Me llama este buen amigo, Jorge, quien tiene hijos pequeños y también jóvenes post adolescentes (dos camadas, me explica, sonriendo). Quiere que sus hijos, en esta pandemia del covid y encerrados en cuarentena, lean más y no anden por allí saltando cada cinco segundos de una imagen a otra en la tablet. ¿Cuáles libros son los más importantes, los más apasionantes, los mejores? Prometo pensarlo y ponerlo en blanco y negro. Reflexionamos brevemente por teléfono sobre la importancia de leer. Le doy mi hipótesis: leer es una travesía, un esfuerzo. Forja el carácter. Impone disciplina.

Quien abre un libro y supera las primeras páginas, luego el primer capítulo, y sigue adelante, hasta el final, es como quien sube una montaña o corre una maratón. Es un esfuerzo, es un proceso, hay etapas. El premio está en el recorrido, desde luego (en la gran pasión de la historia o el argumento), pero también en el final. En el logro. Leer es un esfuerzo del intelecto y también de la voluntad: es dominar el tiempo y las tentaciones de la distracción. Las grandes cosas de la vida requieren energía contenida, esfuerzo. Leer es muy importante para la formación de cualquier persona en los primeros 5, 10, hasta los 20 años de vida. Y mucho más allá, quizá hasta el último día de la existencia.

Yo de niño fui un lector precoz (mi padre era escritor y dramaturgo, mi madre profesora de artes y pintora, gente culta) y tuve, además, un tío abuelo apodado Canque, un ser maravilloso que llegaba a visitarnos los domingos con confites, repostería y algún libro de regalo: La isla del tesoro, de Stevenson; El viaje al centro de la tierra, de Verne, etc. Eso despertó mi entusiasmo por la lectura y hasta hoy día. Después los libros se volvieron una pasión, no sólo los leo (uno por semana, más o menos; cuando fallo, uno por quincena), sino que me gustan como objeto físico. Sus colores, el olor de su papel, las impresiones, etc. De hecho, escribo esta nota desde mi biblioteca, donde tengo quizá unos 1.900 libros, y algún «incunable», como la primera edición del Canto General de Neruda. Pero me detengo aquí, pues la idea no es hablar de mi biblioteca, sino evacuar la consulta de mi amigo. Aquí va una selección, divida en dos grupos: Infancia y Adolescencia- juventud, debido a las dos «camadas« de mi amigo.

Libros para la infancia (5 a 12 años)

El libro de la selva, de Rudyard Kipling, la conocida historia del bebé abandonado en la selva, que fue criado por lobos. Una narración hermosa porque transmite dos valores: la solidaridad y el amor por los animales.

Los cuentos de Andersen, Hans Christian Andersen, el famoso escritor danés autor de El patito feo, La sirenita, El soldadito de plomo, La reina de las nieves. Tienen la fuerza de crear universos y distinguir los valores de la bondad, el coraje, la voluntad, etc.

Los cuentos de los hermanos Grimm, Jacob y Wilhem, alemanes, autores y recopiladores (pues ordenaron relatos de la tradición popular alemana y francesa, algunos de autores desconocidos), entre ellos Hansel y Grettel, Blanca Nieves, La Cenicienta, Barbazul, El gato con botas, La bella durmiente, y decenas más. Su obra fue muy extensa, 210 cuentos. Pocos filólogos y escritores es la historia tuvieron la disciplina y sistematicidad de ellos.

La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson, el gran escritor escocés quien narra la maravillosa historia Jim Hawkins y su «Hispaniola», quienes se aventura en la búsqueda de un tesoro en una isla lejana, siguiendo las instrucciones de un sospechoso mapa, y logra vencer a una tripulación de forajidos piratas.

Los viajes de Gulliver, del gran escritor irlandés Jonathan Swift, un libro que es también para adultos pues una alegoría sobre la humanidad, sus prejuicios, lo relativo que son las distintas perspectivas del mundo. Lemuel Gulliver viaja a distintas regiones del mundo (imaginarias y verdaderas), a la tierra de Lilliput, de Brobdingnag, a Laputta, Balnibari, Luggnagg, y al país de los Houyhnhnms, donde los caballos mandan y los hombres son sus bestias de carga y trabajo. Un libro apasionante, que enseña sobre la relatividad de la existencia y los falsos absolutos. A veces uno es grande, a veces infinitamente pequeño.

Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, en realidad llamado Charles L. Dodgson, matemático, lógico y fotógrafo británico, otra gran alegoría sobre la existencia y sus extraños y oscuros signos. Lo verdadero no es lo que parece, la mayoría de las ocasiones, sería la gran enseñanza para la niña Alicia que entra en un mundo de fantasías, de imágenes, donde tiene que descubrir las claves. Para adultos, es casi un relato epistemológico. Pero, sobre todo, es un gran libro para niños.

Los libros de Julio Verne. Cualquiera de los libros de Jules Verne, el gran escritor francés nacido en Nantes, fue una pasión para mi infancia y primera adolescencia. Verne escribía sus libros casi por peso, pues los publicaba en los periódicos parisinos para ganarse la vida por tractos, por capítulos, y así iba construyendo una obra maravillosa, en la cual tuvo la habilidad de adelantarse a su tiempo. El submarino, los aviones modernos, el viaje a la luna, etc. , estaban ya en la imaginación de Verne:

  • Veinte mil leguas de viaje submarino
  • Un capitán de quince años
  • La isla misteriosa
  • La vuelta al mundo en ochenta días
  • De la tierra a la luna, etc.

Las aventuras Huckelberry Finn, del gran Mark Twain, quizá la primera novela estrictamente estadounidense, escrita en lenguaje vernáculo. Fue el Dickens de los EEUU. Las travesuras de un niño rural de Missisipi, donde se narra, en el ambiente racista de ese sur profundo, las aventuras y las peripecias de la existencia. Tom Sawyers, su otro personaje, sienta los arquetipos del valor y la bondad para varias generaciones de jóvenes estadounidenses.

El Lazarillo de Tormes o su versión nacional. En realidad, Huckelberry Finn tiene su precedente en el Lazarillo, esa novela española anónima, cuya primera edición data de 1554. Es el joven aventurero, golfo, que se las agencia para salir adelante en una España rural de los caminos y los pueblos. Muchos de nuestros países en América Latina tienen su versión. En Costa Rica se llama Marcos Ramírez del gran novelista Carlos Luis Fallas, quien narra las aventuras y travesuras de un joven campesino travieso de Llano Grande de Alajuela, quizá la mejor novela escrita en Costa Rica.

El principito, de Antoine St-Exupéry, el gran escritor y aviador francés, otra obra para niños y para adultos, otra alegoría sobre el sentido de la existencia, sobre la amistad, el amor y las cosas que realmente importan. Una de las obras maestras escritas en menor número de páginas en la historia de la literatura. El principito, el zorro y su flor, son imágenes icónicas en la sensibilidad de ya varias generaciones.

Incluyo dos obras contemporáneas que no existían en mi infancia, desde luego:

Las aventuras de Harry Potter, de J.K. Rowling (¡como no incluirla…!), la escritora inglesa envuelta en una polémica en estos días, quien es quizá la principal promotora de la lectura en la última generación de niños y adolescentes. Harry, y sus aventuras en un mundo de magia, ensueño y prestidigitación sigue todos los patrones del género: una trama, un problema o misterio a resolver, y personajes buenos y altruistas y otros aviesos y complejos.

El mundo de Sofia, de Jostein Gaarder, escritor noruego, la gran travesía sobre la historia de la filosofía. Desde Platón hasta Aristóteles, pasando por Maquiavelo, Rousseau, Kant, Marx y Sartre. La historia de las ideas explicada en forma fulgurante y divertida para la mente de los niños. Y que también sirvió para que muchos adultos aprendieran algo de filosofía.

Dejo para la siguiente etapa de la vida (para la adolescencia y la juventud) algunas de las obras más importantes de la historia de la civilización, empezando con la Ilíada, la Odisea, Los trabajos y los días de Hesíodo, el Quijote, etc. Pero esta segunda parte, la literatura para los jóvenes, será el contenido de mi nota del próximo mes.