Nacido en México en un campo de la Shell en 1919, sus padres británicos lo llamaron Charles Robertson Neville. Su madre murió a los 5 años de edad. De Norteamérica su padre lo llevó a Inglaterra donde estudió Geología Petrolera. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial en 1939 se ofreció de voluntario ante la amenaza por el Tercer Reich. En 1941 se entrenó como piloto de la Marina Real en las afueras de Londres y en Canadá.

Al año siguiente luego de aprender a volar los lentos pero eficientes biplanos de la Royal Navy, fue asignado a Egipto donde el Eje intentaba capturar el norte de África. En julio de 1942 tuvo su primera experiencia de combate aéreo a la una y media de la madrugada, cuando iluminó con bengalas lanzadas desde su Albacore una columna de avanzada alemana bien adentro de Mersa Matruth, cerca de El Alamein.

Esa vez, Charles y su compañero, el subteniente Wilkins, vieron lo que pensaban eran las vías del ferrocarril. Al lanzar más bengalas notaron los camiones y tanques enemigos. Con esta buena fortuna, transmitieron por radio la posición y soltaron sus únicas seis bombas de 113 kilogramos cada una sobre los vehículos. Mientras llegaban los bombarderos de la RAF durante el resto de la noche.

El último día de agosto, a las 2:25 de la madrugada, repitió la iluminación- bombardeo acompañado de Audrey Clook y el subteniente Howe. El resultado final de esa noche fueron tres blindados incendiados por Neville; en total, el resto del grupo de biplanos Albacores dejó 19 vehículos alemanes en llamas.

Todas estas historias y muchas más se encuentran bien documentadas en su bitácora de vuelo que conserva su hijo Carlos Neville en Caracas. Con la finalidad de mantener la tradición naval, la vida en el desierto para estos marinos era como en el océano. A los dormitorios que parcamente eran tiendas de campaña les llamaba cabinas, al caer el sol bajaban las banderas y en sus uniformes de la flota se distinguía una letra «A» por «aire». Despegaban tarde en la noche, y generalmente regresaban antes de las tres de la madrugada cuando luego de hacer sus reportes iban al comedor por una ración de huevos con tocineta y té. Muchas veces volaban otra patrulla hasta el amanecer. El lema de su escuadrón número 826 era Nunca un momento oscuro.

La suerte de Charles fue regular durante la noche del 27 de octubre cuando se les acabó el combustible antes de llegar a la base teniendo que hacer un aterrizaje de emergencia. El impacto en la arena fue tan fuerte y a pesar de los cinturones que Charles golpeó el vidrio frontal de la cabina, al espabilarse notó que su cara sangraba copiosamente, primero palpó sus intactos dientes que usaban frenillos por esos días y luego al llegar a la nariz notó que esta colgaba de un filamento de piel. Con fría calma a pesar del intenso dolor y la ayuda de su pañuelo la colocó en su sitio para luego desmayarse. Tres días después se levantó en un barco hospital donde cirujanos australianos realizaron un excelente trabajo el cual lo dejo sin cicatriz alguna. Dos semanas después estaba en el aire de nuevo.

Las batallas en África del Norte terminaron el 13 de mayo de 1943 con la victoria aliada. Sin el soporte del Escuadrón 826, los desembarcos norteamericanos en Sicilia se hubiesen dificultado. Lo más relevante de esta historia es la discreta, pero significativa contribución al triunfo, no obstante ser una unidad «tímida», alejada del resto de las ciudades y embarcaciones conocidas. De una cosa había gran certeza, el enemigo sabía que estaba allí y que era de temer.

Luego de esta primera fase en el desierto, Neville continuó volando sus Albacore entre noviembre del 42 y junio del 43 esta vez en patrullas sobre el Mediterráneo desde bases en Berca (Túnez) y Heliópolis (Egipto).

Bajo la luna llena, en la madrugada del 18 de abril, alrededor de las 5:00, el Escuadrón 826 atacó un convoy del Eje escoltado por destructores alemanes que navegaban en el Golfo de Túnez. Esta vez Charles iba acompañado por el subteniente Harrison y el teniente Woodley, con una formación de patrulla de cinco Albacores, cada biplano con un torpedo entre sus trenes de aterrizaje no retráctiles. Neville descendió a nivel del mar y lanzó su torpedo el cual fue directo al costado de un tanquero enemigo. El estallido envió dos chorros de agua a casi 10 metros de altura, haciendo que Charles tuviese que maniobrar fuertemente sobre la superestructura del barco cuando pasó sobre el mismo y la consecuente explosión que daño severamente a la embarcación.

En otra noche clara del 5 de junio, antes de amanecer, Neville y sus compañeros iban en tránsito de Bone hacía Tafarouri en Argelia cuando una pieza desprendida del Albacore que iba delante de Charles entró en su motor haciendo que este comenzará a incendiarse. Tuvo que amarizar en aguas inquietas, pero la entrada al agua fue suave, sacaron el bote inflable para tres y posteriormente fueron rescatados por una nave británica. En esta ocasión casi pierde su bitácora, la cual rescató segundos antes que se hundiera su biplano. Ocho días después se embarcó en el portaviones HMS Formidable donde hizo sus últimos vuelos en el Albacore.

Uno de los más venerables biplanos embarcados en la Flota Real era el Swordfish (pez espada), a pesar de carecer de cabina encerrada, este rústico avión era estupendo para las operaciones navales desde los portaviones ingleses. A Neville le tocaría pilotarlo desde octubre de 1943 hasta la primavera de 1945, en esta ocasión protegiendo los convoyes aliados que navegaban las rutas árticas en el Mar del Norte llevando suministros hacia Rusia.

El 10 de diciembre del 44 le tocó hacer el convoy JW62 asignado al Escuadrón 813 y formado por buques mercantes americanos, canadienses y británicos escoltados por buques de guerra aliados entre ellos los portaaviones de la Royal Navy. El comando estaba a cargo de un comodoro noruego muy hábil en aquellas heladas. El frío era tal que durante una larga misión, Charles, orinó en un envase que olvidó descartar por la ventana, al recordarlo a los pocos minutos ya el líquido estaba congelado. Además las horas de luz en aquellas latitudes eran solamente tres de penumbra. Para completar el adverso clima, los alemanes habían colocado un grupo de sus submarinos U-boats guiados por bimotores Junker Ju88 de largo alcance, estos aviones iban también armados con torpedos.

El Swordfish MkIII de Neville con su acompañante y amigo, el subteniente Tolley y el resto de los «Peces Espada» hicieron varias patrullas despegando del HMS Campania durante las noches y las breves horas diurnas en el terrible clima del Mar del Norte abriendo camino al convoy. Cada sospecha de detección era atacada sin remilgos. El 13 de diciembre dos submarinos y 15 Junkers atacaron. Neville señalo con su radar y bengalas la posición de un U-boote, su compañero Bill Henley en otro biplano MkII lanzó tres cargas que lograron hundir al U-365.

Este submarino comandado por Dieter Todenhagen había destruido patrulleras soviéticas y averiado al HMS Kassandra, el 365 fue a fondo con sus 50 tripulantes. Al final el convoy JW62 llegó sin problemas a Rusia. Durante el regreso lo alemanes esperaban con más submarinos y Junkers. Primero atacaron diez Ju88 con dos torpedos cada uno alrededor del mediodía. Venían en pares y de diferentes direcciones, aunque ninguno acertó sobre los barcos. Mejor suerte tuvieron los submarinos, a las cuatro de la tarde del 17 de febrero, un buque escolta fue alcanzado en la popa debiendo ser remolcado hasta puerto. Peor le fue a la corveta HMS BlueBell que se desintegró en un violento estallido, de 86 marinos únicamente uno sobrevivió.

Al siguiente día regresaron 20 Junkers, dos fueron derribados por la antiaérea de los cruceros y destructores. Cuatro alemanes sobrevivientes fueron rescatados. Lo más aterrador ocurrió cuando uno de los atacantes soltó un torpedo frente al mercante líder en su línea de estribor. Sorprendentemente, el «pez» pasó a 150 metros del barco. Fue en este encuentro donde uno de los Marlets se perdió cazando a los Ju88. Neville narraba que era terrible enterarse, o peor, no ver que regresaban las aeronaves de algunos amigos. A pesar de esto había que seguir navegando sin detenerse a lamentar las perdidas. Con esta única aeronave perdida, los Swordfish continuaron abriendo el camino de regreso a puerto seguro.

Para finales de febrero hizo un segundo convoy a Rusia (JW64) el cual viajó con menos problemas que el primero. Al regresar a Gran Bretaña se encontró con una carta del rey Jorge donde se le condecoraba con la Cruz de Servicio Distinguido por sus acciones que ayudaron a derrotar a Rommel en África del Norte.

El 8 de abril se embarcó en el HMS Vindex con el cual realizó un tercer viaje a Rusia que no presentó interferencia alguna. Con la llegada de la victoria en Europa el Esc.813 fue retirado. De Escocia pasó a Gales para entrenarse con bimotores, esto con la finalidad de apoyar a los norteamericanos que aún combatían a los japoneses en el Pacífico. En el Esc.704 voló los famosos deHavilland Mosquitos donde tuvo un tercer accidente sin graves consecuencias, pero la victoria final llegó en agosto y pasó a retiro en 1946. Ese mismo año se casó con una mujer inglesa teniendo una hija llamada Diane Margaret que actualmente vive en la Isla de Jersey. En 1950 se separó de la inglesa Tony Miller.

Neville no terminó nunca sus estudios universitarios, pero sí trabajó en la industria de petróleo, viajando primero a Cuba en 1947 y luego a Venezuela en 1950 donde trabajó para la Shell. A Charles le encantaba nuestro país y en consecuencia adoptó esta nacionalidad. Vivió por el resto de su vida en Caracas, conociendo a una venezolana de origen italiano de nombre Isabel Parilli con quien se casó en 1962, al año siguiente tuvieron en 1963 un hijo de nombre Carlos. Su esposa e hijo dicen de él que era un hombre alegre, nunca se quejaba por nada. En sus ratos libres jugaba golf, lo hacía con bastante frecuencia y muy bien. Hoy en día su hijo y nietos conservan las condecoraciones y documentos de esos tiempos de gloria. Incluso muchas copas de torneos de golf.

Como en una de sus misiones nocturnas en África del Norte, Charles Robertson Neville levantó vuelo de este mundo en Caracas la madrugada del 10 de enero de 2002 a los 82 años. Se encuentra enterrado en las verdes colinas del Cementerio de La Guairita. Neville siempre tenía fotos de sus aviones en su cartera y mientras las mostraba orgulloso decía: «a pesar que la guerra es horrible, y la gente muere en batalla, esos tiempos fueron los más emocionantes de mi vida».