Tenemos un Estado interventor, heredado a los cambios adoptados por el país –en forma cada día más y más progresiva- después de la II Guerra Mundial, que en la actualidad mueve más del 75% del PIB. Pese a ello, los indicadores de crecimiento, pobreza y desigualdad apuntan a un Estado disfuncional, que requiere urgentes y profundos cambios. La inexistencia de un ejército, que fue abolido en 1948, impide –sin embargo- como ocurre en otros países del área, que haya pronunciamientos militares que compliquen aún más el panorama. Si esto no fuese per se un problema serio, últimamente hemos sido objeto de fuerte penetración de las bandas internacionales del narcotráfico y sus testasferros que han tocado instituciones sagradas para el costarricense como lo es el Poder Judicial.

En esta circunstancia sea propicia la oportunidad para resaltar un ejemplo de lucha cívica, educacional y legal que esperamos no pase a ser parte de la historia pasada del país, sino a convertirse en claro ejemplo a seguir para las generaciones actuales y las que nos sucedan.

En esta ocasión no voy a hacer referencia a ningún héroe nacional –tema al que recurren algunos países latinoamericanos- para rendirles culto desmesurado - mientras los gobiernos que les exaltan hipócritamente cometen toda suerte de tropelías invocando esos nombres. Tampoco voy a referirme a ningún empresario que se autoerige como salvador del país mientras se llena sus bolsillos de más dinero. Y que por tanto me excusen venezolanos y norteamericanos si mi breve digresión de hoy apunta a una mujer harto sencilla y a un país de poca importancia estratégica.

Una heroína cívica

Me voy a referir a una vecina de mi barrio: juez, maestra y luchadora cívica sin más pretensiones que actuar consustancialmente con sus dictados de conciencia, que provienen de una creencia enraizada en su fe cristiana, algo que se va perdiendo poco a poco en un país que no exhibe más riqueza que la buena calidad de sus habitantes hoy día al vaivén de movimientos monetarios de toda laya, así como embrujado por los ismos políticos de ideologías que no pueden resolver el día a día -tampoco el mañana- porque se afincan en proyectos de re-ingeniería social totalmente alejados de la realidad debido a una mala lectura de Aristóteles que afirmaba que el ser humano es un zoom politikón aunque jamás dijo que debía ser también un zoom electoral y por tanto ser seguidor ciego e irreflexivo de movimientos que oscilan entre Marx-Lenin o Smith- Von Hayek, quizá interesantes como disectores de sociedades, pero no como constructores de ellas.

Voy a escribir de la Dra. Maria Eugenia Vargas Solera, costarricense, mujer de 93 años ,quien es una de las pioneras en mi país de lo que puede llamarse enamoramiento con la Verdad ,con la Razón, con la Justicia, con la Solidaridad, quien tiene clara consciencia de que pese a que el ser humano nace ,se desarrolla y perece en un contexto cultural, social y político construido, ordenado, legislado ,amén de sometido a fortísimas presiones internacionales, puede -sin embargo- hacer abstracción de esas fuerzas para preservar valores ,afincarse en ellos y demostrar su enorme valía en la construcción de mejores condiciones humanas, no de proyectos de ingeniería social con planos diseñados para formar-uniformar-dirigir personas como si fuesen soldados al estilo de lo que un día se le ocurrió a Adolf Hitler en Alemania y hoy -como la Historia suele repetirse - a Kim Jong-un en Corea del Norte.

En esa Costa Rica casi idílica del pasado – que cabe reiterar ya no es la Costa Rica actual – nace mi heroína Doña Maria Eugenia Vargas Solera. En un país que se distingue por el rol que juegan sus mujeres en la vida educacional y política, dado con su empuje y tu tesón, han dado luchas encaminadas a superar el machismo heredado de tiempos de la Colonia.

Así, en la actualidad los cargos de elección popular deben llenarse de forma paritaria y en caso de que algún partido político no cumpla con esta regla antidiscriminación, el Tribunal Supremo de Elecciones no permite la inscripción de papeletas.

Y hace varias Administraciones atrás el país da un nuevo paso en la lucha por liquidar formas arcaicas de discriminación en razón del sexo, que comienza por modificar textos ancestrales de educación en donde la frase: «Mama amasa la masa y papa lee el periódico» ha sido proscrita de los textos de enseñanza primaria.

¿Pero cómo comenzó esta transformación..?

Parte muy importante de la lucha por sacar la cabeza en el machismo imperante lo comienzan a dar en los años 40 varias mujeres intelectuales que enorgullecen las artes, las letras y la lucha de vanguardia política, pese a una ola política que trataba de negar derechos adquiridos con el solo hecho de nacer mujer y no varón.

En 1974 la lucha de las mujeres logra que se establezca la Oficina de Programas para la Mujer y la Familia ,que en 1986 se transforma en el Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia, entidad rectora de políticas nacionales a favor de las mujeres .Y ese empuje y tenacidad pro dignificación de la mujer da un nuevo paso con la Ley de la República N° 7801 que establece una entidad autónoma y descentralizada denominada Instituto de la Mujer- INAMU- a cargo de una mujer que se elige cada cuatro años y quien se reconoce como Ministra de la Condición de la Mujer.

En razón de que son muchas las mujeres a las que el país debe honrar para que las generaciones actuales y venideras no olviden su rol en la construcción de las condiciones que distinguen al país, el INAMU decide establecer un Salón Especial en donde se coloca el retrato de las mujeres que más se han distinguido en la formación de esta Patria y en ese Salón se encuentra un retrato que honra a doña María Eugenia.

La primera mujer juez de Costa Rica

De la reseña que hace la actual presidenta de la Asociación Costarricense de Juezas, la Dra. Maria Luisa Meseguefr, extracto:

«La Dra.vMaría Eugenia Vargas Solera nació en San José el 13 de junio de 1922. Cursó sus estudios primarios en la Escuela República Argentina de Barrio México y la educación secundaria en el Colegio Superior de Señoritas, donde obtuvo su título de Bachiller en Ciencias y Letras.

La educación superior la realizó en la Universidad de Costa Rica, donde obtuvo, en 1948, la Licenciatura en Derecho; el año siguiente, el de Notaria Pública. También obtuvo el título como profesora de Educación Cívica. En el año 1950 representó a Costa Rica en el Congreso de la Comisión Internacional de Mujeres en El Salvador, al lado de María Teresa Obregón de Dengo, Guillermo Villalobos y Estela Quesada.

Participó en la redacción de documentos para instruir a las mujeres en el ejercicio del sufragio, que por primera vez tenía el país, como iniciativa del Comité de Cooperación de Costa Rica a la Comisión Internacional de Mujeres.

Mediante beca de las Naciones Unidas, llevó a cabo en 1954 estudios especiales en el campo de la Delincuencia de Menores, en Montevideo, Uruguay y Buenos Aires, Argentina; al año siguiente formó parte del equipo redactor del Proyecto de ley de la Jurisdicción Tutelar de Menor. Además, fue profesora de Educación Cívica y participó en el Seminario Nacional de Educación Obrera dirigido a capacitar dirigentes sindicales de las organizaciones obreras democráticas.

Ejerció el cargo de Jueza Penal y Jueza Tutelar de Menor en la provincia de San José. Asistió a la Reunión de Juristas Especializados en Derecho de Familia y Menores, para preparar Xl Congreso Panamericano del Niño de la Comisión Internacional del Niño, Quito, Ecuador.

En 1960, fue invitada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos de América, para conocer y observar el trabajo del Juzgado de Familia y de Menores, centros de menores, grupos voluntarios, y actividades de prevención de la delincuencia. Participó en el proyecto "Muchacha, levántate", con el fin de descubrir y potenciar en los grupos de mujeres, habilidades laborales a desarrollar para mejorar la calidad de vida. Entre sus artículos escritos se encuentran los de delincuencia juvenil, sobre la mujer en la vida pública, prevención de la discapacidad, autoestima, temas religiosos, entre otros.

María Eugenia Vargas no sólo es una mujer muy destacada en la vida nacional por ser la primera jueza del Poder Judicial, sino, porque, participó en la redacción de proyectos de ley como: Jurisdicción Tutelar de Menores, Código de Familia (vigente), Código Penal; Igualdad de Oportunidades para las personas con discapacidad (vigente); Colegio de Terapeutas en Ciencias de la Salud (presentado a la Asamblea Legislativa. Además, ha desempeñado puestos como: Asesora Legal de la Comisión Nacional sobre Alcoholismo, Profesora de Riesgos Profesionales, Tutelar de Menores y de Familia en la Escuela de Derecho de la Universidad de Costa Rica; Directora Administrativa de Recope; Presidente de la Asociación de Industrias de Buena Voluntad; Miembro del Consejo Directivo del Consejo Nacional de Rehabilitación y Educación Especial. Miembro del Consejo Directivo del Consejo Nacional de Rehabilitación y Educación Especial; Vicepresidenta del Grupo Latinoamericano de Rehabilitación con sede en Bogotá, Colombia.

Al ser Presidente de la Fundación Otto Solera, obtuvo el Premio de la Defensoría de los Habitantes por el aporte a la mejor calidad de vida del costarricense 2003. Por su trabajo en el campo judicial y cívico recibió, en 1990, homenaje de la Comisión Interamericana de Mujeres.

Cuatro años después recibió el premio internacional a la "Mejor Servidora" de Good Hill Internacional, Oklahoma, Estados Unidos. El Consejo Universitario de la Universidad Santa Paula le concede el título "Doctor Honoris Causa en Desarrollo Humano" en el año 2006. En ese mismo año, la Corte Suprema de Justicia le confiere el reconocimiento por haber sido la Primera Jueza del Poder Judicial.

El Colegio de Abogados colocó, en este año 2007, su retrato junto al de Ángela Acuña Braun (primera abogada) y Virginia Martén Pagés (primera notaria pública) por ser la Primera Jueza del Poder Judicial y Primera mujer abogada en la Junta Directiva del Colegio de Abogados».

Video en homenaje de María Eugenia Vargas Solera