Mucho se ha escrito acerca de la desigualdad de géneros. Se está trabajado para mitigarla, pero aún nos encontramos lejos de una genuina igualdad. Son incontables los ejemplos de discriminación contra las mujeres, pero lo cierto es que dicho género además de sufrir violencia, es víctima de una verdadera crueldad que nos hace cuestionarnos acerca de nuestro progreso como sociedad y pone en tela de juicio la evolución del ser humano.

Se ha catapultado el crimen de trata de personas a niveles insospechados, llegando ya a ser un verdadero mercado global, comparable al narcotráfico, en donde las principales víctimas son mujeres y niñas. Y no solo son sometidas a explotación sexual, sino que son esclavizadas y tratadas con tal violencia que terminan por sentirse totalmente deshumanizadas, aún después de haber salido de la red y sus captores.

Innumerables ONGs han surgido para buscar una solución ante esta problemática y los gobiernos han llevado a cabo nuevas medidas en contra de este crimen atroz, pero considero que la solución no va por ahí. No se trata de poner leyes más severas o de difundir a mayor escala las atrocidades perpetradas por la red de criminales que manejan el tráfico de personas. Considero que deberíamos analizarnos como sociedad global, pues el hecho de que este negocio haya llegado a dichos niveles se debe a que el mercado de consumidores ha crecido. A pesar de que hemos disminuido drásticamente los niveles de analfabetismo, no hemos logrado un avance en educación y valores, pues algunos hombres siguen considerando a las mujeres como un objeto para darse placer por tres pesos y una hora. A mí lo que me alarma no son los criminales, sino esos magnates con gran poder económico que “alquilan” a chicas para sentir placer sometiéndolas a vejaciones. Ellos, los consumidores, son los que realmente tienen el poder para frenar este negocio, pero no lo hacen a pesar de ser personas con buen nivel adquisitivo y, probablemente, con cierto nivel educativo.

Es verdaderamente indignante enterarse de casos como el de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, dirigente de un partido político del Distrito Federal en México, quién ha sido acusado de manejar una red de prostitución dentro de su partido y llevar a cabo sus actividades laborales en sus propias instalaciones, captando a las chicas a través de anuncios clasificados en el periódico ofreciéndoles trabajo, para finalmente hacer uso de su poder económico y de la necesidad de las mujeres que buscaban empleo para inducirlas a la prostitución. ¿Sus clientes? Los demás políticos integrantes de su partido, hombres con mínimo un nivel educativo de licenciatura, con dinero, con familias, que en su mayoría se jacta de practicar una religión, con hijos, hijas…

Y no es un caso aislado en donde los compradores gozan de buen nivel socioeconómico. Hay políticos, empresarios, sacerdotes, artistas y personajes públicos, etc., que han sido blanco de escándalos por su consumo de prostitución. ¿Qué hay de ellos? A la mujer se le estigmatiza, se le victimiza; a la ley se le critica, se le exige; pero ¿quién analiza a los compradores?

La desaparición de mujeres es un crimen cada vez más alarmante que está llegando a niveles dramáticos en México, y en el resto del mundo. Aquí ya no solo tenemos a las muertas de Juárez. Tan solo en 2014 más de 400 mujeres entre 12 y 21 años fueron robadas, secuestradas o desaparecidas tan sólo en el municipio de Ecatepec, en el Estado de México. Dicho estado se compone de 131 municipios, mientras que el país se compone de 32 estados.

Tenemos mucho por trabajar: desigualdad, inequidad, ablación, cáncer cervicouterino, embarazos en adolescentes, aborto… pero me alarma el alto nivel de crueldad. El siglo XX fue el siglo de los genocidios y espero que el XXI no se convierta en el siglo de la crueldad contra las mujeres.

Necesitamos una verdadera igualdad económica y de poder. ¿De qué sirve tener derecho al voto si en México hemos tenido que venderlo por los altos costos de los alimentos, el bajísimo salario mínimo y nuestra situación en la que hay 4.5 millones de madres solteras?

¿Cómo es posible que hayamos llegado a la luna y tengamos cámaras en marte, si aquí en la tierra un hombre es capaz de pagar por la virginidad de una chica de 14 años? ¿Acaso cree que la chica lo hace por gusto? ¿En cuál momento de la transacción el cliente llega a tal grado de indolencia?

Necesitamos replantearnos muchos de nuestros esquemas, pues la tierra ya no soporta a esta sociedad voraz que está teniendo un nivel de crueldad desbordante. No solo nos estamos acabando el planeta y sus recursos, sino entre nosotros mismos, y de una forma cruel y despiadada, en donde el esclavismo está de vuelta.

El nuevo feminismo tendrá que ser un movimiento revolucionario en donde no solo somos juez y parte, en estos tiempos también somos víctimas.