La telenovela norteamericana Los impostores está ya en cartelera: versa sobre gente que dice representar a quienes no pertenecen. En su versión hispana, tenemos actores ticos. Es tan popular que si actúas en ella los medios de comunicación te darán pelota, aparecerás en los programas de Patricia Figueroa, serás entrevistado por Edgar Silva, La Nación te dará una página entera y aunque no hagas nada, sobresaldrás y ganarás lo que era importante para los romanos: dignitas.

Rachel Dolezal, aprovechándose del bronceado de su piel y de su peinado afro, la activista de los derechos civiles se inventó una nueva identidad. Al parecer, la mujer, que lidera la Asociación Nacional para el Avance de Gente de Color (NAACP), lleva años fingiendo ser negra. Sus padres se enteraron a través de la prensa de que su hija decía ser afroamericana. Su madre declaró a la prensa local que la joven había querido ser alguien que no era en realidad: «Simplemente no es verdad. Ella tiene solo sangre escocesa», dijo.

Si ser negra ahora es un plus, ser india americana es otro. Elizabeth Warren es una académica especialista en derecho y política estadounidense. Desde el 3 de enero de 2013 es senadora por Massachusetts en el Senado de Estados Unidos por el Partido Demócrata. En 2015 fue considerada por los analistas políticos una de las líderes de centroizquierda estadounidense con mayor influencia junto a Obama y Hillary Clinton. Pero hay un problema: parte de su gran popularidad se debe a que ella dice ser Cherokee. Aunque clama serlo, no existe evidencia genealógica, ni siquiera de ADN, que Warren descienda de un indio americano. El Presidente Trump se burla de ella llamándola Pocahontas y le ofrece un millón de dólares para que se haga un examen de ADN. Warren ha rehusado.

Asia Argento ha pasado de ser la eterna víctima del movimiento #MeToo a acusada de un escándalo en términos similares. La actriz italiana de 42 años fue una de las primeras en denunciar a Harvey Weinstein, el productor y presunto acosador y violador de cientos de mujeres, pero mientras ese movimiento se gestaba, se las arregló para tratar de esconder sus propias miserias. De acuerdo a una información del diario The New York Times, Argento llegó a un acuerdo con Jimmy Bennett para comprar su silencio, un joven actor y músico de rock del que abusó sexualmente cuando solo tenía 17 años. El precio: 380.000 dólares (casi 333.000 euros).

Enrique Sánchez se ha convertido en el primer diputado abiertamente gay en la Asamblea Legislativa de Costa Rica, Los medios de comunicación están encantados con él. Sánchez viste con saco y corbata y tiene un español que refleja que pasó su primaria. Sin embargo, hasta ahora, nadie en la comunidad gay sabía de él. Nunca se la vio en una marcha, no se encadenó jamás en la Corte para demandar el matrimonio igualitario, no se pronunció cuando miles de gais con VIH se quedaron sin medicamento, nunca se involucró en una actividad en pro de la comunidad. La gente se pregunta: ¿Es uno de los nuestros?

Finalmente, tenemos a Ivonne Acuña Cabrera que es tan feminista como Atila, rey de los hunos. La política iba de candidata a la vicepresidencia de la República tica y ha ganado notoriedad porque un odontólogo machista (dicen que es tan anti mujer que cuida los dientes pero saca todas las muelas) la calificó de fea, virgen y que ningún hombre quisiera tener relaciones con ella. De ahí Acuña se ha convertido en feminista. Ha demandado al odontólogo por difamación y se ha convertido en la abanderada de todas las mujeres. Sin embargo, nunca se le ha visto en un causa verdaderamente en pro de las mujeres.

Ser lo que uno no es, está de moda. Yo he decidido, entonces, representar a un grupo discriminado: el de hombres guapos que solo nos ven como objeto sexual. Pero luego me miro en el espejo y se me pasa.