El jueves de esta semana se juega en Rusia el partido inicial del Campeonato Mundial de Fútbol. El Mundial del '62 -decía la canción oficial de entonces en Chile- es una fiesta universal...

En aquel tiempo los equipos participantes fueron 16; para el primer campeonato mundial (Uruguay, 1930) habían sido sólo 13; desde 1982 (España) fueron 24; desde 1998 (Francia) son ahora 32; y está previsto que en la fase final de 2026 sean... 48.

No sólo eso; se dice la fase final porque en la fase clasificatoria participan los equipos representativos de todos los países afiliados a la FIFA (Fédération Internationale de Football Association​), los que son actualmente 211, vale decir, más que los Estados miembros de las mayores organizaciones intergubernamentales, incluidas Naciones Unidas (193 miembros), la Organización Internacional de Policía Criminal, INTERPOL (190 miembros) y la Organización Mundial del Comercio (162 miembros); y los países afiliados a la FIFA se agrupan en seis grandes confederaciones regionales, que en conjunto cubren todas las partes habitadas del globo.

Le guste a usted o no el fútbol, la expansión de la FIFA es pues una dimensión más de la realidad planetaria actual; con lo que no falta quien le atribuya ser un factor encubierto de la imposición de los poderes políticos y económicos imperantes en el mundo de hoy...

De lo que sí no cabe duda es de que el fútbol se ha transformado en un negocio de gran escala: en buena parte de los países los clubes son ahora sociedades anónimas; los contratos de jugadores se transan en mercados de compra y venta; la publicidad comercial abarca desde las camisetas de los jugadores hasta los avisos en los estadios y, cómo no, cubre también las transmisiones televisivas. Y ahí va la FIFA, extendiendo su organización, promoviendo el juego en todo el globo, ampliando la afición y la concurrencia a los estadios, registrando ingresos siderales y, también, desatando escándalos de corrupción en su organización central y la de distintas confederaciones.

Como sea, el hecho es que una buena y creciente parte de la población mundial sigue las competencias nacionales e internacionales todas las semanas, ya sea desde las graderías o en vivo y en directo. La primera vez que una Copa Mundial de Fútbol se transmitió por TV y para unos pocos países fue en 1954 (Suiza), cuando el goleador yugoslavo Milos Milutinović tuvo el privilegio de marcar el primer gol de un mundial que se haya televisado; en 1962 (Chile) fue la primera vez que, aunque en diferido, las imágenes se retransmitieron a otro continente, Europa; en 1966 (Inglaterra) hubo transmisión satelital y en colores para todo el mundo, aunque sólo de la inauguración; ya en 1970 (México) la transmisión en directo y en colores para todo el mundo cubrió todos los partidos; y en 2014 (Brasil) llegó a 214países. Los partidos del Mundial son 64 y se estima que los espectadores por TV y dispositivos móviles fueron en 2014 más 1.000 millones para la final, más de 2.000 millones para el total de partidos y se estima que este año serán en total más de 3.000 millones.

De los participantes este año, ocho son latinoamericanos; 14 son europeos; cinco africanos y cinco asiáticos (incluido Australia, que para el planeta fútbol es parte de Asia). En cuanto al idioma nativo de los equipos, para ocho es el castellano, para cuatro el árabe, tres hablan inglés, dos alemán, dos francés, dos portugués y los restantes once cada uno su propio idioma nacional. Puestos todos al lenguaje de los goles, está por verse quién gane. De momento los pronósticos no faltan. El banco UDB, de Suiza, se tomó la molestia, según dice, de realizar cien mil simulaciones, empleando la misma metodología que usa para prever las transacciones financieras; su resultado fue que los equipos con mayores posibilidades de ser campeón son... Alemania, Brasil y España, o sea, los mismos que, salvo algún otro no mencionado, podría indicar cualquier aficionado bien enterado, y que señalan también las cotizaciones de las casas de apuesta.

Al margen de la econometría, o del albur, el caso es, sin embargo, que la pelota es esférica, como la Tierra, pero no gira sobre un eje ni en órbitas regulares, sino según la habilidad de los jugadores y el vaivén de los equipos. De vaticinios, no iría por ende más allá de lo que sigue: el campeón será, como ha sido siempre hasta ahora, europeo o sudamericano; y en la fase de grupos clasificarían cuatro sudamericanos, y el resto europeos, salvo tal vez un africano y, o un asiático. De ahí en adelante, de mi parte se trata tanto de pronóstico como de deseos: los cuatro sudamericanos pasarían a cuartos de final; luego dos a semifinales, a los que muy probablemente les correspondería eliminarse entre sí, de modo que uno jugaría por el tercer lugar y el otro por la final, con lo que de nuevo un país sudamericano ganaría el campeonato en Europa.

Lo que en todo caso puede esperarse, es que de nuevo sea una fiesta y, de nuevo ahora, todavía mucho más que antes, una fiesta universal.