Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista de Inglaterra, ha tenido que admitir que participó en un homenaje nada más y nada menos que a los terroristas que perpetraron la masacre de los Juegos Olímpicos de Múnich 72, en la que fueron asesinados 11 deportistas israelíes. Aunque el escándalo salió a la luz hace un año, ahora se confirma con las fotos publicadas por el Daily Mail en un cementerio de Túnez, en las que se le veía depositar una corona de flores.

En otra de las fotografías de la ceremonia el político británico aparece junto a Maher al-Taher, líder del Frente Popular para la Liberación de Palestina, una organización terrorista que sólo un mes después reivindicó un atentado en el que había sido asesinado un rabino de nacionalidad británica. Además, el Daily Mail desveló que durante ese mismo viaje Corbyn estuvo en una charla en la que un destacado líder de la organización terrorista Hamás habló del «éxito militar» que están teniendo contra Israel.En las fotografías desveladas ahora se le ve incluso orando a la manera musulmana con sus acompañantes, junto al lugar en el que reposan los restos mortales de varios miembros de Septiembre Negro, un grupo terrorista nacido en el seno de la OLP de Arafat. La dame Margaret Hodge, una veterana parlamentaria, exministra y miembro del Partido Laborista, le espetó a Corbyn en los pasillos del Parlamento: «Eres un jodido antisemita y un racista».

Corbyn es un ejemplo más de la nueva izquierda antisemita. Igual como pasa en nuestro país, esta solo se preocupa de los derechos humanos cuando se trata de Israel y de los judíos. Los palestinos pueden ser masacrados en Líbano, Siria, Kuwait o Iraq, pero pegan solo el grito en el cielo cuando algún terrorista es liquidado en Israel. Corbyn no se preocupa por los kurdos, los tibetanos, los cristianos en países árabes. Su obsesión es los judíos.

Esta izquierda antisemita, nos dicen los verdaderos marxistas como Zizek, exige igualdad, fin de la pobreza, participación popular y otras cosas porque saben que es solo palabras. Si se diera la revolución popular, entonces, se les acabaría los sueldos, los viajes, los congresos universitarios, el bono escolar, las buenas pensiones y todos los disfrutes que se han otorgado. Y como saben que podrían terminar como en Venezuela o Cuba, pues despotrican, para disimular que son la nueva clase explotadora, contra los capitalistas, los sionistas, las transnacionales y lo que sea.

El sionismo que tanto desprecian es uno de los movimientos más exitosos en Occidente a la hora de cambiar la situación de una minoría. Su modelo ha servido como base para los movimientos de liberación de todas las demás, inclusive la de los derechos civiles. Los negros, los gais, las feministas y muchas otras hemos visto cómo una de las nuestras, perseguida, sometida a genocidio y a todas las discriminaciones posibles, cambió las reglas del juego y volvió la tortilla. Y esto no lo perdonan (me muero de risa al leer los gais de izquierda que apoyan a la «liberación» de Gaza cuando lo que tendríamos es más homosexuales volando de las azoteas. Esto por cierto le pasó a la pareja de uno de mis amigos gais palestinos).

La izquierda antisemita no es revolucionaria. Es la más peligrosa aliada del capitalismo porque lo que hace es confundir. Corbyn y sus aliados en las universidades de allá y las de acá (con sus rectores y sus Mercedes Benz o sus hijas en puestos gracias a papi, no son los aliados ni de los palestinos (los que nunca les han importado) ni de la clase obrera de nuestro país.