El escritor Cixin Liu es un genio. Tenéis que leer su trilogía de ciencia ficción. Trata temas muy humanos, desde puntos de vista que no habíamos imaginado la mayoría de los que formamos esta especie. Los planteamientos que realiza, partiendo desde la máscara de la ficción, son muy cotidianos si los animizamos fríamente desde el espectro de un humano medio.

En una entrevista para el programa Página 2 (RTVE), sobre el primer libro de la trilogía (El problema de los tres cuerpos) decía que, si una civilización puede venir al sistema solar, sería tan avanzada que si deseara destruirnos no tendríamos absolutamente nada que hacer. ¡Nada!

Seriamos para ellos como son los insectos o el ganado para nosotros, los humanos.

Es una visión un poco derrotista, tal vez. En esa primera novela e incluso a través de toda la trilogía, se ve ese derrotismo y esa ambigüedad entre esperanza y realidad. Es verdad que no está en alguno de sus personajes, aunque siempre está en el aire e incluso en muchos de ellos. Hay momentos en los que la sociedad completa, reflejada en distintas generaciones a lo largo del marco temporal de la historia, sufre ese derrotismo.

Me parece que es un punto de vista poco conocido en occidente. Conozco poco de las novelas asiáticas, no había salido de la India o Japón hasta ahora, pero sí que comparando a este autor chino con los que he leído de aquellos países, veo una reminiscencia más que derrotista, muy realista. Estamos fuera del ámbito de las típicas historias del héroe, con sus triunfos y derrotas, con su camino tortuoso del que hablaba hace unos meses.

En la trilogía de Cixin destacan los antihéroes, personas normales que hacen la misma cantidad de cosas buenas como de malas en un esfuerzo por salvarse a sí mismos, porque casi nadie lo hace por salvar a la humanidad. Incluso pareciera que la humanidad entera no quiere salvarse.

En las noticias podemos ver a diario esta intencionalidad de la humanidad. Los Gobiernos se contradicen, luchan contra la inmigración y al mismo tiempo favorecen la entrada de capitales (¿sin masa humana?, ¿solo energía capital?), luchan entre ellos como China y EUA para luego aliarse comercialmente contra otros cuando les conviene. Las personas de a pie votan por unirse a una organización o formar un Gobierno y luego, al poco tiempo, votan, por lo contrario. Está en nuestros genes, destruimos el planeta en el que vivimos y al mismo tiempo nos sorprenden las inundaciones y los tifones. Nos quejamos de que no hay ciudades limpias, de la despoblación del campo y luego no hacemos nada contra los incendios o la contaminación. Yo también tengo claro que, si una civilización exterior viniera a nuestro planeta, aunque fuera una civilización pacífica, en poco tiempo nos aborrecería tanto como nos aborrecemos nosotros mismos y terminaría destruyéndonos para salvar el planeta y quedarse con él.

El bosque oscuro

En la segunda novela de la trilogía el autor amplía el espectro, ya lo sugiere en la primera e incluso es algo que es mucho más visible en el día a día que el concepto que nos trae El problema de los tres cuerpos. La idea de que alguien, en este vasto universo, nos acecha, no es nueva. Es más, aunque sea sugerente, roza los espacios comunes que solemos evitar los escritores. En El bosque oscuro, el autor chino nos presenta el miedo de la humanidad a ser cazada. Y no solo nuestra civilización, cualquiera en el universo sufre ese miedo. Es el miedo a hacer ruido en un bosque oscuro en el que los cazadores están al acecho.

Como la vida misma.

Apenas la economía de un país da señales de debilidad, los mercados (esos entes extraterrestres) van al ataque. Aprovechan todo lo que pueden de la crisis generada y una vez que sacan sus réditos, dejan que el país se recupere hasta el siguiente ordeñe de riqueza. Pasa todos los días en Asia, África y Latinoamérica. Un día en país, otro día en el tuyo. Y no hay que mirar solo a los países, nosotros mismos nos aprovechamos del que está al lado. Las mafias del mediterráneo sacan dinero de la desesperación de los subsaharianos por acercarse a Europa y los mismos ex espalda-mojada ahora votan a Trump para que levante el muro. Un destello en el bosque oscuro y ya sabemos de dónde viene y hacia dónde hay que disparar.

Los grupos de personas o las individualidades actuamos así de forma natural. Vivimos en un bosque oscuro y nacemos y crecemos en él.

El que lo niegue es que no es humano.