Rusia se quedó fuera del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Habría que retroceder hasta 2006 para hablar de la última vez que los rusos perdieron la silla en la comisión. En esta ocasión ha sido por la última, apenas dos votos. Pero la realidad es así. Croacia ha ocupado el lugar gracias a un marcador de 114 a 112. Un poco más lejos estaban Hungría, con 144, y Arabia Saudí, con 152. Sí, el reino es un garante de los derechos sobrevenidos.

Habrá que esperar hasta 2019 para la próxima votación. Hay tiempo y muchas condicionantes que corregir por parte de Moscú. Y muchos alicientes para aquellos países que deseen entrar en el olimpo de la bondad y responsabilidad social.

Varios son los factores que ponen en duda la gestión de Rusia en velar por una convivencia cívica que abarque lo social, económico, cultural, y en lo referente al credo o religión. El país más grande del mundo es una amalgama de razas, etnias y comunidades que aportan una gran riqueza, pero mal entendida por el Gobierno de Vladímir Putin.

A nadie se le escapa que hay denuncias sobre situaciones más que evidentes que tienen que ver con la libertad religiosa, sexual o ideológica. Ya está descubierta la pólvora. Y Rusia no es el idílico albedrío comunista, igualitario, libertario y comprensible de la extinta Unión Soviética, tan añorada por cada vez más sectores de la población.

Rusia es ahora Dios, Patria y Estado sin que el orden de los factores altere el producto.

Pero centrémonos en una cuestión, insignificante a primera vista pero definitiva. Días antes de la votación en el seno de Naciones Unidas, más de 80 organizaciones no gubernamentales, 87, recogieron firmas contra Rusia por su labor en Siria. Una labor loable, salvo que 49 de esas entidades en realidad integraban una sola, la llamada Syria Relief Network.

Cabe recordar que las fuerzas rusas participan en una operación antiterrorista en Siria a petición del Gobierno. Una solicitud que cumple la normativa del derecho internacional y los dictámenes de ONU, aunque las acciones puedan estar bajo crítica o investigación del órgano competente que dictamine la correspondiente sentencia.

Mientras, Arabia Saudí será juez y parte en un órgano junto a países como los antes mencionados, además de China, Japón o Irak por un periodo de tres años. Choca en la candidatura saudí que no cuente con el firme rechazo de alguna asociación por cuestiones internas o externas. La comunidad internacional conoce de sobra que su reglamento está basado en la ley islámica con un aliciente, la Monarquía de la Casa Saud.

De puertas para adentro, en el Reino se habla de tortura, discriminación, trata de personas, papel limitado de la mujer o la pena de muerte –decapitaciones públicas incluidas-. No es necesario abordar asuntos como LGTB.

En cuanto a política internacional, hay que fijar la atención en Yemen de un tiempo a esta parte. Un territorio en guerra, un conflicto silenciado entre la opinión pública pero real. Verdadero como el ataque realizado por la coalición internacional, liderada por las fuerzas saudíes, sobre territorio yemení el pasado 8 de octubre y que se cobró la vida más de 140 personas que asistían a un funeral. No hay que recordar que recientemente los órganos legislativos de EEUU han permitido demandar al reino saudí por su posible implicación en los terribles atentados del 11-S.

Rusia no es quizá un ejemplo como Arabia Saudí, pero si tomamos las situaciones en conflicto, EEUU no es tampoco un baluarte en pos de los derechos humanos. La misión que lidera en Siria bajo el paraguas de la coalición internacional tiene varias cuentas pendientes, pero si fijamos la vista en otros territorios también hay muestras de su falta de responsabilidad.

Ha pasado un año y todavía están muy presentes las imágenes del hospital de Médicos Sin Fronteras en Kunduz (Afganistán) arrasado por un bombardeo. Objetivo erróneo de las fuerzas del Pentágono que causó al menos 42 muertos, más de 30 desaparecidos y decenas de heridos. Entonces, por qué unos sí y otros no. La Guerra Fría se juega en todos los frentes, incluido el humanitario.