Las recientes discusiones nacionales en el marco de la Asamblea Legislativa (eutanasia, aborto terapéutico, guías sexuales, etc.) o que se desarrollaron durante la pasada campaña política y que poseen un carácter ideológico o que estén basados en principios morales, obliga a realizar un ejercicio de análisis donde se hagan las consideraciones adecuadas para ver si en pleno siglo XXI; era controlada por los principios y pensamientos asociados con la posmodernidad, este tipo de discusiones en verdad no tendría mucho sentido o no serían de un interés público real en cuanto a las concepciones de lo que la sociedad posmoderna valora como trascendental.

Particularmente porque este «movimiento cultural» (occidental) viene por el contrario a tirar abajo todos los conceptos por los que el modernismo daba la vida o luchaba inicialmente; ante lo cual también se podría decir que desecharía a priori la discusión ideológica ante el acuerdo de entendimiento de este Gobierno con el Gobierno cubano en materia educativa.

En el posmodernismo cada vez se marca más el escepticismo frente a las denominadas utopías sociales; que además consideraban que eran deterministas y que nada podía oponerse a estas por cuanto cualquier opción distinta sería nefasta. Hay además, una oposición contra las ideologías y las denominadas teorías que pretendan que aún se deba vivir bajo el marco de las utopías sociales, y más bien las relaciones humanas en vez de calibrarse en modelos ideológicos utópicos, se dan en función de las necesidades de los distintos grupos.

Por lo tanto, esa funcionalidad, llevará a enfatizar que si un modelo en la práctica sirve, se puede adoptar y aplicar sus bases en otro lugar. Por el contrario, si el esquema en el lugar de origen fue nefasto automáticamente será descartado o solamente se tomarán aquellos aspectos «rescatables» de la concepción original.

Esto por supuesto genera una deriva de ideas porque los aspectos de la moralidad y los valores quedan en un área muy difusa y en ocasiones con una interpretación muy laxa según los estándares establecidos por algunos grupos sociales. Esto ha llevado a un relativismo tanto en los valores de la moral como en lo que se ha denominado durante años como la «verdad», la cual en la posmodernidad o no existe o es imposible de conocerla en su plenitud.

También cabe destacar que el valor de la individualidad se convierte en un principio fundamental por encima de las nociones de comunidad, incluyendo en algunos casos a la renuncia de los modelos familiares «normalizados por el sistema».

Además se genera una marcada indiferencia con los aspectos de la divinidad, actuando como si estas no existieran o en su defecto, se buscan opciones diferentes a las que impone el sistema «normalizado»; haciendo en algunos casos que algunos opten por religiones que no sean las del sistema de Gobierno como una opción para quienes sí tienen una marcada espiritualidad.

También en la negación a lo divino, lleva a restarle importancia a los principios del pecado y los castigos por el comportamiento y por el contrario la satisfacción de deseos se ven fortalecidos por quienes ya no ven el mal o la posibilidad de un castigo ante ciertos actos, principalmente aquellos de carácter privado que antes eran un tabú (masturbación, relaciones sexuales fuera de los estándares tradicionales, etc.), los que son socialmente reprochables son aquellos que se hacen contra la voluntad de los individuos o contra incapaces de decidir por su propia cuenta.

Y quizás uno de los aspectos que sí son altamente nocivos de estos cambios que ha traído la posmodernidad, al menos desde un punto de vista «filosófico», ha sido la noción de un mundo gobernado por lo que es irracional y domina al hombre como lo es la violencia en todas sus manifestaciones, incluyendo la sexualidad como un valor de dominio y poder. Esto tendrá un peso mayor que considerar que alguna ideología sea la salvación o la perdición total de una sociedad.

Con todo lo mencionado anteriormente se pretende hacer el ejercicio para mostrar que no todos ven el esquema del ordenamiento actual del mismo modo y están aquellos que miden con principios diferentes y esquemas distintos a los «regulares», por lo tanto, Sase debe intentar equilibrar las visiones de aquellos que aún utilizan las estructuras de la época moderna e intentar descifrar cuál es la posición posmoderna de cara de llegar a un tipo de nivelación entre las posiciones ideológicas.