El proyecto llamado a ser el nuevo sistema hegemónico celebró su novena cumbre con una marcada diferencia. Rusia y China apuestan por un giro en la geopolítica ganando peso, mientras el resto busca peso en la economía.

Los países que integran el BRICS han celebrado una importante reunión en la ciudad china de Xiamen. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica marcaron una hoja de ruta para abordar el estado del proyecto, con la crisis de la península coreana de telón de fondo que al final se ganó todo el protagonismo. La sexta prueba nuclear ordenada por Kim Jong Un, eclipsó el discurso de unidad pactado por el bloque.

Tras un inicio muy prometedor como alternativa –principalmente- económica querían dar un salto cualitativo en el ámbito geoestratégico. La novena cumbre estaba llamada a ser el inicio de un nuevo impulso tras el abrupto silencio que el grupo ha mantenido en los últimos años. Las llamadas economías emergentes atraviesan serias dificultades, como es el caso del ‘gigante latinoamericano’ que se agravan con las cuestiones internas.

El bloque tiene brechas que han quedado evidenciadas en los últimos tiempos y es que son cinco potencias con sistemas políticos y económicos diferentes, en algunos casos incluso en las antípodas. Esas diferencias han hecho mella en la cohesión del grupo.

Al margen de los problemas no debemos olvidar que el BRICS representa a casi la mitad de la población mundial. Un mercado muy apetecible para algunas economías como la norteamericana. De ahí que el objetivo, cuando se fundó en 2009, era convertirse en una sola voz que hiciera frente a la hegemonía dictada por los sistemas tradicionales impuestos por Estados Unidos y Europa.

El impulso que algunos socios quieren imprimir de cara a cerrar la década desde fundación del grupo es la expansión de su llamada economía abierta. Para ello, esta cumbre ha contado con la asistencia de cinco países en desarrollo, entre ellos México y Egipto.

Muchas son las voces expertas que no dan un gran protagonismo al bloque debido a que «solo han tenido una influencia muy limitada en la política y la economía mundial», dejando atrás la esperanza que el BRICS representaba en sus orígenes. Así que la situación de tensión en la región de Asia-Pacífico representaba «una prueba trascendental de su influencia global».

El presidente ruso Vladímir Putin y el anfitrión Xi Jinping repitieron en sus discursos la necesidad de buscar una solución por la vía diplomática. Ambos presidentes se referían a una iniciativa conjunta de paz. Una hoja de ruta preparada por Moscú y Pekín para resolver la inestabilidad en la península coreana —causadas por los ejercicios militares de EEUU y Corea del Sur en la región y el programa de misiles balísticos de Pionyang, según argumentaba la parte rusa.

Este argumento común sería confirmado por el resto de los socios en el seno de la cumbre como mensaje al mundo. El BRICS quiere ser un actor vital en la geopolítica y se juega su papel en un todo o nada. Los críticos recuerdan la falta de efectividad del bloque.

Y es que no muchos han sido los logros acordados por el grupo y los conseguidos se enmarcan en el ámbito económico. El más destacado es el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) que sería la alternativa al Banco Mundial. La entidad inició su andadura en 2015 con un capital de 100.000 millones de dólares, listo para otorgar sus primeras líneas de crédito con el objetivo de estabilizar las balanzas de pagos de los BRICS.

Está claro que la economía juega un papel más prioritario que el geopolítico en el grupo debido a los intereses cruzados de sus socios. El desafío nuclear de Corea del Norte y las tensiones con sus vecinos y la necesidad de ampliar la colaboración en la lucha antiterrorista ocuparon espacio en las intervenciones de la cumbre, pero lo importante estaba en los acuerdos firmados y la mayoría de ellos eran comerciales.

Por ello acordaron crear un fondo de bonos en divisas nacionales. La declaración conjunta asegura que la iniciativa tiene por objetivo «contribuir a asegurar la estabilidad de las inversiones en los países del BRICS, estimular el desarrollo de mercados de bonos nacionales y regionales de los países del BRICS, incluido el aumento de la participación del capital privado extranjero y el mejoramiento de la estabilidad financiera de los países del BRICS».

Una vez más se cierra una cumbre donde las hojas de ruta se trazan y se borran según el avance de la reunión y donde se evidencia la divergencia del grupo. El BRICS funciona a dos velocidades: un futuro prometedor y un presente en vía muerta.