Cuando desde Occidente se mira hacia el continente africano se hace desde una perspectiva de lo más simplificada. Se tiende a ver África como un lugar inhóspito y salvaje, como una especie de reino exótico y, sobre todo, se ve África como si de un país se tratase.

Una de las creencias más arraigadas es que África es un todo y, sin embargo, como decía el periodista Ryszar Kapuscinski en su novela Ébano, «salvo por el nombre geográfico, África no existe». África es un continente de 30.221.532 km², en él hay 54 países diferentes, cada uno con su historia, su cultura y su gastronomía. Este continente alberga también más de 2.000 lenguas diferentes y sus mil millones de habitantes están formados de más de 3.000 grupos étnicos distintos.

Esta simplificación de África se lleva a cabo desde los propios medios de comunicación, que muestran solamente una parte de la realidad africana. Es muy frecuente ver en los medios las guerras, el hambre o las sequías de manera que lleven a pensar que no hay otra cosa en el este continente. Sin embargo el nivel de urbanización en África es muy elevado. Existen grandes ciudades en muchos países africanos. De hecho, El Cairo, (Egipto), Kinsasa (Rep. Democrática del Congo) Johannesburgo (incluida Pretoria, capital de Sudáfrica), Luanda (Angola), Jartum (Sudán), Nairobi (Kenia) y Abiyán (Costa de Marfil), son ciudades con más de cinco millones de habitantes.

Pensar que África es pobre es otra de las ideas más inculcadas en el imaginario colectivo. Sí, en África hay mucha gente que pasa hambre, y también que es víctima de guerras, al igual que en países de Medio Oriente, sin embargo, esto no quiere decir que África sea un continente pobre ya que los recursos naturales son muy abundantes. Entre las muchas riquezas de África figuran grandes cantidades de minerales, como oro, cobalto, cromo, diamantes, uranio, cobre y petróleo.

Los países africanos no son todos pobres, aunque sí que es cierto que uno de los mayores problemas es la distribución de la riqueza. Sudáfrica es un país muy rico, de hecho su PIB supera al de Bélgica, tiene muchos recursos naturales, un buen sistema educativo, excelentes universidades, centros de negocios y hospitales muy avanzados. Por desgracia, gran parte de su población no llega a compartir esa riqueza.

Otro mito que rodea a África es la creencia de que todos los políticos de todos los países africanos son corruptos. Sin embargo Nelson Mandela (1918-2013), presidente de Sudáfrica de 1994 a 1999, demostró que en este continente también tienen cabida los líderes honestos. Los casos de corrupción en los Gobiernos no son exclusivos de África ya que en países europeos como España, Portugal, Polonia e Italia, y también en América (Chile, Uruguay) abunda la corrupción política.

La imagen que se proyecta de África en la mayoría de las veces dista mucho de la realidad. En África no siempre hace calor ni está tecnológicamente atrasada. Tampoco es habitual ver animales salvajes correteando libremente y no todos los africanos viven en casas hechas de barro. Al igual que en el resto de continentes, en África encontramos una gran variedad de culturas, ciudades, paisajes y gentes, que solo podremos conocer si nos alejamos de lo que se nos muestra en intentamos conocer en profundidad la realidad africana y no nos quedemos con lo que sale en la televisión.