Cuando nuestras decisiones van a influir en la vida de otra persona, es lógico que tomarlas conlleve el peso de una enorme responsabilidad. Esto es lo que sienten los padres cuando tienen que elegir el colegio al que acudirá su hijo porque, desde luego, esta no es una decisión baladí. En el colegio, el niño construirá un entorno social con el que va a compartir aproximadamente unas 20.000 horas de su vida, más que las que pasa con la familia durante ese periodo. Demasiadas como para no ocuparse de que lo haga en el lugar más adecuado para él. Y en este sentido va el principio esencial que debería guiar la búsqueda de esos dedicados padres: más importante que llevar al niño al mejor colegio es hacerlo a aquel en el que va a ser feliz, en el que va a encajar, en el que va a poder sacar lo mejor de sí mismo.

El psicólogo Marcelino Ruiz de Arcaute, especializado en orientación infantil, señala que “el colegio influye en aspectos muy importantes que conforman la personalidad del niño: transmite conocimientos, hábitos de trabajo, de vida, actitudes, aficiones, formas de pensar, formas de valorar, vivencias, experiencias y amistades”. Por ello, el primer paso es que los padres tengan claro el tipo de centro que deben elegir de acuerdo con los objetivos educativos que tengan: ¿Queremos un colegio en el que prime el expediente académico? ¿O preferimos uno en el que las calificaciones numéricas no sean el centro de la evaluación del alumno? ¿Uno muy exigente u otro más laxo? ¿Una enseñanza competitiva o una cooperativa? ¿Es esencial que sea bilingüe? ¿Queremos un centro que potencie el deporte? ¿Las artes y las humanidades? ¿El uso de las nuevas tecnologías? ¿Educación religiosa o laica? ¿Enseñanza pública, concertada o privada? ¿Queremos un colegio que potencie la diversidad o no?

Todas son opciones válidas siempre y cuando guarden coherencia con lo que el niño va a encontrar luego en casa; la armonía entre los valores que aprehende en sus ámbitos de referencia, la familia y el colegio, es esencial para que estos se consoliden con firmeza. La mayoría de los centros tienen un poco de todo y se sitúan en una llevadera centralidad educativa, pero sí que existen otros con un tono y una seña de identidad más marcada que los padres deberían considerar solo si concuerda con sus propios principios.

Una decisión práctica

A la hora de definir el tipo de colegio que queremos, hay unos aspectos prácticos que debemos tener también en cuenta, puesto que es un lugar al que se va a acudir durante bastantes años y es conveniente que la elección nos haga la vida más sencilla y no al revés. Aspectos como la cercanía, el comedor, el transporte escolar, las actividades extraescolares o los horarios influirán en la calidad de vida, tanto del alumno como de los padres. Asimismo, Marcelino Ruiz de Arcaute afirma que es conveniente que nos fijemos en las características del profesorado, “si es constante, si hay un equilibrio entre juventud y madurez, si se relacionan adecuadamente con los padres…”. Otro aspecto a considerar son los servicios que ofrece el centro: si hay gabinete de orientación psicopedagógica, instalaciones adecuadas y suficientes, visitas y excursiones… Todo ello completará una oferta educativa que queremos sea lo más enriquecedora posible.

Preguntar, preguntar y preguntar

Una vez definido el modelo que queremos, la forma de encontrar el colegio que se ajuste a nuestros requerimientos es, según apunta Ruiz de Arcaute, “preguntando, preguntando y preguntando. Hay que visitar los colegios, hablar con los padres que llevan o han llevado allí a sus hijos, consultar a todo aquel que nos pueda dar información, en el parque, en el barrio… observar el ambiente, hablar con los profesores… Si para comprar un coche, por ejemplo, miramos y remiramos, ¿cómo no lo vamos a hacer para elegir el colegio de nuestros hijos?”, añade el psicólogo. Cuidado en este paso con los foros que podemos consultar en internet, donde normalmente encontramos opiniones extremas que pueden complicar más que ayudar en nuestra búsqueda y que siempre es preciso relativizar.

No existe el colegio perfecto

Por supuesto, después de toda esta exhaustiva búsqueda y esta elección concienzuda, conviene saber que probablemente el colegio elegido no sea perfecto. “Siempre vamos a encontrar un profesor o profesora que no nos guste o algún aspecto que no nos convenza”- afirma el psicólogo- “lo importante es que en la balanza el resultado sea positivo”. Asimismo, es preciso tener en cuenta que esta no es una decisión que tomemos una vez y ya nos podamos olvidar, sino que debemos estar siempre atentos a que nuestro hijo mantenga un óptimo nivel de adaptación a lo largo de todo el periodo educativo y detectar señales de alarma que nos digan si el centro sigue siendo el adecuado para él o no. Al fin y al cabo, esta es una decisión importante que debemos tomar con visión a largo plazo pero de la que siempre podemos cambiar el rumbo si nuestro hijo no es feliz que es, en todo caso, lo más importante.