Hay maneras de prepararse como espectadores, la mejor forma de hacerlo es con buen contenido como The Last Dance u otros similares. He aprovechado la cuarentena para sumergirme en los documentales de ESPN «30 por 30», un proyecto que surgió en 2009 para celebrar los 30 años de la cadena y presentó 30 documentales de una hora, iniciando en octubre del año de la celebración y culminando en diciembre de 2010. El resultado fue tan bien recibido por la crítica que de ahí en adelante se han lanzado varias temporadas, películas completas y pódcasts. Entre los documentales presentados en ese debut estuvieron The Two Escobars —que narraba la historia del asesinado futbolista colombiano Andrés Escobar, parte de la vida del delincuente Pablo Escobar y la relación del fútbol con el narcotráfico—, Once Brothers —la historia de la relación de Dražen Petrović y Vlade Divac, jugadores del equipo de baloncesto de Yugoslavia previo a su disolución— y Jordan Rides the Bus —que cuenta el momento en que Michael Jordan deja el baloncesto y empieza a jugar béisbol—. Es precisamente gracias a Michael Jordan y al documental The Last Dance que decidí ir al archivo de «30 por 30». Aunque esta pieza no hace parte de la serie, sabía que encontraría historias similares, más cortas, en ese «archivo».

The Last Dance, la serie documental de ESPN y Netflix, cuenta con un trabajo de investigación serio y meticuloso. La búsqueda de personajes involucrados en la historia de Jordan y los Bulls fue tan exhaustiva que en internet aparecieron artículos preguntando por los pocos ausentes, como Karl Malone y Bryon Russell, de los Jazz de Utah, quienes no aceptaron participar. Tampoco aparece el manager del equipo de Chicago, Jerry Krause, quien falleció en 2017 —el documental empezó a rodarse en 2018—. The Last Dance cuenta con excelentes tomas del camerino que revelan más de la personalidad de los protagonistas, así como un trabajo de edición preciso, que incluye canciones de los 90. En los videos de YouTube de temas como The Choice Is Yours de Black Sheep, que hacen parte de los episodios, es fácil encontrar comentarios como: «Who’s here from the “TheLastDance”». El seriado nos mostró a muchos la actitud megacompetitiva de Jordan, a quien un gesto de rechazo mínimo le generaba el estado mental necesario para dar recitales en la cancha. Incluso mintió para motivarse y animar a sus compañeros, tal como sucedió con el escolta LaBradford Smith, de los Washington Bullets. Jordan dijo que Smith le había dicho «buen juego, Mike», de manera despectiva el 19 de marzo del 1993. Algo que jamás sucedió.

Para seguir la misma línea vi El día menos pensado, la serie documental que muestra un poco de las relaciones internas del equipo Movistar en la temporada 2019. La mala suerte de coincidir con la pieza de la NBA hizo más notoria su poca profundidad. Salvo las personas que rodean a Richard Carapaz —ganador del Giro 2019—, no hay voces externas al equipo relacionadas con algún miembro, lo que le quita polifonía. Además, su intro y edición me parecieron poco trabajados.

Aplaudo en todo caso la producción de este trabajo, es fenomenal disfrutar de este parón obligado en los deportes para poder mirarlos con más detenimiento, para poner en tres dimensiones esa realidad que solemos reducir al resultado y los nombres. La verdad, creo que el periodismo deportivo necesita mucho más documentales y menos programas de opinión. Más reporteros atentos a la investigación de datos históricos, cifras que pueden traducirse en historias: la consecución del sexto campeonato por parte del equipo de basquetbol de Chicago, de la mano de un jugador con las cifras a su favor, por ejemplo. No creo que nunca se presente una sobreoferta documental, porque no todos están dispuestos a tomarse el tiempo de investigar y producir piezas que toman tanto tiempo, pero que sin duda dejarán más huella que la ya rutinaria perorata de los «expertos». A fin de cuentas, lo que más queda son esas historias, no los análisis tácticos. Por eso serán tan memorables Michael Robinson, artífice del programa Informe Robinson, que hace todo lo que trato de decir en estas líneas, y el Trinche Carlovich, ídolo de figuras del fútbol al que le faltaron títulos pero no talento. Ambos se fueron en estos meses de encierro. Ambos merecen una búsqueda rápida en Google.

Mientras aguardo a rematar esta cuarentena deportiva con el documental, en dos partes, de Lance Armstrong, llamado LANCE, pienso si en algún momento el canal deportivo premium de mi país, Win Sports + se animará a lanzar contenido de ese calibre, contenido premium. The Two Escobars solo tocó una parte de la relación del deporte favorito colombiano con el negocio que le dio infamia mundial. También hay espacio para el ciclismo, como lo mostró Matt Rendell en su libro Los reyes de las montañas, porque el dinero de la droga también rodó con algunos escarabajos. Poco se sabe de las pesas, el deporte que ya le ha dado dos medallas olímpicas a Colombia. Y qué decir del patinaje, la disciplina que aún no se hace olímpica y en la que los equipos colombianos suelen llevarse el título en los campeonatos mundiales. ¿Sabemos si Mariana Pajón es un caso único o hay un trabajo masivo por parte de alguna federación para obtener más ciclistas de BMX de ese nivel? Tal vez si tuviéramos más de estos descansos podríamos ver cómo los dineros calientes llegan a nuestras pasiones de domingo.