El lunes seis de enero de este esperanzador año asistimos a un hecho inédito e inesperado: unos locos tomaron el Capitolio de la autoproclamada democracia occidental por excelencia, los Estados Unidos de Norteamérica.

Mucho se ha hablado en estas semanas y no quiero ni imaginar todo lo que dará de sí este asalto al poder. Y no se trata del hecho en sí, cada mes ocurre algo similar en repúblicas bananeras o africanas, lo más llamativo es que sucediera en ese país del norte de América. He decidido quedarme solo con un punto muy particular y que me ha llamado la atención sobremanera: manifestantes portando camisetas que promocionaban el propio evento. Camisetas con el logo «MAGA» (Make America Great Again) y debajo la frase: «Civil War» seguida de la fecha «January 6, 2021». Lo de la fecha es lo más importante, es para los negacionistas y por si a alguien le quedan dudas de qué hecho histórico se trata. Imagino que también será para venderlas por millones dentro de dos o tres décadas. Es EE. UU., ellos funcionan así.

La producción

Llevar a cabo u movimiento civil (violento o no) necesita de organización, medios, fondos económicos y apoyos por aquí y por allá. Voy a dejar que los politólogos debatan sobre la pertinencia y la conjunción de estos factores para el éxito de la revuelta; como soy una persona sencilla y de perfil bajo, prefiero centrarme en la confianza que tenían los manifestantes en el éxito mediático de la acción que emprendieron.

Si haces cientos de camisetas con el lema «Guerra civil, 6 de enero de 2021» es porque estás seguro de que vas a salir en los medios y de que no va a ser solo para saludar. Los manifestantes de las fotos y, sobre todo, el de los cuernos y el pecho descubierto sentado en la silla del presidente —de la cámara de representantes— sabían que sus esfuerzos tendrían fruto. No llevaban muchas armas, no parecían muy fornidos ni tampoco los más inteligentes de la nación, sencillamente (y de alguna manera que no será fácil de explicar) sabían que lo conseguirían. Esos seres portadores de una «imagen prefabricada» sabían que iban a entrar en el Capitolio. Y si sabes que vas a triunfar, pues te lo montas bien.

Como bien dicen las generaciones actuales: el outfit es fundamental. Una guerra civil en el siglo XXI no puede tener un outfit del siglo pasado, ¡ni siquiera uno de la década del diez! No, amigos, no. Hoy, las redes sociales lo copan todo y si no se ve tu Civil War T-shirt con la fecha, pues no estuviste allí. ¿Quién puede pretender hacer a «América grande de nuevo» si ha estado en el mismísimo Capitolio con la vestimenta equivocada y no lo ha publicado sus fotos en redes sociales?

Ese debe haber sido el gran error de los confederados, por eso no llegaron a nada.

Una guerra dentro de las fronteras de tu país tiene cierto glamur

Los Estados Unidos del norte de América tienen un origen, digámoslo así, complicado.

De lo poco que sé, todo parece empezar cuando trece colonias británicas se rebelan contra los piratas que las fundaron. Hasta ahí, no hay gran diferencia con los orígenes de muchos otros países independientes.

Pero, pocos años después y durante más de cinco décadas, la convulsa evolución de los estados, creciendo hacia el sur y el oeste, fue llevada a cabo de manera salvaje. Cuando se habla del «salvaje oeste», puede que no se refiera uno al oeste conquistado, sino a los conquistadores.

Hoy se sabe que muchos pueblos de esas tierras conquistadas ya no eran salvajes cuando los colonos sajones llegaron a ellas. Hacía más de un siglo que los españoles las habían ocupado y muchas tribus indígenas estaban compuestas por personas que hablaban castellano y con ciertas costumbres europeas y lo que llamaríamos civilizadas, tal vez más que las de sus segundos conquistadores, unos salvajes que iban matando todo a su paso en busca de El Dorado.

Mataban búfalos e indios como si no hubiera un mañana. El gobierno de los Estados Unidos había comprado tierras al recientemente independizado Estado de Méjico. Las había comprado por dos duros y urgía llenarlas de gente, a toda costa, como fuera. El que llegaba primero y ponía una huerta, se la quedaba. Esa riqueza ficticia, esa violencia desmedida hizo que algunos quisieran más…

Entonces, los del sur se rebelaron contra los del norte. Aquella guerra civil fue algo predecible. En aquellos momentos la ley que prevalecía era la de la selva. El norte quiso poner normas al sur, el sur al norte y como no se entendieron, pues a luchar. Si todos tenían derecho a usar armas para proteger las tierras conquistadas, ¿No era el hermano de otro estado también un conquistador?

Pues esa guerra civil no tuvo nada de glamur. Los del sur querían llegar al norte, pero nunca pudieron. Los estados del norte eran más fuertes, eran los primeros, ganaron de calle.

Pero dos siglos y algunos años después, la bandera confederada (la de los estados del sur) entró por fin en el Capitolio. Y digo «por fin» porque es lo que deben haber pensado los del outfit de «Guerra Civil, 6 de enero 2021».

Sin armas y sin caballos, pero con sombrero de piel de mapache y cuernos, con la bandera confederada y el logo de MAGA como estandarte renovado; dignos representantes de una película distópica como Mad Max (por cierto, ambientada en el 2021), estos mequetrefes de la extrema derecha más callejera, se abrieron paso entre las sillas de los diputados y senadores. Se dieron el lujo de dejar notitas a los que normalmente ocupan esas sillas y hasta se llevaron algunos souvenirs, como no podía ser de otra manera.

¿Y qué vendrá después?

Solo nos queda imaginar. Si han sido capaces de hacerse camisetas y revivir banderas del pasado, ¿con qué no nos sorprenderán estos insurrectos del mal gusto?

El outfit del rebelde no puede hacer otra cosa más que evolucionar. No son conservadores de pacotilla, no señor. MAGA puede elegir, si quiere, el look de su líder, Donald Trump. Voy a elucubrar. Creo que veremos hombres y mujeres con rostros color naranja, con peinados revueltos y con los labios apretados y sobresaliendo de sus caras de piedra.

La moda Civil War puede dejar barbudos vestidos de camuflaje en la parte superior y usando pantalones rosas con un logo de Hello Kitty o camisetas con lemas tan estrambóticos como «Vacunas o libertad», «Guerra civil de los inmigrantes», «Ex espaldas mojadas apoyan la Guerra civil», «Y ahora invadiremos Canadá». Esta gente es capaz de todo por salir en las redes sociales. ¡Hasta son capaces de cerrarlas si no salen con su careto enjuto! Sí, ¿por qué no? Alguno dirá que si ellos inventaron Internet pues por qué compartirla.

Y así mil cosas… pero siempre con camisetas, no lo olviden, el merchandising, que el capital, el crecimiento económico y el consumo, liberalismo y tal y cual.

Pobres Estados Unidos del norte de América (que no americanos, porque americanos somos muchos, no solo esos del medio América del norte), les espera una temporada complicada. Llevan sembrando odio desde hace décadas; desde que empezaron a mandar en otros países creyéndose la policía del mundo.

¿Quién va a defender al ciudadano medio de esa mezcla de estados? Que me descentro, el outfit… ¡El outfit de guerra civil! Lo dicho, no van a parar de sorprendernos.

Abrazo y a verlas venir.