Sócrates nace en Atenas, Grecia, cuna de la democracia, en el año 470 antes de Cristo.

Filósofo griego, fundador de la filosofía moral, padre del estoicismo y maestro de Platón, quien luego fue maestro de Aristóteles.

No escribe ningún libro y no funda ninguna Escuela. Pero cuenta con un buen número de discípulos y es admirado por los estoicos como modelo para una vida superior. Se mantiene alejado de la política, de la asamblea, de los negocios y de la carrera militar. Dedicado fundamentalmente a la educación. Enseñaba a practicar la virtud, la justicia y la honradez. Es decir, que era un educador y un moralista.

Hijo de Fenáreta, una partera, y de Sofronisco, un escultor. Como buen ateniense estudia literatura, música y gimnasia primero y luego retórica y dialéctica. Al principio se dedica a la escultura como su padre y posteriormente, se desempeña como soldado en las batallas de Samos, Potidea, Delio y Anfipolis.

Se casa con Xantipa con la que engendra dos hijas y un hijo. Se dice que ella trataba mal a Sócrates y era despectiva con respecto a su actividad filosófica.

A través de la historia es descrito como un hombre feo, de baja estatura, rechoncho, de ojos saltones y vientre abultado. Toda su vida transcurre en la pobreza, andaba descalzo, siempre con la misma túnica y comía lo más barato. Subsistió gracias a la herencia de su padre.

Jenofonte le define como un sabio que busca el conocimiento y la virtud mientras que Aristófanes le percibe como un sofista. Su discípulo Platón en sus Diálogos lo describe como un sabio y un gran maestro que te enseña a llegar a la verdad.

Tenía una proverbial facilidad de palabra y su sistema de enseñanza era la «mayéutica» que comparaba con la labor de su madre, la partera, como una forma de ayudar al discípulo a dar a luz sus ideas. Consideraba que el primer paso del conocimiento es admitir la propia ignorancia, la ausencia de conocimiento. Utilizó la pregunta y el diálogo como medios de indagación. En vez de ser un predicador fue un preguntador profesional. Siempre se le recuerda por su oración: sólo sé que no sé nada. Muy buen punto de partida para quienes pretenden pasar de la ignorancia al conocimiento y de la estupidez a la sabiduría. Y una perspectiva muy diferente a la de quienes creen saberlo todo y se sienten depositarios de las verdades últimas y absolutas.

Con esa frase Sócrates se coloca en las antípodas del dogmatismo revelándose como verdadero filósofo, es decir amante y buscador del conocimiento y la sabiduría.

No se conocen exactamente las ideas políticas de Sócrates, pero debe haber sido crítico de la democracia ateniense y de su presunción de que cualquier hombre puede desempeñar cualquier puesto. Parece que dijo que no es la mayoría la que decide que es bueno y justo. Y si nos guiamos por las ideas de su discípulo, el Platón joven, posiblemente a Sócrates le gustaba el gobierno de los sabios.

Para este filósofo la virtud es conocimiento. Por andar preguntando y más aún «aguijoneando» es visto con malos ojos por algunos y acusado de impiedad y de corromper a la juventud, ya que consideran que los aleja de los principios de la democracia.

En la Apología de Sócrates, Platón nos narra el juicio a su maestro en el cual estuvo presente. El sabio fue acusado por los políticos Anito, Meleto y Licón, quienes le imputaron de impiedad, de corromper a la juventud, de promover dioses diferentes a los de Atenas y hasta de cobrar por sus clases. En una defensa histórica y brillante, Sócrates niega y refuta las acusaciones y afirma que sí creía en Zeus, en Júpiter, en Atenea y en los dioses de la ciudad.

Desde luego Sócrates no tuvo el derecho a un debido proceso, no se le permitió contar con un abogado defensor, ni tampoco con un juez imparcial y entonces el «juicio» fue más bien un linchamiento perpetrado por quienes tenían el poder político y militar frente al indefenso filósofo que apenas pudo realizar una brillante alocución frente a quienes eran jueces y también parte acusadora.

Por recomendación y dictamen de mayoría y de minoría de sus inquisidores, el Tribunal de los Quinientos hombres más poderosos de Atenas lo condena a beber la cicuta, es decir lo condena a muerte, obligándolo a suicidarse después del juicio que tuvo lugar en el Mercado Central de Atenas. Se producía uno de los juicios más injustos de la historia humana. En el jurado, compuesto por 501 ciudadanos, el resultado de la votación fue de 280 a favor de la condena a muerte y 221 en contra de la misma. La mayoría le condenó a muerte.

Ejemplo de antología de como aún en un sistema democrático, como lo era el ateniense, se pueden violar los derechos humanos, las libertades de pensamiento, expresión, cátedra, el derecho a la vida y el debido proceso del más grande sabio de la Atenas de su tiempo.

El Consejo de los Quinientos era el órgano de gobierno de la democracia. Estaba integrado por ciudadanos mayores de 30 años que representaban a las diez tribus de la polis. Tenía funciones deliberativas, judiciales y administrativas. Entre sus funciones se incluía: vigilar el culto religioso, elaborar las leyes, controlar el empleo de los dineros públicos, controlar a los magistrados y manejar las relaciones con otras ciudades.

Sócrates ofreció pagar multas, pero sus acusadores propusieron la pena de muerte. Sus amigos y seguidores le recomendaron huir, lo cual hubiera sido aceptable para la ciudadanía, pero él se negó a seguir dichos consejos y prefirió aceptar la voluntad del Tribunal y someterse a la ley de la ciudad.

Entonces llevó a cabo su ejecución bebiendo la cicuta y mientras sus alumnos rompieron en llanto, muere el sabio en Atenas en el año 399 a. de C. Tenía 70 años de edad. El asesinato de Sócrates se había consumado. La clase política ateniense, sin saberlo en su momento, había matado y martirizado a Sócrates, llevándolo a convertirse en el padre de la filosofía occidental.