La violencia va unida al ser humano y es un pilar sobre el que se sostienen nuestras sociedades modernas. Nuestros mapas globales trazan líneas fronterizas dibujadas con sangre, y con sangre se describe el discurrir de las civilizaciones a lo largo de la historia a través de guerras, invasiones, masacres, religiones...

Evolución de la violencia

Cuando se habla de la violencia en la sociedad y de nuestra relación con ella como seres individuales se tiende a pensar que la prehistoria fue un tiempo idílico con respecto a lo que conocemos como historia; y que va empeorando con los años. Se toma como cierto porque existe el pensamiento preconcebido y un poco condescendiente de que el ser humano es pacífico por naturaleza y que si actúa con violencia es porque la cultura y después el Estado ha corrompido a esos individuos concretos. Aunque no diremos que sea totalmente falso, no es ni mucho menos acertado si se usa la palabra pacífico.

No es cierto que la prehistoria fuera una época más tranquila en proporción al número, por ejemplo, de asesinatos. Los porcentajes de hombres muertos en guerras modernas no igualan a los porcentajes con respecto a la proporción de individuos muertos a manos de otros en la prehistoria. El 60% de la mortalidad total ocurría por muerte violenta entre miembros de la misma especie, completando la total aniquilación de otras con las que compartiera territorio, como los neandertales, que acabaron «desapareciendo». Un libro que ilustra muy bien este hecho es Los herederos, de William Golding.

Aunque esto es aún motivo de debate e investigación, ya que parte de nuestro ADN tiene genes de neandertal debido a la mezcla entre especies, sobre todo, europeos, y se puede inferir cierta colaboración entre grupos de distintas especies y cierta paz en lugares y momentos concretos del pasado, o puede que Homo sapiens dejara viva alguna cría hembra de Neandertal para crecer con ellos después de aniquilar al resto de su clan.

Aún así, las imágenes y la consciencia sobre las guerras acaecidas y estudiadas, unido al número estratosférico de muertos provocados por guerras más modernas en períodos muy cortos, hace inimaginable que la situación entre grupos de nómadas cazadores recolectores pudiera ser peor en ciertos términos, pero resulta que las investigaciones más actuales y de mayor impacto apuntan en esta dirección, y describen una población de Homo sapiens dividida en grupos pequeños y en continuo contacto con la muerte violenta. Diminutas sociedades en conflicto, que a punto estuvieron de hacerse desaparecer a sí mismas, quedando la especie varias veces al borde de la total extinción autoprovocada.

Los primeros Estados empeoraron la situación social en ciertas cuestiones y mejoraron en otras a grandes rasgos. Se redujo la alimentación, y aumentaron las enfermedades de transmisión debido a la cercanía entre los sujetos del grupo y también con el ganado, pero paradójicamente, también se redujo la violencia. Los conflictos tribales habían desaparecido engullidos por una identidad expansionista, y los primeros Estados, o ciudades Estado, prohibían el asesinato, no por cuestiones morales, sino porque las muertes representaban una pérdida en la producción y en los beneficios que el Estado podía obtener de ese individuo vivo.

Pero, ¿cómo llegan los dirigentes a ser dirigentes en las primeras sociedades? Quizás de esta pregunta también se pueda extrapolar la respuesta a esta otra: ¿quiénes aparecieron antes, los líderes o los seguidores? Pues, con el nomadismo , el liderazgo del grupo se basaba en las capacidades del individuo para mantener vivo al resto, no es un liderazgo elegido o buscado, por eso los seguidores aparecen antes evolutivamente, esa es la respuesta, y los líderes son naturales. Un hombre que invente una trampa para atrapar animales que le proporcione al grupo una comida segura, tendrá individuos junto a él al día siguiente para aprender y ser guiados; así como una mujer en el grupo que tenga una técnica precisa y efectiva para cazar en terreno abierto, al día siguiente también tendrá a otros miembros siguiéndola y, al cabo del tiempo, se crea un estatus simbólico alrededor de estos hombres y mujeres.

Todo eso desaparece con el sedentarismo y, al crear las poblaciones, el ser humano entra en una espiral de adoración masculina. El hombre pasa a controlar la tierra, las plantas y los animales, sofisticando con el tiempo la agricultura y la ganadería. Aparece el concepto de propiedad y de herencia, y el hombre, a través de la fuerza, crea las primeras jerarquías, que no son más que círculos de poder conseguidos bajo violencia o la amenaza de violencia. La consecuencia simple es que todos esos círculos de poder acaban controlados por un hombre, pero hasta el más oprimido de los hombres es un opresor, porque así como el Estado ha aprendido a tratar a sus habitantes, los hombres han aprendido a tratar a las mujeres también, como ganado, como una posesión con una finalidad concreta, la seguridad de descendencia. Volveré más tarde sobre estos conceptos.

Así podemos inferir que la violencia no se redujo con la llegada de las ciudades y los Estados, sino que pasó a ser controlada por estos, como se intentaba controlar todo en aquel instante de despertar intelectual, con una soberbia que definiría todo el devenir posterior. Los Estados crearon leyes para castigar la violencia ejercida hacia los individuos que estaban bajo su control, pero la mejora que supone la reducción de la violencia interna era contrarrestada una y otra vez por todos los pueblos con una violencia hacia el exterior, hacia otros pueblos, y con una sed expansionista que se convierte en concepto principal de las religiones que más tarde pasan a cogobernar los Estados y a dictar las normas sobre las que se deben sustentar todas las leyes.

El análisis de los datos desde que hay registros sobre personas asesinadas violentamente en los distintos países en la actualidad arroja la conclusión de que hay una tendencia generalizada hacia la disminución anual en el número de muertos, hablando siempre de períodos de paz. En la actualidad, se vive un proceso de dependencia coartiva y económica de la violencia. Desde hace unas décadas, con las políticas mundiales sobre liberalizaciones, desregularizaciones , aranceles y las políticas en bolsa también basadas en la codependencia entre mercados y Estados, se da el caso de que los países no entran en guerra con otros por la principal razón de tener deudas económicas entre ellos o con terceros. Se crean unos lazos de dependencia que crean tensiones y frustraciones que se resuelven con una violencia secundaria, no directa, como pueden ser los bloqueos económicos, las multas propias o internacionales que se pactan por no cumplir los términos de los acuerdos, pero esta ilusión de desaparición de la violencia entre Estados se da porque hay un Estado mayor subyugándolos a todos, el económico, al que se ha permitido ser un ente mundial casi independiente de todos, que convierte las violencias en gráficos de barras con nombres de países africanos y asiáticos.

El capitalismo funciona porque se trabaja en la desigualdad como meta. El cálculo que dan los científicos sobre recursos mundiales es que si todos los países del mundo vivieran, consumieran y tuvieran las comodidades que tenemos en Estados Unidos y Europa, se necesitarían los recursos de cuatro planetas iguales que el nuestro para abastecer la demanda de igualdad. Eso se traduce en que la utopía de no violencia a la que aspira el capitalismo en sus eslóganes, es una no violencia de muros hacia dentro, una no violencia de mago de Oz, con una trampa tras la cortina, y tras esa cortina está el 70% de países del planeta que no entran en el análisis sobre la tendencia de muertes violentas. Para ilustrar la relación entre la tranquilidad de los ricos y la violencia de los pobres contaré el peculiar caso de la Playstation 2.

Cuando salió esta videoconsola se dispararon sus ventas a unos niveles que ni Sony ni ningún lumbreras de Wall Street esperaba y, debido a este único hecho, aumentó la demanda mundial de coltán, que es un metal que se utiliza en todos los aparatos tecnológicos actuales, subiendo su precio a niveles nunca vistos. Fue entonces cuando distintas empresas extractoras de Estados Unidos y Canadá, bajo directrices de la CIA, financiaron a grupos opuestos y crearon guerrillas en el Congo, que es el país con las mayores minas de coltán conocidas. Se hizo para desestabilizar el país de nuevo y poder sacar el mineral sin vigilancia ni control, mientras se mataban entre ellos, y desde el extranjero se coordinó la segunda parte de la guerra más larga vivida en la zona, que también implicó a los países alrededor.

En resumen, la idea de decir a los consumidores que no hay más producto es inconcebible en este sistema de control estatal y económico, y para que el control funcione no puede haber inferencias en el consumo. Los padres del primer mundo pudieron seguir dóciles e ignorar tranquilamente a sus hijos con un entretenimiento que inició los acontecimientos y el terrorismo económico que puso en guerra al África negra entera sin que nadie se enterara de nada.

La globalizacion como proceso social es una manera de acabar con los enfrentamientos entre países porque se va creando una sensación de pertenencia que ya no sólo abarca a los vecinos más próximos. La mentalidad global y el cosmopolitismo es una herramienta positiva en definición, pero actualmente está ligado a un proceso de globalización también económico que, a su vez, es un generador de desigualdades, por tanto de injusticias, por tanto de enfrentamientos y violencia. La trampa construída alrededor es la percepción colectiva, la ilusión creada sobre la paz, que se lleva a cabo descentralizando esa violencia resultante y culpando al país donde acaba explotando la burbuja. El capitalismo, vivido tambien ahora como neoliberalismo, crea dos tipos de burbujas: burbujas económicas en los países ricos, y burbujas de violencia en los países pobres. La explosión de una, precede a la otra.

Patriarcado y la teoría del ganado

He hablado de la evolución de la violencia, pero contada así es una historia de hombres, descrita también en términos de hombres contra hombres. Se excluye a la mujer no sólo del análisis de la violencia, sino del análisis de la historia del Homo sapiens. No así ocurría en la prehistoria, durante el nomadismo, donde el estatus natural de la especie equiparaba ambos sexos y sus comportamientos sociales se derivaban dentro de parámetros establecidos por la naturaleza.

La violencia actual hacia la mujer tiene explicación, pero no tiene sentido. La percepción de que el problema mundial de las mujeres muertas en asesinatos machistas es más grave ahora que en ninguna otra época no se puede medir en términos numéricos, es grave simplemente porque sigue ocurriendo, y estos asesinatos (también las violaciones) ocurren más en épocas en que las mujeres se organizan para reclamar socialmente sus derechos. Sucede que ahora hay una cobertura mediática sobre los casos que van saliendo semanalmente, la percepción es distinta, pero la tragedia es que se normalice bajo las varitas mágicas de las cadenas privadas, que convierten en frívolo lo doloroso, y en superficial lo que es un problema muy profundo. Las explicaciones no son justificaciones y un análisis cercanamente honesto de la realidad que vivimos en el presente debe contener un entendimiento del pasado, e ir tan atrás en el tiempo como sea posible, a los inicios mismos del patriarcado.

Durante el nomadismo, el Homo sapiens vivía una realidad cíclica, no existía el paso del tiempo como lo percibimos hoy, de manera lineal, sino que su tiempo era medido por la naturaleza misma, las estaciones y el entorno en movimiento, un eterno círculo. Había consciencia de la muerte, pero intelectualmente no se asociaba a la vida, se sabía que la gente moría, pero no se comprendía que todos acaban muriendo, ya que la mortalidad en todas las edades era muy alta y muy pocos individuos llegaban a viejo como para que pudieran deducir que todos mueren de viejo. Tampoco se entendían ni la fertilidad ni el embarazo; no se asociaba el aumento de la barriga ni el acto de parir con el sexo tenido nueve meses antes. El celo en el ser humano se había vuelto continuo, no era como otros animales que tienen deseos solamente en una época determinada, sino que el Homo sapiens era polígamo y muy activo en relaciones promiscuas durante todas las estaciones, y esa continuidad en la práctica sexual disociaba los eventos. Este desconocimiento sobre la fecundación , asociado al misterio que suponía la creación y el nacimiento de las plantas y los demás animales, deriva en que la mayor parte de los simbolismos y rituales acaben relacionados con la fertilidad, haciendo que la protoidea de Dios fuera un concepto femenino. Las figuras de adoración encontradas pertenecientes a esta época representan mujeres con ciertos atributos exagerados, los pechos voluminosos, las caderas anchas, pero no como se haría hoy, para provocar deseo, sino que estas figuras representaban los atributos que cambiaban con la edad adulta y más aún durante la maternidad, bajo un prisma de adoración ritualista, casi como pidiendo a la naturaleza que el grupo pudiera ser fértil en la próxima época de abundancia. Se cree que estas figuras pasaban de mano en mano durante generaciones en los clanes como amuletos de fertilidad, que evidencian la alta capacidad de abstracción simbólica en el homo sapiens desde muy temprano. No se entendía el proceso, ni la importancia que tenía para la cohesión grupal el hecho de tener una misma creencia sobrenatural con respecto a una talla en piedra, esta cohesión nos permitó sobrevivir. Estas atribuciones simbólicas que creaban cohesión en el grupo se basaban en la conexión con el entorno y la naturaleza convertida en pachamama, madretierra. Dios era mujer, sin más.

El descubrimiento de la agricultura lo cambia todo y se abandona la vida nómada para crear poblaciones estables, que después serán ciudades y estados. Se inventa también la ganadería, y estos hechos cambian la manera en que se relacionará toda la sociedad hasta la actualidad. La ganadería conlleva seleccionar los ejemplares idóneos para que el rebaño sea eficiente, por eso se matan a los ejemplares machos jóvenes más difíciles de domesticar y a las hembras muy adultas que ya no pueden dar ni hijos ni leche.

La manipulación inducida en las especies que son domesticadas hace que los comportamientos y consecuencias transformen la manera en que se concibe el sexo. Se controlan los miembros de los rebaños a raíz de un entendimiento profundo entre el acto sexual que tienen los animales y las crias que solo tienen las hembras que han sido «montadas», y en un periodo más corto de observación y deducción. A raíz de este hecho el hombre pasa del desconocimiento a la exaltación, y toda la cultura posterior empieza a estar basada no en la fecundación, la maternidad, o la naturaleza asociada, sino en el poder del pene del hombre, capaz de crear vida allí donde lo mete. Así Dios pasa de ser mujer a ser hombre, y el hombre pasa a controlar la sociedad y a controlar a la mujer, que deja de ser una igual para pasar a ser una fábrica de descendencia genética que tiene que quedarse en casa por su seguridad y para mantener la certeza de la paternidad del hombre, con el consecuente nacimiento de la monogamia social inducida como tabú de la promiscuidad, y el nacimiento de los celos.

Se crea una estructura social de la cual todas las mujeres están excluidas bajo la amenaza de violencia, y no sólo social, sino que se crean estructuras morales y mitológicas también basadas en el machocentrismo. Surgen las religiones politeístas, donde hay diosas también, pero las relaciones descritas son de jerarquía, donde una mujer sólo tenía poder si estaba casada con o era hija de. Ilustraré el carácter de la civilización griega, que es modelo antecesor y conceptual de nuestra actualidad política y organizativa, con una escena de uno de los relato más antiguos de su mitología. Zeus estaba en conflicto con su padre, Cronos, el Dios del tiempo, porque se lo había intentado comer, y esta disputa acabó con el hijo cortando los testículos al padre. De ellos salió su semen en chorros salpicando los cielos y creando lo que se conoce como Vía Láctea. ¿Qué describe esta escena metafóricamente? ¿Que conocimiento sobre la historia misma del humano encierra esta escena? Pues describe el nacimiento del patriarcado. Zeus, mata al padre, tomando el control sobre los demás dioses y diosas, convirtiéndose en el nuevo padre, pero el padre en esta historia es el tiempo, Cronos, entendido como tiempo cíclico, que estaba casado con Rea, diosa de la naturaleza y la fertilidad, se entiende claramente que esa unión matrimonial entre el tiempo y la fertilidad representa la época nómada del ser humano, y Zeus representa la nueva era de las ciudades y los Estados, aunque con el simbolismo del padre siempre presente en el cielo, literalmente semen de hombre iluminando la realidad del ser humano desde arriba.

También hay una tendencia repetitiva en mitologías que describen a estos dioses bajando a la tierra, a veces en forma de animales, para raptar o violar a mujeres humanas, cuyos hijos después se convertían en famosos líderes. Este aprendizaje mitológico y religioso se convierte en directriz comportamental para los hombres de ahí en adelante, porque antes de que la vida sedentaria creara la propiedad, la herencia, la muerte y el tiempo, no podía existir la violación, porque la violación es un comportamiento de dominación social. Es una violencia estructural que modula nuestra realidad.

Las religiones politeístas, que conllevaban cierta visibilidad de la mujer, quedan sometidas por las religiones monoteístas donde un sólo dios, y un dios siempre hombre, controla, crea y maneja la realidad. El judaísmo convirtió a las diosas y hechiceras en putas y brujas, y su hijo bastardo, el cristianismo, este último extendido hasta los confines del «territorio conocido» por la magia del Imperio romano, que lo impuso como obligatorio, se encargan de crear la definitiva cárcel para la libertad de la mujer a través de una moral culpabilizadora que se puede considerar el génesis del actual patriarcado de consentimiento, donde la mujer acaba aceptando un sometimiento ya bíblico y moral como si fuera su propia elección consciente y libre a través de los siglos y, aunque las culturas y las invasiones se superpongan, lleguen hasta la actualidad sobre un mismo territorio, y todo cambie constantemente; todo cambia, menos el sometimiento de la mujer, que permanece estático bajo el devenir de las civilizaciones como sub-estructura de dominación que comparte el hombre más allá de su cultura. De hecho, la violación es una violencia sin la cual no hubieran existido los ejércitos ni la mayoría de guerras.

La guerra consiste en que un grupo quiere matar a otro, pero la batalla acaba cuando el grupo ganador entra en la ciudad para violar a todas las mujeres, esa es la victoria real como individuos particulares. Es famoso el caso del General Franquista Queipo de Llanos, que sitiaba las ciudades y los barrios y retransmitía por la radio un mensaje de aliento a sus soldados, para que entraran con valentía a la batalla, prometiendo el cuerpo de las mujeres rojas sevillanas y malagueñas. Violad a todas esas putas comunistas, que por fin van a saber lo que es un hombre, gritaba alguien que está enterrado en la basílica de la Macarena de Sevilla con honores religiosos. Lo decía claramente, el premio a la valentía, violar a las mujeres que seguían vivas tras la batalla era la victoria, la consumación de la dominación del territorio.

Ha sido históricamente la motivación principal para ir a la batalla, matar y violar, en ese orden. Es la colonización simbólica, se entiende que un ejército no ha colonizado un lugar extranjero realmente hasta que no cultiva la tierra, pero no es así, un ejército termina de colonizar un lugar cuando nacen los hijos de las mujeres que fueron violadas por estos una y otra vez, y que eran consideradas propiedad del enemigo, como una pieza de ganado, solo que con menos valor. La práctica llega hasta la actualidad, y si hablé antes de la Playstation y el Congo, hay que contar también que se estima, siempre a la baja, que más de 500.000 mujeres y niñas fueron violadas en el Congo en ese periodo de guerra, y fue una práctica recomendada por la CIA, enseñada desde Estados Unidos a los grupos en conflicto como arma definitiva de la guerra para la desestabilización social prolongada. Reflexionen sobre este hecho: Antes de esta guerra, no existía la palabra violación en ninguno de los más de 30 idiomas y dialectos locales del Congo. Las palabras crean la realidad que describen, y si no existía la palabra, ni siquiera habían imaginado culturalmente que fuera posible tal cosa.

Es verdad que el tiempo de los hombres se vuelve lineal con el sedentarismo, pero para las mujeres permanece cíclico, dentro de una coacción estructural violenta que la sociedad alrededor acepta fácilmente como natural, cuando ya es exclusivamente cultural y elegida. La visión de las sociedades hacia los distintos futuros será siempre errónea mientras se base en la teoría del ganado a la hora de hacer funcionar las relaciones humanas. Se saca de la sociedad a los hombres difíciles de domesticar y a las mujeres que ya no pueden dar leche, convirtiéndoles en parias en paro.

Estamos viviendo cómo la mujer, por cuarta vez y en oleada, ha dicho basta. Se ha armado de dignidad para romper el bucle temporal de su propia historia, luchando con más convicción que nunca contra la opresión del patriarcado y por conseguir una sociedad cimentada en la justicia social y el intelecto, nunca más en el control y la violencia. Saben que luchan contra una estructura construida durante milenios, y hay que estar individualmente armada de conocimiento y colectivamente unidas, pero como es una lucha esencialmente intelectual y en ebullición conceptual, tiene el peligro de dividirse en grupos y terminar implosionando bajo las risas de los más privilegiados, que seguramente hayan financiado esa desunión. Los privilegios se atesoran literalmente a muerte, porque en el capitalismo estos privilegios se consideran bienes posicionales, que tienen valor solo y únicamente porque otras personas no los poseen.

Aunque todo suene pesimista, y la violencia no desaparezca, sino que se hace más sofisticada, la educación surge como la única luz capaz de disipar estas oscuridades tan profundas de la sociedad para que ésta tenga futuro, para que entendamos el pasado y para no avergonzarnos más del presente.

La educación deconstruye la opresión, el conocimiento deslegitima la violencia.