«Así como fas, hanche facer»

(Dicho popular gallego)

En el gobierno y en la política, así como, en la vida, hay dos formas de ver, actuar y hacer las cosas. La correcta se resume en la máxima:

Haz el bien y no mires a quien.

Y la incorrecta en: no hagas a los demás, lo que no te gustaría que te hicieran a ti.

Si las cosas se hacen de la forma y manera correcta el país avanza, el gobierno es bueno y la ciudadanía lo respeta. Más importante aún, el mundo lo ve (al gobierno y al país) como un ejemplo a seguir e imitar. Y es que, si eso ocurre en un pequeño país como el mío (Costa Rica), con muchísima más razón sucederá si se trata de una potencia mundial como USA que, ya de por sí, quiéralo o no, es ejemplo y referente para el mundo entero.

De ahí que, si la mayor potencia del mundo contemporáneo, más concreta y específicamente, su Gobierno, en la figura de su presidente, hacen las cosas mal, o más bien, le «hacen el mal a los otros», lógica y esperablemente a los otros, no les va a gustar. Y como tristemente suele ocurrir debido a la naturaleza humana, van a querer devolverle, con la misma moneda, ojo por ojo y diente por diente.

Justo como Donald Trump lo está comprobando, en vivo y a todo color, con sus resoluciones proteccionistas y arancelarias contra productos extranjeros de alto uso y demanda a nivel mundial y que USA también produce.

Como también lo está comprobando, en carne propia, donde más duele, con el rechazo, por los propios de su partido, por quienes otrora le dieron el apoyo, por el Senado y por el Congreso, por los altos jueces y federales, por la ciudadanía en general, a sus decretos y medidas discriminatorias en todo sentido, tanto así que violan y rozan con los derechos humanos, por ser racistas, xenofóbicas, arbitrarias y políticamente incorrectas, en contra de los migrantes, los latinos, los musulmanes, los asiáticos, los africanos que él y sólo él, considera: terroristas, invasores, ciudadanos (con el perdón de la expresión) de mierda, y otros tantos epítetos similares.

Así las cosas, como uno de esos ciudadanos, no me queda más que recordarle a Donald Trump que, la ley del karma existe. Y que, si no es en este mundo, será en el otro, que pague, todo lo que le hizo a los demás, pero que nunca quiso que se lo hicieran a él también. Como ya lo están haciendo, muchos de los países que antes veían a USA y a su gobernante como un ejemplo a seguir. Y ahora los ven como un mal ejemplo que combatir.