Durante 21 días del pasado noviembre, la campaña #endimupnity organizada por la Federación Internacional de Periodistas (FIP) recordaba a Gobiernos, ciudadanos y medios la imperiosa necesidad de poner fin a la descarada impunidad de los ataques y muertes que sufren los periodistas. Este proyecto, que ha estado centrado este año en Afganistán, Iraq, México, Paquistán, Somalia, Ucrania y Yemen, ha pretendido sensibilizar a todos los destinatarios, haciendo visibles los niveles de violencia externa padecidos en la práctica informativa.

Dicha campaña, a favor de reforzar tanto el marco legal internacional como los mecanismos de protección y seguridad, finalizaba el 23 de noviembre coincidiendo con el octavo aniversario de la masacre de Maguindanao, en Filipinas, que se cobró la vida de 32 profesionales.

Cada año, periodistas de todo el mundo pierden la vida por realizar su trabajo, que se ve igualmente amenazado por la tortura, la intimidación, los abusos sexuales, las capturas y las detenciones arbitrarias. Según la FIP, la estadística de muertes violentas, aunque decreciente, es abrumadora: 124 casos en 2014, 115 en 2015 y 102 en 2016. En lo que llevamos de año, ya se han registrado 56 asesinatos.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, en su sesión de 2013, proclamó el 2 de noviembre «Día Internacional para poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas», instando a los Estados miembros a implementar medidas firmes para luchar contra la actual tendencia a la impunidad. A pesar de que tal resolución marca la agenda de medios, gobiernos y opinión pública, siguen existiendo multitud de ambientes inseguros, en los que los profesionales de la información no pueden realizar sus tareas de manera independiente y sin interferencias indebidas.

La Federación Internacional ha puesto de manifiesto que, junto con tales situaciones de violencia, subsiste una falta de esclarecimiento y castigo dentro de las agresiones y muertes registradas, dando lugar a un estado de impunidad, socialmente destructivo.

Un ejemplo significativo de dicha inercia culpable es México, donde, desde el año 2000 más de un centenar de periodistas han sido asesinados, estando sin investigar el 95% de los casos. Es obvio que invertir esta tendencia debe convertirse en una absoluta prioridad para la justicia y el Gobierno mexicanos (mensaje principal de la campaña de la Federación en este país).

En su mensaje de este año, con motivo del Día Internacional, la Directora de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Irina Bokova, reiteraba su inquietud por la impunidad, denunciando que, de las 930 muertes de profesionales de la información, ocurridas desde 2006, apenas un diez por ciento habían quedado resueltas.

En colaboración con la causa de la Federación Internacional de Periodistas, UNESCO ha lanzado la campaña mundial #MyFightAgainstImpunity, que reúne seis historias de periodistas y allegados de reporteros asesinados, en defensa de los derechos humanos y en lucha contra el silencio de estos crímenes.

Aparte de la dimensión humana de este problema prioritario (la impunidad crea más impunidad), no puede olvidarse su dimensión social, política y cultural. En el Programa de Desarrollo 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (Objetivo de Desarrollo Sostenible), para la promoción de sociedades justas, pacíficas e inclusivas, se plantean como aspectos clave la libertad de prensa, el acceso a la información, la seguridad de los periodistas y el Estado de Derecho.