. Es bueno que así sea.

Quienes permanecen aferrados a principios rígidos, a ideologías cerradas, a sistemas doctrinarios excluyentes, forman parte de la tragedia del mundo actual en sus aspectos más retrógrados. Son la ilustración evidente del paradigma de los opuestos. Son los que apuestan por sostener Instituciones que mantienen sus características estructurales basadas en doctrinas dogmáticas y rígidas que han significado ocultamiento de barbaridades y delitos inaceptables. Lo anterior, aun conociendo que el diagnóstico esencial de la raíz de sus problemas son sus propias estructuras rígidas que no cambian. Por ello muchos pensamos que es impresentable que esas doctrinas oscurantistas se sigan amparando en la majestuosidad de monumentos que deberían apuntar a la grandiosidad del Misterio de Lo Creado. Ese tipo de monumentos ha de trascender los diversos credos de esta humanidad y apuntar hacia la inclusión de las esperanzas y creencias de todos y de cada uno.

Esa majestuosidad, inentendible racionalmente, que apunta a la emoción más noble propia de las característica esenciales humanas, ha de estar abierta a cualquier tipo de creación que inspire al género humano a vivir en un mundo mejor.

Características de las propuestas

Una Nueva Notre Dame: no más una catedral vinculada a un determinado credo sino un monumento en honor al Espíritu humano, abierto al desenvolvimiento integral de los seres humanos. Un monumento majestuoso y simple que identifique a la humanidad en su conjunto, en su diversidad, en su más noble expresión ética y valórica.

Una Nueva Notre Dame vinculada a la Espiritualidad Universal, al respeto mutuo y a la inclusión de todas las maneras de creer, de sentir, de pensar, como un hermoso aporte a la esperanza de un mundo mejor.

Ya es hora de superar las estructuras mentales que apuntan a ser «dueños de la verdad» a mantener el actual paradigma de los opuestos, de la ambición de poder y abrirnos en cambio a la posibilidad de un mundo sin guerras de ningún tipo y sin credos que deseen imponerse a cualquier precio en una humanidad que necesariamente es y debe ser diversa en sus expresiones.

Propuestas posibles para un Nuevo Notre Dame:

  • Un Monumento grandioso que no termine en cruz sino en una cópula con pararrayo apuntando al cielo.

  • Un espacio en que los diversos credos, religiones y Caminos de Desenvolvimiento se muestren públicamente y se abracen reconociendo que somos pequeños y sustancialmente ignorantes, que nadie es dueño de “la verdad”.

  • Un llamado consensuado que desacredite los fundamentalismos excluyentes.

  • Una apertura hacia lo trascendente, o lo divino, o lo fundamentalmente desconocido como reconocimiento mutuo de que como humanidad ya no privilegiamos los conflictos en el nombre de Dios sino la convivencia en lo diverso.

  • Un lugar para que las diversas religiones y credos del planeta se expresen de manera libre y abierta. Allí debería haber un espacio compartido para dar a conocer cada una de las diversas tendencias y/o posibilidades que anhelen mostrarse. Entre otras: cristianismo en sus diversas expresiones; islamismo en sus diversas tendencias. Judaísmo en sus diversas tendencias, budismo como expresión filosófica y religiosa. Hinduismo, religión tradicional china (budismo; confusionismo; taoísmo); bahai; sijismo (mezcla de hinduismo e islam). Sintoísmo. Animismo y sistemas de creencias de los pueblos ancestrales. Por sólo nombrar algunas.

  • Más lo anterior, con una condición fundamental para tener derecho a ocupar un lugar allí: la obligación de presentar qué tipo de conexión desea mostrar su respectivo credo respecto a todos los restantes en un esfuerzo explícito de reconocimiento de que cada uno de los credos que allí se muestran son una de las tantas «posibilidades» para los seres humanos pero no la «única alternativa». Han de dar testimonio de que no son «dueños de la verdad».

  • Un lugar para que diversos caminos de desarrollo espiritual se muestren y se expresen.

Los caminos de desarrollo espiritual son muchos. Existen muchísimas definiciones del término «espiritualidad». En un sentido amplio, la espiritualidad es una búsqueda del sentido de la vida, más allá de los asuntos mundanos. Por ello, basta que una persona se centre en un solo camino de desarrollo que le dé sentido para asumir un proceso de desarrollo o un método de vida. Es voluntario dentro de la libertad de elección humana.

¿Será posible aprovechar esta oportunidad que da Francia y su Isla transformándola en un símbolo de la espiritualidad universal, en un símbolo de apertura mental que lleve a la Humanidad a renunciar a las guerras en el nombre de Dios y a dejar de dar amparo a las acciones violentas en el nombre de algún determinado credo o religión? Ya veremos.