Hace unos cuantos días estuvimos en plena temporada de regalos y fiestas, ya sea por nuestra religión, nuestras costumbres, por tener que entrarle al intercambio navideño en nuestros trabajos o por tener que ir con la familia política. Es decir, por gusto o por compromiso, pero tuvimos que entrarle a la cuestión de los regalos.

En las tiendas se vivió un boom de mercancías, ofertas, paquetes de productos, etc.

Y, bueno, no falta el típico eslogan de que la temporada no se trataba de regalar, sino de compartir… Cuestiones muy ligadas finalmente.

Y luego está la cuestión de seleccionar el regalo, pensar en el gusto de la persona, en sus preferencias, en la talla, en la calidad, en el precio, etc.

Finalmente pensamos ¿pero que le regalo, si lo tiene todo? Y claro, a veces el dichoso regalo es de duración corta, si elegimos flores y chocolates, se acaban en dos o tres días; si regalamos un florero, adorno, vajilla, etc., se corre el riesgo de que se rompa en las siguientes semanas; si regalamos una película o cd, probablemente después de ser vista o escuchado se valla directamente a la basura. Y ni qué decir de los regalos tecnológicos: sumamente caros y al año sale una nueva versión… Eso sin contar que si se te cae, o si le salpicas tantita agua, ya no va a servir. Y con los juguetes de los niños se aplica el clásico de que se entusiasman más con la caja que con el juguete, y ni qué decir de la duración…

Aparte, gastaste un montón en cajas, bolsas y moños que se fueron directamente a la basura, además de las cajas, empaques, unicel, rellenos etc., que de por sí ya vienen en los empaques de los productos.

Así que yo quiero invitarte a una nueva dinámica de regalos: los regalos con causa. Son regalos muchas veces intangibles a simple vista, pero que de verdad cumplen con el propósito de compartir. Por ejemplo, hay muchas organizaciones altruistas que tienen campañas en donde reciben un donativo pequeño, por alguna actividad precisa y te entregan una tarjeta o constancia de dicho donativo, así que puedes regalar un kilo de arroz a una comunidad pobre, apoyar a un niño huérfano con un juguete o pagar una esterilización a un perrito de la calle, todo ello a nombre de la persona a la que le vas a regalar la tarjeta de dicho donativo.

Por ejemplo, yo AMO a los animales, a todos menos a las cucarachas. Entonces, si alguien me regala una constancia de que se pagó un bulto de croquetas para perros callejeros a mi nombre, voy a ser muy, muy, MUY feliz. Claro que me encantaría una tableta nueva, pero sinceramente estoy dentro del 32.5% de la población mundial con acceso a internet y por ende que sabe leer, escribir y puede cubrir sus necesidades básicas. Y, en un planeta en donde somos más de siete mil millones de habitantes, esto es un lujo, porque quiere decir que ustedes que me leen y yo somos apenas unos afortunados y hay más de 4,760 millones de personas en el mundo que probablemente no puedan acceder a internet por no saber leer, por vivir en una población muy marginada o porque tendrían que elegir entre comer un plato de sopa o pagar una hora de internet…

Así que más de la mitad de la población del planeta necesita más de un suéter que nosotros que ya tenemos 4 o más en nuestros closets.

En estos momentos, vale la pena más pensar de forma global porque ,si seguimos pensando de manera individual, seguiremos estancados en una problemática alarmante, donde no se puede encontrar cura para el cáncer, donde se realizan matanzas a niños en sus escuelas, donde hay gente que muere por no poder pagar un antibiótico y donde, a pesar de haber pasado por dos guerras mundiales y tener tantos aparatos tecnológicos, no podemos ponernos de acuerdo en respetar el suelo y el derecho de los demás.

Así que, con un regalo con causa, sí cumplimos el objetivo de compartir, yo recibo mi tarjeta, la persona que me la regala ya gasto su dinero en festejarme, y el perrito que comerá este mes va a ser muy feliz, y yo menos gorda, por si habían pensado en regalarme chocolates.

Hay muchas organizaciones que dan este tipo de regalos, a veces tarjetas o a veces venden artículos, en donde la ganancia se va a la noble causa y, finalmente, tienes un regalo tangible para entregar.

Otro tipo de regalos es el trabajo voluntario. Este sería un regalo de ti para el mundo. Me gusta pensar en agradecer mi fortuna compartiendo. Y no es que sea rica, pero sé leer, camino y estoy sana, y eso es mucho pensando de forma global, así que no pierdo nada si ayudo a que una persona invidente atraviese la calle o si voy un día a ayudar a pintar las bancas de un parque público. Y ni qué decir de la alegría que puede uno compartir conviviendo con otros. Y si esos otros están atravesando orfandad o abandono, es muy grato para ambos.

Así que no se trata de andar regalando productos sin sentido, sino de compartir y de tratar de que ese regalo abarque a más beneficiados. Somos muchos y para salir del hoyo hay que ayudarnos o nos seguiremos hundiendo, y el mundo ya no tolera más basura y desperdicios de las cosas efímeras y sus empaques.

Una organización que me encanta es Hamlin Fistula Ethiopia http://hamlin.org.au/

Cuando me enteré de lo que hacían, lloré mucho. Y vi que hay toda una gama de problemas para trabajar, para apasionarnos y realmente darle un sentido y una trascendencia a nuestras vidas a través de lo que hacemos por otros desde nuestro corazón. La organización se encarga de apoyar a mujeres que padecen fístula obstétrica en Etiopía. La fístula obstétrica es una lesión del parto causada por la obstrucción prolongada del trabajo de parto en ausencia de una oportuna intervención médica de emergencia, que suele ser una cesárea. Durante el trabajo de parto obstruido y prolongado, la sostenida presión de la cabeza del niño sobre el hueso pélvico daña los tejidos blandos, que finalmente se perforan y crean un orificio —o fístula— entre la vagina y la vejiga y/o entre la vagina y el recto. Debido a esa presión, se interrumpe la circulación sanguínea en los tejidos, los cuales finalmente son afectados por necrosis. Ulteriormente, esos tejidos muertos se van eliminando, y así queda destruida en parte la pared originaria de la vagina. El resultado es una constante filtración de orina y/o materia fecal a través del orificio y hacia la vagina. Las mujeres aquejadas por la fístula obstétrica, además de padecer incontinencia urinaria constante, sufren vergüenza, segregación social y problemas de salud. Se calcula que en Asia y el África subsahariana más de dos millones de mujeres padecen una fístula obstétrica sin tratar.

Esta afección tiene cura, se puede corregir con una sencilla cirugía. Su costo es de 300 dólares, más o menos lo que cuesta un buen smartphone, pero esa cantidad es inaccesible para las mujeres que la padecen, que viven en países muy pobres en donde se carece de hospitales.

Así que se puedes apoyar a estas mujeres a través de dicha organización, ya sea mediante donativos, compra de regalos, y algo maravilloso es que puedes brindarles cobijo, literal, a través de tejerles una cobija. Vi el vídeo de algunos testimonios de mujeres que la padecen y lloré: las abandonan y segregan totalmente, llegan al hospital devastadas y solas… Aquí las atienden, las rehabilitan y las hacen volver a sentirse dignas y humanas. Y cuando están convalecientes, reciben una cobija tejida, generalmente por otras mujeres en países lejanos, que las tejieron para ellas. A mí este gesto me pareció extraordinario. Así que estoy aprendiendo a tejer y en breve mandaré mi cobija.

Así que puedes encontrar formas de dar un regalo compartiendo a gran escala, un regalo de ti para ti, trabajando en lo que te apasiona, un regalo de ti para el mundo, o un regalo de ti para esa oveja verde de la familia que se apasiona por salvar animales, por reforestar o por ayudar a mujeres, niños o viejitos y que no necesita una nueva bolsa, pues ya tiene 24 más.

Y hablando de compartir, te comparto el enlace del documental A walk to beautiful, para que conozcas acerca del trabajo de la organización que comenté.

http://www.pbs.org/wgbh/nova/body/a-walk-to-beautiful.html