Un mantra que se oye bastante últimamente es que estamos saliendo de la crisis, algo que a todos nos gustaría que fuese verdad, pues independientemente de la opción política que gobierne y de que estemos de acuerdo o no con sus medidas, todos queremos que éstas funcionen y que la calidad de vida de los españoles mejore. Sin embargo, lo que se ha podido ver a lo largo de estos años han sido medidas que, lejos de combatir el problema, han ido encaminadas a adaptar a la sociedad al mismo hasta que finalmente han conseguido normalizar una situación que hasta hace poco era considerada catastrófica. Una situación que incluso se ha agravado en multitud de aspectos, pero por la que ya no nos rasgamos las vestiduras, ya que, según dicen, estamos saliendo de la crisis y ya no hay por qué preocuparse.

La salida de la crisis en números

Hace ya casi cinco años desde que Mariano Rajoy llegó a la Moncloa con unos planes de creación de empleo y recuperación económica escritos en un cuaderno personal del que jamás se volvió a oír hablar. Desde entonces ha defendido su gestión al frente del Gobierno como la mejor forma de superar esa situación insostenible en la que nos había dejado el gobierno de Zapatero. La mala gestión llevada a cabo durante su segundo mandato había llevado a España a unos niveles de paro insostenibles, obligando al presidente socialista a convocar elecciones anticipadas.

Si nos atenemos exclusivamente al empleo como medidor de la recuperación económica, podemos ver que cuando Rajoy llegó a la Moncloa para resolver esa situación insostenible, en España había un total de 18.153.000 personas ocupadas y 5.287.300 parados según datos del INE. Esos datos alcanzaron sus niveles más dramáticos durante el cuarto trimestre de 2013 cuando el número de parados ascendió hasta los 6.278.200 mientras que el número de ocupados bajaba hasta los 17.030.200. Desde entonces esos niveles se han ido moderando levemente y en el cuarto trimestre de 2015, al finalizar el primer mandato de Rajoy vemos que el número de ocupados era de 18.094.200 personas y el de parados de 4.779.500 personas. Como vemos Rajoy había conseguido que el número de parados se redujera en 507.800 personas al mismo tiempo que había reducido el número de personas con empleo en 58.800. Todo esto mejoró durante el gobierno en funciones, aumentando en 433.300 el número de personas con empleo en el tercer trimestre de 2016 y reduciéndose el número de parados en 458.700.

Como vemos, lejos quedan esas cifras de los 3’5 millones de empleos que se proponía crear el Partido Popular durante su primera legislatura –aunque si nos atenemos estrictamente a su legislatura, veríamos que en lugar de crear, habría menguado el número de empleos en más de cincuenta mil-, mientras que lo que sí ha conseguido es que la cantidad de población activa se reduzca en 592.000 personas desde el cuarto trimestre de 2011 hasta el tercero de 2016, bien porque muchos parados han pasado a dejar de figurar en las listas a pesar de no haber conseguido un empleo o porque han emigrado a otro país en busca de mejores oportunidades.

Otro factor a tener en cuenta es de la precariedad del empleo. Tras estos años de recuperación España ha conseguido escalar hasta los primeros puestos de temporalidad en Europa, teniendo a principios de 2016 apenas un nueve por ciento de contratos indefinidos. Esta temporalidad sumada a la bajada generalizada de sueldos que ha venido sucediéndose desde 2009 auguraba desde hace tiempo un conflicto con el sistema de pensiones y finalmente hemos visto cómo la hucha del fondo de reserva de la Seguridad Social ha ido menguando retirada a retirada hasta los 25.176 millones de euros. Este fondo de pensiones fue aumentando progresivamente, incluso durante los peores años de la crisis con Zapatero, hasta 2011, momento en el que alcanzó los 66.815 millones de euros. A partir de entonces ese fondo ha ido cayendo estrepitosamente y en el momento actual se cree acabará tocando fondo a finales de 2017.

La situación es perfectamente normal… ahora

Después de ver estas cifras de la recuperación es normal que nos quedemos todos mucho más tranquilos. La situación laboral en España es muy parecida a la que teníamos en 2011, con la particularidad de que en el camino hemos tenido unos recortes en Sanidad y Educación, una ley mordaza que la ONU ha instado al Gobierno a retirar y en la que es posible que acaben incluyendo los “memes” políticos, un rescate a la banca que ya nos han dicho que jamás nos devolverán o unas subidas de impuestos contrarias a su programa electoral y justificadas con la herencia recibida –de la que han hecho su legado-. Hemos visto cómo ha aumentado el porcentaje de personas en riesgo de pobreza al tiempo que incrementábamos nuestra población de millonarios y cómo se ha ido normalizando la corrupción política bajo la premisa de que todos roban.

La realidad es que ahora, a diferencia de 2011, la situación no es tan crítica aunque sea peor. El monstruo de la crisis vino y en lugar de combatirlo se decidió que debíamos adaptarnos a él, hacerle sitio en nuestras casas, alimentarlo y rendirle pleitesía no fuese que desatásemos su ira y nos devorase a todos. Hemos llegado a un punto en el que nos hemos acostumbrado a tenerle en nuestras vidas y cuando devora a alguien sólo ocupa un pequeño espacio en la sección de sucesos. Lo cierto es que si estamos saliendo de la crisis no es porque ésta haya desaparecido, sino porque la hemos integrado en nuestra realidad.