Que el marketing es una ciencia donde todo está estudiado y en la que las marcas nos conocen como a la palma de sus manos, eso es irrefutable. Si no, dígame usted si puede dormir por las noches pensando en la taza de ‘Chip’, el personaje de La Bella y la Bestia, que una gran cadena textil está a punto de sacar al mercado.

Yo, no puedo. Desde que la vi, tengo que tenerla… Exageraciones aparte, lo cierto es que la marca ha creado tal expectación y necesidad de compra que se ha desatado una auténtica locura por el producto en Internet, las rede sociales y el boca a boca. La cadena lleva tres semanas anunciando la venta de la dichosa taza, atacando nuestros más recónditos deseos y haciéndonos partícipes de una experiencia de compra que ha empezado mucho antes incluso de que vayamos a la tienda. Eso, señores, se llama neuromarketing.

“Estamos ante una campaña de marketing que se basa en la teoría del consumo psicológico y de la conducta del consumidor”, explica Fuensanta Carratalá, experta en neuromarketing. “Han generado expectación y sensación de urgencia en el cliente, para crear a la vez una experiencia única antes, durante y después de la compra que es mucho más importante que el producto en sí mismo”, puntualiza.

El estreno de la película en los cines ha sido el reclamo perfecto para que la marca enganche a los clientes más acérrimos de Disney. Fuensanta Carratalá añade que, además, el producto “ha unido a tres generaciones de potenciales clientes, porque es un film que no sólo gusta a los niños, sino también a los mayores que hemos crecido viendo La Bella y la Bestia”.

De hecho, la primera película de Disney se estrenó en 1991. ¿Lo recuerda usted? Aquella primera generación ha llevado ahora a sus hijos al cine y está lista para consumir merchandising. Pruebe a poner ‘taza’ en Google y dígame qué sale en los primeros resultados. O busque en Facebook la palabra ‘Chip’… No se asuste. Es una locura.

“De eso se trata el neuromarketing –añade la experta-, de conocer el comportamiento del consumidor, cómo siente, cómo percibe los productos y qué decisiones le llevan a la compra. Y, normalmente, esas decisiones son más emocionales que racionales”. Por eso, de todos los personajes de la película, “la cadena ha elegido el que nos provoca una mayor sensación de ternura, dulzura y apego”, puntualiza Carratalá.

“Se trata, en definitiva, de conocer al consumidor para crear el producto que cubra sus necesidades, en este caso, emocionales”, explica la especialista en neuromarketing. Esta ciencia se ha convertido, en los últimos años, en el aliado perfecto de las marcas para vender. “Cada vez hay más empresas emocionales, que son aquellas que usan el neuromarketing como estrategia de venta”, indica Fuensanta Carratalá.

El conocimiento del cliente es imprescindible. Lo ha sido siempre, de hecho, pero hoy en día, con las redes sociales y toda la información que circula sobre los usuarios en Internet, las marcas están más cerca de nosotros que nunca. Ah, por cierto. Si está usted buscando la tazita de Chip, que sepa que de momento sólo se vende en Reino Unido, y está agotada. Permanezca atento a las redes sociales de P… ¡¡Oich!! Parece que el neuromarketing funciona.