La historia ha sido uno de los aspectos más manipulados para conseguir determinados objetivos políticos. Este es el caso de los nacionalismos periféricos como el catalán, que pretende separarse del resto de España.

Los historiadores independentistas afirman que Cataluña fue un Estado en el pasado, por lo que tiene derecho a serlo en el futuro.

En primer lugar, no es cierto que haber sido un Estado en el pasado legitime secesiones futuras. Todos los países de Europa, sin excepción, son el agregado de múltiples territorios que fueron reinos, principados, repúblicas, ducados, cantones, condados y señoríos. Y algunos de ellos hasta tiempos tan recientes como el siglo XIX: por ejemplo, Alemania e Italia.

Y, en segundo, los condados catalanes nunca conformaron un reino independiente, sino que pasaron en el siglo XIII de la soberanía de los reyes francos a la de la Corona de Aragón. Por el contrario, otras regiones españolas actuales (Asturias, León, Castilla) sí fueron reinos y, sin embargo, no se deduce de ello derecho alguno a la secesión.

Otra de las cosas que dicen es que Cataluña no participó de la historia de España. La primera capital de la Hispania romana fue Tarragona. Y la primera de la Hispania visigoda, Barcelona. Durante la Edad Media, los catalanes participaron, al igual que los demás españoles, en la Reconquista. Jaime I de Aragón, por ejemplo, conquistó el reino de Murcia en nombre y por cuenta de su yerno Alfonso X de Castilla.

Asimismo participaron en el proceso repoblador, pero no sólo de Valencia y Baleares, sino también de territorios castellanos como Valladolid o Sevilla. La sevillana Coria del Río, por ejemplo, fue otorgada por Alfonso X a «150 omes de Catalunna».

Y los catalanes participaron durante siglos en todos los hechos de armas de la historia de España: la conquista de Granada, la de Navarra, la de Nápoles, la de América, los Tercios de Flandes, la batalla de Lepanto, etc.

También dicen que los catalanes medievales no se consideraban españoles. Todos los testimonios de aquella época demuestran lo contrario. En su Llibre dels feits, escrito por él mismo, Jaime I explicó sobre la colaboración de los soldados catalanoaragoneses en beneficio del reino de Castilla: «Porque lo hemos hecho en primer lugar por Dios, en segundo por salvar a España, y en tercero para que tengamos el gran honor de que gracias a nosotros se haya salvado España». Y al salir en Lyon del concilio en el que se había ofrecido para ir en cruzada a Oriente, declaró: «Barones, ya podemos irnos, que hoy ha sido honrada toda España».

Y de Ramón Muntaner nos ha llegado la mejor explicación de la solidaridad política que, por encima de ambiciones y enfrentamientos, informó a todos los monarcas medievales españoles, cuando reclamó una política conjunta de todos los reyes «de España, que son una carne y una sangre».

También afirman estos historiadores catalanes que en 1714 Cataluña perdió su independencia al ser conquistada por España.

No es cierto que Cataluña fuese un Estado soberano en 1714, sino un territorio con algunas instituciones propias, como en cualquier otro lugar de la Europa del Antiguo Régimen, y parte constituyente de la Corona de Aragón, es decir, de España. No es cierto que se tratase de una guerra entre castellanos y catalanes, sino entre partidarios de dos candidatos al trono de España. No es cierto que lo que moviese a los catalanes fuera la castellanofobia, sino la francofobia. No es cierto que Felipe V suprimiera la soberanía nacional representada en las Cortes catalanas, pues eran estamentales y no representaban a soberanía nacional alguna. No es cierto que Felipe V incorporara Cataluña a Castilla, sino que uniformizó legislaciones y centralizó el gobierno, fenómeno general en toda la Europa de aquel tiempo, lo que también conllevó grandes cambios en la vieja planta castellana, detalle que no suele recordarse.

No es cierto que los catalanes fuesen austracistas y los castellanos borbónicos: muchos de los más importantes gobernantes castellanos fueron austracistas y en Cataluña hubo comarcas enteras que se destacaron por su borbonismo. No es cierto que Cataluña fuese austracista desde el primer momento, pues las cortes catalanas juraron por rey a Felipe V en 1702, tres años antes de hacer lo propio con el Archiduque Carlos tras el desembarco angloholandés en Barcelona. No es cierto que en el famoso 11 de septiembre combatieran catalanes contra castellanos, pues hubo castellanos defendiendo Barcelona del mismo modo que el ejército de Felipe V contó con miles de voluntarios catalanes. Y no es cierto que los catalanes austracistas fueran separatistas, sino que presumieron de ser los más españoles de todos.