¡Oh ironía, tu nombre es trabajo!

Y vaya que es cierto, es extraña la búsqueda de trabajo y en ocasiones puede ser desde un relato tan épico digno de Homero hasta la situación más simple del mundo, pero la realidad es que todos y cada uno necesitamos trabajo llegados a cierta edad, ya sea para salir con los amigos o pagar cuentas,. El ingreso al mundo laboral puede no ser tan glamoroso como a veces se supone.

Este es un tema delicado, pero también hasta cierto punto cómico, pero sin lugar a dudas es de suma importancia y, lo mejor de todo, tan actual como que respiramos para poder vivir.

Muchos culpan a la situación, a la economía, al país donde viven, al sol, la luna y cuanto ente habido o por haber uno se invente o imagine; la realidad es que muchas veces sucede algo que decimos por aquí en México, “sales a buscar trabajo, rogando a Dios no encontrarlo”. Pero, ¿que tan real es este dicho popular?

Sé y entiendo que no soy ninguna autoridad política, pero si soy un actor más en este escenario vivencial y, sobre todo, recientemente me he encontrado en esta situación, esta bella ironía que es buscar y encontrar trabajo.

La primera pregunta que se me viene a la mente es un asunto real y verdadero; hay personas llamadas reclutadores que forman equipos en los departamentos de recursos humanos y cuya labor es precisamente esa, encontrar el candidato ideal para solventar la vacante laboral que en ese momento la empresa tenga. Hasta aquí vamos bien. El problema empieza cuando te das cuenta de la siguiente afirmación tan peligrosa y poderosa a la vez.

Nadie sabe lo que quiere. Pasamos más tiempo buscando “el trabajo adecuado” y menos lo que realmente deberíamos, hacer lo que nos apasiona. Y claro, todo esto sin mencionar que los reclutadores evalúan a los postulantes según el perfil que requieren o les piden y, para bien o para mal, es un hecho de la vida, son pocas personas las que realmente saben lo que quieren o son lo suficientemente honestos para admitir lo que desean y esto lo compruebo de la siguiente forma.

Hagamos un ejercicio: supongamos que tu hogar se está quemando y tienes cinco segundos para tomar las tres cosas que consideras que no puedes perder y lo demás será consumido por el fuego.

Entiendo que el ejercicio es muy drástico y posiblemente burdo, pero con eso expongo mi punto: si es que lo hiciste, seguramente no sabías que tomar primero y si respetaste la regla de los cinco segundos es muy probable que se hayan terminado antes de que pudieras decir algo; y es con este pequeño ejemplo que se entiende un poco mejor lo siguiente. Ambos, empleado y empleador, muchas veces no saben que es lo que quieren o buscan y es por ello que hallar trabajo se convierte en un verdadero problema.

Buscamos trabajo basados más que nada en el tiempo que estaremos ahí, si se descansa fines de semana, si la paga es buena, pero pocas veces nos detenemos a pensar si es verdaderamente algo que queremos hacer por gusto, por pasión; que luego de cinco años haciendo lo mismo no será la cruz con la que debamos cargar, al contrario, que aún pasados años, sigamos asistiendo con el mismo entusiasmo con el que comenzamos.

Y es ahí cuando surge otro detalle; ¿a quién verdaderamente le gusta su trabajo? Puedo decir que soy de los pocos afortunados que verdaderamente disfruto lo que hago. Sinceramente contar historias y escribir es algo que me llena, me apasiona y podría por favor vivir de esto; y si le añadimos un poco de música y viajes por el mundo además de videojuegos, sería la persona más feliz del mundo laboralmente hablando.

Pero regresando al punto que nos atañe y quiero enfatizar. Independientemente de lo que sea que hayas estudiado, de lo que te digan o no, sigue tus pasiones, nadie se conoce mejor que tú mismo y cuando se escucha al corazón, difícilmente uno puede equivocarse, así que ya sabes, persigue tus sueños y si verdaderamente quieres algo, lucha por ello o sigue los pasos que necesitas llevar a cabo para lograr tu meta y siempre recuerda.

El inicio de toda gran aventura comienza con el primer paso.