Beyoncé ha sido objeto de críticas y polémica en la comunidad afroamericana durante los últimos años, principalmente por el progresivo proceso de alejamiento e invisibilización de su herencia étnica. Esta se ha hecho manifiesta en la aparente realización de procedimientos y cirugías estéticas que han modificado su fisionomía afroamericana, el uso de extensiones, cabello postizo, rubio y con reflejos, aunado a los rumores de blanqueamiento -ya sea mediante el sometimiento a tratamientos o a través de técnicas de edición digital- que le han permitido lucir en fotografías, vídeos y campañas publicitarias una piel más blanca y por tanto alejarse de su negritud.

Estos hechos han creado dos escenarios, por un lado ha favorecido la incapacidad de identificación de las mujeres afroamericanas con Beyoncé, quien ha decidido blanquearse, asimilarse y mimetizarse en la cultura pop blanca; al mismo tiempo que estas prácticas le han permitido penetrar en el mercado de una industria musical sexista y racista en la que se les exige a las mujeres no solo ser más bellas, más jóvenes, sino además más blancas.

Sin embargo, Beyoncé se ha convertido en el centro de atención en los últimos días pues, contrario a todas las expectativas, en su último single titulado Formation y su actuación en la SuperBowl -rodeada de bailarinas vestidas como las panteras negras y haciendo una coreografía que evocaba a Malcom X- ha decidido abrazar su herencia negra, rescatar la estética e iconografía afroamericana, pero sobre todo, utilizar sus privilegios en la industria musical para visibilizar la situación social de estigma, menoscabo, precariedad, exclusión, invisibilización histórica y asesinato sistemático de personas afroamericanas como consecuencia del racismo que aún persiste en la sociedad norteamericana.

El vídeo Formation se inicia con las palabras de un rapero asesinado cuando salía de ver por primera vez a su hija recién nacida; la pregunta 2¿qué paso después de Nueva Orleans?", seguida de imágenes en las que se hace referencia a la inacción, negligencia y racismo institucional por parte de las autoridades norteamericanas ante la tragedia del huracán Katrina. En el mismo también se rescata la participación afroamericana en la historia contemporánea con la imagen del líder Martin Luther King; además, se hace una explícita crítica al asesinato de afroamericanos a manos de la policía con un grafiti en el que se puede leer Stop shooting us (Dejen de dispararnos).

Beyoncé en esta oportunidad no solo nos ha sorprendido con el contenido político de este performance, en el vídeo también podemos evidenciar una crítica al canon de belleza eurocéntrico impuesto a las mujeres, ilustrado con la infinidad de pelucas dirigidas al mercado de las mujeres afroamericanas –el cual ha crecido gracias a la descalificación de la estética afro, la vergüenza étnica y el endorracismo-, seguido de la imagen de un grupo de mujeres negras con el cabello natural en símbolo de resistencia y empoderamiento. Además de ello, en la letra de esta canción vindica la estética afroamericana afirmando “me gusta mi nariz de negra como los Jackson Five”, “me gusta mi pelo de bebé y mi afro” mostrando a Blue Ivy con el cabello rizado como respuesta a la ola de críticas recibidas por “mantener” una imagen afro de su pequeña hija.

No obstante, el carácter racista de la sociedad norteamericana no ha tardado en manifestarse; la visibilización –en su nuevo single y su presentación en la SuperBowl- de la historia negra, la dignificación y apropiación de la estética afroamericana, así como la denuncia de las formas de discriminación e inequidad de las cuales aún es víctima esta población, –como era de esperarse- no ha gustado, ha generado malestar, críticas y rechazo. Este hecho ha sido evidenciado de forma satírica en la parodia hecha por Saturday Night Live titulada The Day Beyoncé Turned Black, en la cual podemos ver un público y una industria que solo acepta a la Beyoncé blanqueada, mimetizada. Sin embargo, Beyoncé is black.