Insostenible. Así es el modelo económico y político que afronta Venezuela actualmente, donde la inestabilidad financiera y organizativa hace inviable el desarrollo de proyectos de progreso, por lo que se condena a la población a situaciones precarias que han quedado materializadas en las dolosas imágenes de largas filas para acceder a los alimentos, así como de homicidios diarios y una desgobernanza promovida desde un sector cuya única finalidad es la permanencia en el poder. Ahora, cuando la situación cae por su propio peso, la nación caribeña debe tomar una importante decisión para su historia: seguir con el 'socialismo del siglo XXI' o emprender un nuevo camino político.

Promovidos por la necesidad de un cambio inminente, la población ha abogado por la figura del "revocatorio" para intentar cambiar un modelo político que ha demostrado su fracaso por más de una década, sólo teniendo míseros resultados positivos cuando, años atrás, el precio del petróleo alcanzó sus máximos históricos (lo que representa un efecto del mercado, pero no un mérito del gobierno "bolivariano"). Esa misma necesidad de una renovación ha sido la que ha llevado a que, por primera vez desde la llegada de Hugo Chávez al poder, la oposición tomara la mayoría de la Asamblea Nacional.

Aunque el cambio parece inminente, el verdadero reto está en los medios. La oposición ha apostado por utilizar los métodos democráticos y establecidos en la Constitución para lograr una transición hacia un modelo político más democrático, pero hay, evidentemente, una resistencia al cambio promovido por los sectores gobernantes, donde se emplea la violencia e intimidación para evitar las movilizaciones sociales. Un claro ejemplo ha sido la situación ocasionada durante las manifestaciones contra los cortes de luz, donde un grupo afecto al gobierno ha agredido con golpes y piedras a una de las caras más representantes de la oposición: 'Chuo' Torrealba.

Con los fantasmas del Caracazo y otros procesos violentos aún presentes en la memoria de los venezolanos, así como una década de muerte en cada calle del país, la situación se hace más tensa, mientras que las elecciones parecen el único camino razonable para cambiar a una cúpula que, mientras engrosa sus cuentas millonarias en Estados Unidos y Europa, ha destinado a un país a la miseria, pasando de ser un ejemplo a seguir en Latinoamérica a ser la sombra de esa gran nación que fue pionera en la búsqueda de la libertad y del progreso. El cambio está a la vuelta de la esquina y el 'socialismo del siglo XXI' clava sus garras con todas sus fuerzas a la silla presidencial.