¡Macroeconomía Aplicada! Ahora que tengo su atención, hablemos de sexo [Dan O’Brian - Cracked]

Si un grupo de alienígenas llegasen a la tierra, probablemente verían al ser humano como una inmensa colonia de clones uniformados al servicio de las máquinas. Si entrasen en nuestros museos, escuchasen nuestra música, viesen nuestras películas o paseasen por nuestras calles, la idea que se formarían es que nuestra recompensa más deseada es el sexo. Y no es de extrañar ya que todo, desde los anuncios de dentífrico hasta los desfiles de moda, gira de una forma u otra alrededor del sexo. Nos bombardeamos con el tema veinticuatro horas al día, trescientos sesenta y cinco días al año.

Sin embargo, a pesar de esta extraña fijación, la gente baja el volumen y habla como con vergüenza de sexo. Lo trata como ese bombón prohibido devorado por la noche mientras se realiza una rigurosa dieta a base acelgas y pollo hervido. Encontramos mil y una maneras de referirnos al tema con símiles, metáforas y eufemismos. Nuestra música es uno de los mejores ejemplos de esta habilidad.

En la pequeña y gran pantalla es donde parece encantarnos ver sexo. Pero, del mismo modo que en las canciones se utilizan eufemismos y metáforas, solo está permitido cierto tipo de sexo en algunas películas. Tenemos una serie de cintas en las que su simple mención está completamente prohibida. En las que encontrar un chiste lascivo o una imagen sugestiva provoca grandes reacciones de horror. Estas cintas son - curiosamente - aquellas destinadas a “todos los públicos”, es decir: a los niños.

Breve historia de la infancia

El concepto de infancia es relativamente joven, acuñado entre los siglos XVII y XVIII. Suele considerarse infancia al período entre el nacimiento y la adolescencia, que generalmente empieza entre los 13 y 15 años. Sabemos gracias a documentos históricos que en la Antigua Grecia se consideraban adultos a los niños a partir de los 7 años. Que en la edad media los niños eran versiones ‘incompletas de los adultos’. Incluso después de ser acuñado el término, los niños seguían siendo considerados adultos y enviados a trabajar, si bien por un salario menor. La visión actual de la infancia apareció a finales del siglo XIX, gracias a las clases altas y medias que enfatizaron la ‘santidad’ de los niños. Apareció la literatura infantil y empezó a imponerse la asistencia a la escuela a través de Europa, sacando a los niños de las fábricas. Asimismo, la mejor economía permitió la creación de fábricas de muñecas y la visión de la infancia como una época de diversión y felicidad. Con el tiempo, el concepto de infancia - igual que todo en nuestra sociedad - va evolucionando. Hay quien cree que los niños no deberían tener ningún tipo de trabajo - incluyendo en categoría de ‘trabajo’ los deberes en el colegio -, que su vida debería ser libre de preocupaciones y estar orientada a la diversión y al juego. Es un tiempo en el que ciertos temas como la violencia y el sexo son un fuerte tabú.

Las películas infantiles deben cumplir con una serie de requisitos para poder ser consideradas aptas para todos los públicos. En Estados Unidos se califican como G (0-10) o PG (10-13) [Guía Parental Sugerida], mientras que en España son A (0-13) [Aptas para todos los públicos]. Las diferencias entre G o PG son sutiles centrándose en la cantidad de violencia, lenguaje profano o descortés, humor crudo, etc.

Por ejemplo las películas PG pueden tener violencia moderada, acción, sangre, armas - aunque su uso debe ser menor -, leves referencias a drogas o alcohol. Mientras que las restricciones en las películas G son más severas, prohibiendo la mayoría de los temas permitidos en la calificación PG.

El sistema de calificación - o rating - fue instituido en 1968 en Estados Unidos debido a las numerosas quejas recibidas por motivos religiosos sobre la presencia de relaciones sexuales, violencia, contenido profano/insolente en el cine americano.

El sistema de calificación podría ser considerado como una forma infalible para saber si el contenido de una cinta es adecuado para tus hijos. Pero la evolución de los conceptos de la infancia, de lo que es permitido o no para los más jóvenes de la casa, se ve claramente cuando la gente pone el grito en el cielo por la relación entre Chel y Tulio [La Ruta hacia El Dorado; 2000 - Dreamworks]. Cierto que es una relación cargada de tensión sexual. También es cierto que, como la película es ‘para todos los públicos’, los creadores han introducido chistes y escenas para entretener a los adultos y que pasan completamente desapercibidas a los niños.

Otra cinta calificada como PG y que puede considerarse completamente inofensiva es la ganadora de un Goya Las aventuras de Tadeo Jones [2012; El Toro Pictures/Lightbox Entretainment], criticada en las categorías de “sexo y desnudos” - por el escote de la protagonista- , “lenguaje indebido” - por ciertas exclamaciones como “Dios mío”, “mierda” e insultos leves - y “escenas intensas/violentas” - un golpe explícito en la entrepierna y la aparición de una momia iluminada de forma “tenebrosa”.

Pero la que mejor ejemplifica la radical evolución de las visiones de la infancia es Pinocho [1940; Disney]. Calificada como G, el rating está - según algunos padres - desfasado debido a las numerosas escenas “Intensas/violentas”, la presencia de alcohol, drogas/tabaco, palabrotas, violencia y gore; así como algunas pocas escenas en las que aparecen sexo y desnudos. En una de ellas, Pepito Grillo toca accidentalmente el trasero de una muñeca y aparece flirteando en varias ocasiones. En otra se ve una mamá-muñeca azotando el trasero desnudo de su hijo-muñeco.

Estas alertas están recogidas en la página web de referencia cinematográfica imdb y han sido publicadas por los padres en la sección de la página “Parents Guide For” [Guía parental para…], lo que significa que hay padres que consideran que ver el trasero animado de un muñeco puede ser perjudicial para sus hijos. No obstante estos niños seguramente irán al cuarto de baño, donde podrán ver su propio trasero. Probablemente salgan a la calle, por donde pasan mujeres escotadas. Entrarán en restaurantes, en los que hay personas consumiendo alcohol. Las ciudades están llenas de “lenguaje indebido”, irán a museos o encenderán la radio y escucharán música, etcétera.

Como decíamos, nuestra sociedad está plagada de referencias sexuales, tanto explícitas como ‘subliminales’. Es algo a lo que no se puede escapar. Personalmente estoy a favor de proteger a los niños, pero ¿hasta qué punto? Estoy a favor de no mostrar sexo explícito en cintas infantiles, porque no es necesario para explicar una historia, pero de ahí a censurar cintas por chistes verdes que pasan desapercibidos para los más pequeños. Mas pienso que la necesidad creciente de convertir la infancia en una especie de utopía sin preocupaciones es una noción que hace más daño que cualquier otra cosa. Los niños nos son frágiles figurillas de cristal. Han vivido siendo considerados adultos durante miles de años y la sociedad ha sido capaz de evolucionar. Pienso que lo único que conseguimos tratándolos de este modo es mimarlos y darles un concepto irreal de lo que hay en el mundo.

Cierto, la economía actual en America y Europa permite a los niños pasar una época prolongada de su vida sin preocuparse por nada. Pero hasta qué punto es necesario tratarlos como si vivieran en otro planeta.