A España se la conoce como el país de la picaresca, del Lazarillo de Tormes, de Cervantes y del fútbol, del jamón serrano y de la sangría… pero también como a un país con una crisis económica que dura ya 10 años.

Pasados varios años desde que explotará la crisis económica en España se han ido revelando otros problemas, que sumados uno a uno, parecen estar anclando el país, desesperado por recuperarse.

Algunos problemas son consecuencia directa de la crisis, como el incremento en las cifras del paro, otros se acentúan ahora pero no son nuevos, como la fuga de cerebros que de vez en cuando se hace eco en las noticias.

El talento se escapa por la red

No son dos o tres o cien personas las que han cogido una maleta de cabina y comprado un vuelo solo de ida con Ryanair.

Según cifras del reciente informe EU Mobile workers, reportadas por varios medios, entre 2007 y 2017 se marcharon de España 87.000 profesionales cualificados a otros países de la Unión Europea y Estados Unidos.

El mismo informe destaca que las tres principales motivaciones para abandonar España son los salarios, el paro y la calidad de vida.

La fuga de cerebros ha sacado a la luz un fenómeno que el Banco de España (BE) denomina «el efecto red», es decir, redes de españoles en el extranjero tan bien organizadas que entre ellos se apoyan y se asesoran facilitando que muchos otros compatriotas den el salto fuera de las fronteras nacionales.

Este efecto red preocupa a las entidades nacionales por su impacto directo en la economía del país, ya que cuánto más sólida y efectiva es esta red, más y más españoles, en su mayoría altamente cualificados, se siguen marchando del país.

La eficacia de este llamado «efecto red» apunta a dos verdades diferentes. Por un lado, dice mucho de la solidaridad entre españoles, que se ayudan unos a otros a través de las fronteras de distintos países, demostrando un gran sentido de comunidad. Por otro, pone de manifiesto la amarga realidad de que una parte de la población se ve en la necesidad de emigrar en primer lugar.

Y si la realidad tiene dos caras

Cuando se escucha que los españoles son tratados como ciudadanos de segunda en el país receptor, duele el orgullo nacional lo suficiente como para llenar las portadas de noticias. No es agradable que se refieran a España como uno de los países PIGS de Europa (el acrónimo PIGScerdos, en inglés – hace referencia al grupo de países de la Unión Europea con mayor crisis económica: Portugal, Italia, Grecia y España — Spain en inglés). No es cierto que los españoles emigren a otros países «para vivir de las ayudas del sistema».

No hay que olvidar que a menudo estos rumores o noticias vienen de medios de comunicación sensacionalistas, donde la verdad más insignificante que no representa a la mayoría o a la realidad, se ha estirado y retorcido, sacado de contexto y dado un peso que no tiene, para hacer una noticia donde no hay nada.

Lo que a menudo se olvida cuando estas noticias hacen portada en España, es que también en España se usan estos prejuicios para juzgar a muchos de los inmigrantes que hay en el país, cuestionándose «quién se lleva las ayudas del Estado».

¿No sería mejor pararse a reflexionar, en la misma terraza y con la misma caña con la que criticamos a los inmigrantes que vienen con la seguridad de una verdad inventada, sobre el hecho de que igual que nuestros hijos, hermanos y amigos se marchan a Alemania o Inglaterra en busca de un trabajo mejor y de un futuro mejor, también en España recibimos a gente, también hermanos, hijos y amigos, que han dejado su mundo atrás en busca de algo mejor?

¿No sería justo que se cuestionen estas verdades universales con las que se juzga rápidamente a cualquiera que se ponga por delante? Al fin y al cabo, a menudo la verdad, como las monedas, tiene dos caras y lo que se aplica a un lado de la realidad, puede aplicarse al otro.

En España se habla español

La educación española enseña inglés como materia obligatoria desde temprana edad y aun así, hablar inglés no es una competencia común entre los españoles en edad de trabajar, según los resultados del English Proficiency Index realizado en 2018 por la agencia EF y reportado por El Confidencial.

Y es que en el colegio pueden enseñar lo básico, pero depende de cada uno el continuar esa enseñanza en la edad adulta, depende de si se ve como algo importante para uno mismo. «El que venga a España que hable español», se escuchan de vez en cuando, quizás más hace unos años que en la actualidad. Sin embargo, siendo España miembro de la Unión Europea y un país cuya economía depende en gran parte del turismo, no parece una lógica muy sólida.

Poniendo algunas cifras a la importancia del sector del turismo en España; en 2014 visitaron España un total de 65 millones de turistas según datos del INE. Un número a tener en cuenta cuando la población del país es de 45 millones. En 2018, esta cifra ascendió a más de 82 millones de turistas.

La industria del turismo generó más de 60.000 millones de euros provenientes de turistas extranjeros en el año 2017, según Europa Press. Esto sin contar con los ingresos derivados del impacto de este sector en el resto de la economía.

Sin centrarnos en los números, la información es poder y el conocimiento es una de las mejores herramientas que se pueden utilizar. A menudo esta información viene en diferentes formatos, soportes e idiomas.

El inglés, tercera lengua más hablada irónicamente por detrás del español, es considerado idioma universal ya que es el idioma más utilizado en el mundo de los negocios y turismo, tecnología y mundo académico (se calcula que el 75% de la bibliografía científica está escrita en inglés).

En conclusión, todos estos ejemplos intentan poner de manifiesto un tipo de mentalidad que contribuye a la crisis económica que azota al país. Es cierto que la crisis ha sacudido fuerte pero hay algo más que dificulta la recuperación.

No es solo la crisis de 2008, ni de la burbuja inmobiliaria, ni de la caída del euro, ni siquiera de la crisis de Grecia. No es solo eso.

Es también la mentalidad con la que se juzga a los inmigrantes en España cuando los españoles también emigran; la mentalidad con la que se determina que no es necesario saber más inglés que el spanglish que está de moda y que nos impide ver que la realidad tiene dos caras y que hay más verdad que la aceptada por universal.

Es el reflejo de un elemento estructural y mientras este no cambie, y se adopte una mentalidad más flexibles, crítica y autocrítica y abierta al cambio, a aceptar que estábamos equivocados, siempre habrá crisis, empezando por una de identidad.

Artículo actualizado en octubre de 2019