Muchos sucesos históricos unen los destinos de Alemania y Latinoamérica. Los acontecimientos conflictivos relacionados con los nazis refugiados después de 1945 en la región fueron motivo de tensiones y polémicas entre gobiernos sudamericanos durante más de dos décadas. Por esta circunstancia hay una cuenta abierta, difícil de saldar y sin límite de plazo. Sin embargo, existe la esperanza de que los descendientes de los nazis de residencia en Sudamérica se pronuncien sobre los delitos de su pasado ancestral.

Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, muchos nacional socialistas -entre ellos militares de alto rango, civiles y colaboradores- decidieron huir para salvar sus vidas. Para la verticalidad del nazismo este acto era sinónimo de deserción, pues lo común era quitarse la vida antes de entregarse al enemigo, ya fueran los Aliados o el Ejército Rojo. Los nazis que desertaron en Alemania se sometieron a la ayuda de varias organizaciones internacionales – entre ellas gobiernos y organismos asociados a la Iglesia-. La única alternativa que tuvieron fue esperar pacientemente su exilio a Latinoamérica. La ruta comprendía estaciones intermedias en lugares estratégicos como España, Suiza e Italia. A este pasillo de escape se le denominó Ratline.-Línea de Ratas: término náutico en inglés para describir los segmentos horizontales de los escalones hacia los mástiles.

Mientras soldados de todas las categorías del Wehrmacht (Ejército Nacional Socialista) quemaban sus uniformes entre los escombros de las ciudades, los defensores de los Derechos Humanos creían en su arrepentimiento. Existieron muchas rutas de salvación. Una de ellas partía de Flensburg e iba directamente hasta los puertos militares argentinos al norte de ese país. Esta ruta había sido pactada con el presidente Juan Domingo Perón, cuyos contactos económicos y de negocios lo vinculaban a empresarios alemanes asentados en Argentina. Las otras bifurcaciones de la Linea de Ratas comprendían estaciones en Roma, Barcelona y varias ciudades suizas. La España de Franco se ocupó de asegurar hospedaje y sueldo a los ex nacionalsocialistas. Barcelona sirvió de sede hasta 1950 y de allí partieron en barcos hacia Argentina. Para ello Rodolfo Freude (ex jefe del Servicio de Inteligencia del gobierno de Perón) había viajado con anterioridad a Alemania para negociar los cupos disponibles de su gobierno.

Desde los puertos militares al norte de Buenos Aires emigraron más de medio millar de militares nazis a diferentes países de la región: Brasil, Bolivia, Chile y Perú. Entre los casos más conocidos contamos a Rudolf Eichmann, Josep Mengele y Klaus Barbie. Y aún persiste la leyenda de que Hitler logró huir a Latinoamérica en un submarino desde Dinamarca hacia las costas atlánticas sudamericanas. Los inmigrantes alemanes tuvieron la posibilidad de recibir papeles con una nueva identidad. La mayoría adoptó nuevos nombres y apellidos -igualmente germanos- para no ser identificados. Los de mayor influencia usaron la ayuda como una agencia de viajes. Los de rango menor sortearon a sus ancestros más dificultades. Todos se beneficiaron con la oportunidad de salvar sus vidas antes de tener que confrontarse con los tribunales de guerra de Nurenberg y posteriormente Fráncfort.

Aún así, en el balance final, posterior a una guerra como la Segunda Guerra Mundial, existe una responsabilidad muy grande para quienes ocasionaron las muertes. Setenta años después de la Línea de Ratas, tenemos como legado a dos generaciones de latino-alemanes con una gota sanguínea de culpabilidad por lo ocurrido en los Campos de Concentración donde sus padres o abuelos fueron autores de los delitos. ¿Hay en estos herederos alguna responsabilidad moral? ¿Son conscientes de su pasado? Aún no lo sabemos. No existe ninguna ley que les obligue a pronunciarse. Ningún gobierno les ha exigido una explicación. Aunque las organizaciones que ayudaron a sus ancestros y los gobiernos de los países latinoamericanos en que viven conocen sus referencias. No existe ningún registro oficial público. Muchos de ellos no conocen su identidad. Otros han regresado a la Alemania de sus antecesores y viven una vida desprovista de presiones morales.

Pese a que el "Legado de la Línea de Ratas" no tiene ninguna responsabilidad, es preciso escuchar de esta generación un ajuste de cuentas voluntario en un futuro cercano. De ello conoceremos detalles, sentimientos y una nueva perspectiva de la Segunda Guerra Mundial. Este nuevo plano enriquecerá la historia y unirá aún más a ambos lugares; Alemania y Latinoamérica.