Nació en octubre del año 1547 en Alcalá de Henares, España, cuando el Imperio español comenzaba a entrar en crisis, debido a los enormes gastos y despilfarros en que incurrió el emperador Carlos V y su corte, al hacer la guerra a varios países para ampliar su imperio. Falleció en Madrid en abril de 1616. En cierta forma, sus escritos se deben en gran parte a las experiencias y aventuras extraordinarias que le tocó vivir como ser humano — aunque como él mismo reconoce muchas de las aventuras narradas se dan sobre todo en su mente — y, si se quiere, a su alma, ya que el dúo formado por Don Quijote, el caballero, y su fiel escudero Sancho Panza, un plebeyo que destila filosofía práctica con su inmortal costumbre de preferir mejor pájaro en mano que cien volando, ambos son un símbolo y un canto sobre la amistad entre amigos, donde las aventuras son una expresión de la parte espiritual y de lo material que tiene el ser humano.

Conociendo los errores que Miguel de Cervantes cometió en su vida y las penurias y pobrezas en que vivió, desconcierta saber que estando ya viejo y enfermo pudo escribir El Quijote, una novela de aventuras tan extraordinarias y llenas de desprendimiento y, sobre todo, un relato sobre la búsqueda de hacer el bien en este mundo de parte de Don Quijote. Como pasa con muchas grandes figuras de la historia, no hay retratos o pinturas auténticos de Cervantes. Uno fechado en 1600 que se consideraba auténtico de autor desconocido (se achacaba a Juan de Jáuregui) es aceptado como una falsificación. En el prologo de sus Novelas Ejemplares, Cervantes se describe así:

«De rostro aguileño, cabello castaño, frente lisa, alegres ojos, nariz corva aunque bien proporcionada, boca pequeña con solo seis dientes y el cuerpo entre dos extremos ni grande ni pequeño».

Don Quijote es a la vez tragedia y comedia. Se le señala como el nacimiento de la novela a partir de la novela de caballería en prosa, con las soberbias conversaciones entre el caballero y su escudero. Sus escritos destilan alegría y causan risa, no obstante, también muestro el dolor y la miseria de su pueblo España. Cervantes fue un aventurero, un soldado valeroso, un esclavo rebelde (estuvo cinco años preso), y un sinvergüenza desfalcador, además, de un inútil cobrador de impuestos. Su obra, a fin de cuentas, es una parodia de los libros de caballería, pero llena de humor. Cervantes busca aparte de hacer la crítica a esos libros, divertirnos y deleitarnos.

En muchos aspectos, Cervantes se siente un incomprendido en su tiempo, aunque a eso contribuyó el que fuera un mal compositor de obras teatrales y un poeta regular, aunque era un autor cómico bueno con cuentos y relatos como sus Novelas Ejemplares formadas por doce cuentos llenos de narraciones frescas de personajes y hechos pintorescos de la época, entre los que sobresalen La gitanilla, El licenciado Vidriera, El coloquio de perros y varias más. Tuvieron un importante éxito en cuanto a publicaciones e ingresos económicos, que no disfrutó Cervantes, debido a que vendió los derechos de autor la primera vez. Para muchos, aunque Cervantes no hubiera escrito El Quijote, la colección de estas novelas cortas y su poema que describe un viaje espiritual a la montaña de la gloria y la inmortalidad, Viaje del Parnaso, en cuya cumbre impera Apolo, hubiera bastado para considerarlo como uno de los más grandes prosistas y finalmente un genial novelista con su Don Quijote. Con esta grandiosa obra de la literatura castellana y mundial, Cervantes nos relata una parodia sobre las fantasías de los libros de caballería de su tiempo; ahí se burla de los reyes, su corte y de los caballeros andantes que falsamente con sus espadas vencían ejércitos y dragones y conquistaban tierras, bellas mujeres, y eran seres excepcionales. En España, el rey, los nobles y la Iglesia eran ricos, pero el pueblo sufría hambre, enfermedad, violencia y pobreza al igual que en el resto de los países de Europa.

Entre Don Quijote, un caballero pobre y lleno de sueños que sale a defender el honor de los débiles, oprimidos y de las mujeres, y su sirviente Sancho Panza, hay grandes diferencias. Sancho era muy crítico de las locuras de su señor, pero al final acaba por someterse a los designios de éste, pese a que ambos tenían una diferente percepción de la realidad: donde el caballero era pura imaginación y se enamora de una dama, vive en castillos, combate con gigantes y ejércitos que no existen, Sancho veía la realidad y reñía con su amo, pero debido al afecto que se establece entre ellos, crece una amistad sobre todas las locuras de su amo y aparece una bondad mutua, así como lealtad y tolerancia entre ambos, buscando que la humanidad entienda que, pese a las diferencias entre personas y pueblos, es posible la convivencia pacífica y hasta la cooperación.

Cansado de sufrir golpes y reveses de fortuna, Don Quijote regresa a su hogar ya que de pronto deja de soñar y la realidad termina por imponerse, y al hidalgo derrotado por el Caballero de la Blanca Luna, no le queda más que reconocer su locura anterior. Recobra la cordura y por fin muere.

La obra escrita en una prosa bellísima presenta dos mundos, el de la realidad y el de la fantasía, con secuencias cómicas a veces absurdas. La ficción suprema de su libro es la imagen de su amada Dulcinea, es la ficción trascendiendo a un honesto deseo por la campesina Aldonza Lorenzo. Para Unamuno, Alonso Quijano es el santo cristiano, mientras que Don Quijote es el fundador de la verdadera religión española, el quijotismo. Quienes hemos leído y releído El Quijote, creemos que puede corresponder a una cierta realidad sobre la que sus compatriotas han hecho su historia.

Lo que es difícil de comprender, es cómo es posible que ese caballero errante ridiculizado y golpeado todo el tiempo, sea, considerado un paradigma universal. Posiblemente porque el afligido caballero es más que un enigma; va detrás de un nombre inmortal y de la inmortalidad literaria y encuentra ambas, y, además, porque es la sutil crítica de un reino que sólo había recompensado con malos tratos a su heroísmo patriótico en Lepanto y como espía del Gobierno español en Portugal y Orán. A pesar de que Cervantes no obtuvo riquezas, sí llego a ser un autor famoso en su tiempo.

La novela nos muestra entonces que don Quijote vivía en dos mundos, uno real y otro de ficción. Desde la perspectiva de Don Quijote, Cervantes transformo la realidad en lo que quiere ver, haciendo que la locura del hidalgo le dé vida a todo lo que toca, y hace superior todo lo que ve. Él quiso que se considerara la vida de Don Quijote, no sólo como algo cómico, sino como el ejemplo de un ser noble y cuyos fines son elevados y rectos.

Tanta fama cobró El Quijote en Inglaterra, que en 1613 William Shakespeare estrenó la comedia La historia de Cardenio inspirada en dos capítulos de El Quijote. El libro de Cervantes se convirtió en el símbolo de una lengua, la castellana, y de una cultura, la española. Y lo más extraordinario como saben quienes lo hayan leído, es que en esa novela se mezcla lo cómico y las excentricidades y disparates de Don Quijote, con los serio e incluso triste de algunas partes de la obra.

Con el fin probablemente de evitar la aparición de otra imitación (como había sucedido con la primera parte). Cervantes decidió que Don Quijote debería morir, lo cual sucede al final del segundo libro. En este, ya el hidalgo no trastoca la realidad y se resiste a ser engañando, pero cuando los 16 molinos de viento no son gigantes y las mozas no son damas, ni los campesinos caballeros, la ilusión comienza a perderse y la realidad maravillosa que su mente había creado se desvanece y da paso a la realidad cotidiana de los otros hombres. Es así como recupera la cordura Alonso Quijano, el Bueno, que muere en su cama, arrepintiéndose de su locura y rechazando los libros de caballería. Al respecto Cervantes escribe lo siguiente:

«Para mi nació Don Quijote, y yo para él, el supo obrar y yo escribir,
solos los dos somos para uno, a despecho y a pesar del escritor fingido y tordesillesco
que se atrevió, o se ha de atrever, a escribir con pluma de avestruz grosera y mal
adeliñada las hazañas del valeroso caballero».

No sé cómo sería recibida este libro si se hubiera escrito en la actual época, ya que no hay sexo, ni violencia, ni sangre, ni un héroe o heroína siempre triunfador y admirado por todos. El Quijote recrea la locura de un hidalgo don Alonso Quijano, caballero anacrónico, que pretende cambiar el mundo y con sus andanzas hacerlo mejor. Fue un ejemplo de un nuevo genero narrativo con mucho de poético. Cervantes, a través de esta obra, lucha heroicamente contra su época y trata de sustituir la mediocridad existente por un mundo ideal y donde impere la justicia.

Miguel de Cervantes siempre estuvo seguro de que él era el creador de la novela castellana, ya que las impresas existentes en España eran traducciones de otras lenguas y las que él hacía eran propias de él, sin imitar ni hurtar, salidas de su ingenio como escritor. Como ya señalamos, es curioso que su obra tan extraordinaria no fuera consecuencia de una vida ordenada. Algo parecido pasaba con su competidor Lope de Vega, compañero de época: ninguno de los dos, tuvieron vidas ejemplares, pero sus obras sí lo fueron. Para finalizar, recuerdo el bello episodio relacionado con lo que Cervantes escribió como epitafio en la sepultura de don Quijote.

Aquí yace el caballero
Bien molido y mal andante
A quien llevó Rocinante
Por uno y otro sendero. Sancho Panza el majadero
Yace también junto a él.
Escudero el más fiel
Que vio el trato de escudero.

Y yo, amigo lector, después de leer las obras y la vida de Miguel de Cervantes, y ver la fe con que don Quijote procuró hacer realidad el «sueño imposible», diré como él:

Podrán los encantadores quitarme la aventura,
Pero el esfuerzo y el ánimo será imposible.