La creciente afición a la paleontología y la arqueología está ocasionando un verdadero expolio de yacimientos y, cómo no, el consiguiente daño al patrimonio histórico. Y es que no es la primera vez que los aficionados a los fósiles publican sus descubrimientos a través de la ventana permanentemente abierta de Internet.

Con este objetivo se han creado videos e imágenes en los que se observa cómo, por ejemplo, se limpian con lejía restos de depósitos protegidos y antiquísimos tesoros repartidos por toda nuestra geografía, como las míticas huellas de dinosaurio. Situándose estas siempre en el punto de mira de los fanáticos del fósil.

Evidentemente criticados por arqueólogos y paleontólogos profesionales, estos aficionados pueden llegar a almacenar botines de casi tres décadas de actividad fuera de la ley en los jardines de sus domicilios, en los garajes e, incluso, en las vitrinas de sus salas de estar. Lo que se dice un delito contra el patrimonio a la vista de todos los que pasen por las casas de estos delincuentes de la cultura.

No hay que olvidar que las leyes de patrimonio histórico consideran los fósiles bienes de dominio público y prohíben extraerlos sin autorización y mucho menos venderlos. Sin embargo, un gran número de estos aficionados al fósil alegan —cuando son descubiertos por la policía— que ignoran esas normativas. Un argumento de muy escasa base cuando se trata de verdaderos expertos en estas disciplinas que pueden llegar a atesorar diferentes fósiles de gran valor.

Con todo, la policía advierte de que, cada vez más, topan con personas que salen a buscar fósiles como quien sale a buscar setas. «La gente tiene la sensación de que lo que hay en el campo, o bajo la tierra, no es de nadie y puede cogerlo. No es así», explica el sargento Josep González, jefe de la Unidad Central de Patrimonio Histórico.

Igualmente, como añade García Bueno, entendido en el tema que nos ocupa, «para muchos de ellos es una afición inocente, una pasión. Les mueve la aventura de salir al monte y buscar un tesoro escondido, el placer de encontrarlo… y la necesidad de compartirlo». Es más, según González, «desde hace un par de años, vemos que hay personas que muestran en redes sociales sus habilidades, como si fueran Indiana Jones».

Al hilo de esto, los aficionados saben que pueden meterse en un buen lío si tocan restos arqueológicos. Pero con la paleontología, la percepción del riesgo disminuye. «Da la sensación de que es algo que se ha hecho toda la vida y que no pasa nada», cuenta Maite Miró, jefa del servicio de Arqueología y Paleontología de la Generalitat de Cataluña.

No obstante, Miró constata que han crecido las consultas a Cultura de aficionados que solicitan permisos para buscar y excavar. Pero declara que las autorizaciones se expiden solo a profesionales (biólogos, geólogos, historiadores…) con un proyecto científico detrás. Y advierte de que, quien va por la libre, se expone a una infracción administrativa o, en los casos más graves, a un delito.

A pesar de todo, «es prácticamente imposible aplicar cualquier medida de vigilancia sobre unos espacios que, además, suelen ser extensísimos y muchas veces ni siquiera están señalizados», admite Miró. Y recordemos la existencia de un mercado negro que también preocupa a las autoridades.

En 2017, apunta González, los Mossos d’Escuadra detuvieron a dos hombres en Amer (Girona) por expoliar yacimientos y exportar sus hallazgos (brazaletes, puntas de flecha, fósiles de dinosaurios y de invertebrados) a países como Estados Unidos y Japón. «Parte del material lo falsificaban: vendían souvenirs con motivos africanos o mayas como si fueran del Neolítico».

Por otro lado, la policía vuelve a incidir en que la actividad de estos aficionados perjudica al patrimonio ya que, sin metodología científica, la extracción de restos puede suponer la pérdida de información del contexto en el que se encuentra el objeto y causar un perjuicio irreparable.

«No son profesionales y muchas veces acaban dañando los restos. No dudo de que pueda ser una actividad bonita y recreativa, pero si permitimos el expolio es como si tenemos un libro de historia y dejamos que cada uno recorte una palabra», concluye Jonatan Herrera, jefe del área central de investigación de patrimonio de los Mossos.

Nota

García Bueno, J. (2021). Los piratas de la paleontología: la creciente amenaza de los buscadores de fósiles. El País. Noviembre, 21.