El mejor escaparate que uno puede poseer es la actitud que se demuestra día a día. No es tener los ojos azules, ni ser rubio, ni la tableta de chocolate bien plantada, ni tan siquiera presumir de un cuerpo escultural. Hoy escribo mi primer artículo (mi escaparate) para WSI y me gustaría ser una bocanada de aire fresco para alejar los problemas que tanto nos preocupan y estresan. Yo he logrado disiparlos con el running y desde entonces es mi droga.

Estas líneas las he pensado y compuesto en un momento de soledad, en una charla íntima conmigo mismo. Ese lugar lo encuentro a diario en la calle, en los caminos, en cada esquina… corriendo. Sí, aquello a lo que ahora se le llama running y que hace un tiempo se denominó footing. Lo cierto es que yo siempre he asociado la palabra footing al famoso “trote choninero” y al chándal de abuela holgado. Sin embargo, el concepto running ha modernizado ese estilo y se ha convertido en algo moderno y apasionante. Si eres runner estás a la moda, ya que la disciplina se asocia a gente sana y con vitalidad. Eso sí, para ser runner hay que tener un kit de supervivencia: el pulsometro de última generación (que te mide el pulso, los kilómetros/hora, gps…), las mallas de marca que se ajustan perfectamente o las camisetas técnicas fluorescentes, ni qué decir de las zapatillas (tema bastante recurrente y a veces polémico para cualquier runner). Este espécimen sale- salimos- a la calle con paso firme, con ganas de comerse el mundo desde la primera zancada, con la cabeza bien alta y sintiéndose el rey del mundo. Pero si se hace es llamando la atención. Si no, no vale. A diferencia de antes, cuando el que practicaba footing lo hacía por las calles con disimulo, casi pidiendo perdón. Lo que antes era raro, ahora es lo que se lleva.

Cada fin de semana en cualquier ciudad del mundo se celebran carreras populares que llenan de colorido, fiesta y entusiasmo las calles. Si nunca has participado en alguna de estas pruebas, desde aquí te recomiendo apuntarte a una y ver lo que pasa. Ya te digo que la adrenalina que se siente al pasar la meta es prácticamente indescriptible.

La verdad es que salir a correr, si uno lo hace como un hábito, se convierte fácilmente en un estilo de vida. Engancha. Las endorfinas y la serotonina se disparan y hacen que te encuentres más feliz y satisfecho contigo mismo. Te vienes arriba sin entender muy bien cómo sucede, pero lo que sí sabes es que quieres repetir.

Con todo esto no pretendo “convertir” a nadie a la religión del running, sino que a través de este post puedan entender un poco más a aquellos amigos, familiares o conocidos que cogen las zapatillas y salen a correr a pesar de la lluvia, la nieve, haga frío o calor. No están tan locos como parece, sino que puede que estén buscando de esta manera su motivación para ser más felices y optimistas.

Como he dicho al principio del artículo, el mejor escaparate para afrontar el día a día es la actitud. He de confesar que no soy rubio ni tengo los ojos azules, pero lo de la tableta de los abdominales no lo descarto si sigo corriendo…

PD: Soy partidario del saludo runner. Aunque no puedas ni con las zapatillas, saluda al resto.