Los días 29 y 30 de octubre de 2018 se celebró en Madrid la primera Cumbre Parlamentaria Mundial contra el Hambre y la Malnutrición convocada por FAO y la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID) junto con otras instituciones. 200 parlamentarios de 80 países se reunieron en la sede del Senado español durante dos días buscando cómo redoblar los esfuerzos de la comunidad internacional para hacer realidad el Objetivo de Desarrollo Sustentable 2 (ODS2) de la agenda 2030 de Naciones Unidas que busca alcanzar dentro de 12 años, un mundo libre de hambre. El encuentro también abordó los problemas que están causando en el mundo el sobrepeso y la obesidad, que ha sido calificada por la OMS como epidemia del siglo XXI, con efectos devastadores en las personas y que amenaza con elevar los costos de los presupuestos públicos destinado a la salud. La Declaración Final de la Cumbre fue aprobada por aclamación y contiene un llamado a hacer realidad algo que nunca ha ocurrido en la historia de la humanidad: que ningún ser humano sufra por hambre.

De acuerdo a las cifras de FAO, el hambre en el mundo ha aumentado en lugar de disminuir: de 777 millones de personas en 2015 a 821 millones en 2017 mientras que el sobrepeso alcanza a 1.900 millones de personas de las cuales 672 millones son obesas. Las razones del hambre son variadas, partiendo por los conflictos y guerras, el cambio climático que origina inundaciones y sequías o las crisis económicas, concentrándose en algunos lugares de África, sudeste asiático y en menor medida en América Latina. Por el contrario, el sobrepeso y obesidad es un problema global, que afecta tanto a países desarrollados como en vías de desarrollo, alcanzando a todos los lugares del planeta. Dentro de la OECD es Estados Unidos el que encabeza la lista seguido de México y Nueva Zelanda.

¿Por qué una Cumbre Mundial Parlamentaria contra el Hambre y la Malnutrición? Porque está en las manos de los legisladores promover y aprobar leyes destinadas a asegurar el derecho a una alimentación sana y saludable, influyendo en los Gobiernos y asegurando los recursos que los Estados destinan para estos propósitos. También son los mismos parlamentarios quienes pueden poner freno a la creciente oferta de alimentos poco saludables con que las grandes empresas han inundado el mercado mundial con etiquetados incompresibles y muchas veces ilegibles, para el consumidor, junto con publicidad engañosa destinada principalmente al público infantil.

Tanto el director general de FAO, José Graziano da Silva, como el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, efectuaron un llamado alertando que solo quedan 12 años para el 2030, recordando que todos los países que conforman Naciones Unidas se comprometieron a hacer realidad los 17 ODS. Lograr el Hambre Cero, junto con eliminar la pobreza, es un deber moral y ético que nos hará mejores como seres humanos en un planeta que produce más alimentos de los que consumimos y donde un tercio se tira a la basura.

La Cumbre de Madrid también sirvió para apreciar las diferentes miradas respecto a cómo enfrentar la epidemia de obesidad que amenaza con seguir extendiéndose y afectando a la población infantil. Mientras para un sector de los países desarrollados europeos el problema radica en la educación, es decir se debe enseñar a los niños a comer productos saludables sin limitar las libertades individuales de elección, como lo planteó el exministro de Agricultura de Italia y hoy miembro del Parlamento Europeo, Paolo de Castro, el senador chileno autor de la Ley del Etiquetado de alimentos en su país, Guido Girardi, indicó que había que legislar para diferenciar claramente qué alimentos son nocivos para la salud humana por el exceso de grasas, sal o azúcar.

El problema de fondo es que se afectan los intereses de las grandes multinacionales de alimentos las que han expresado preocupación y su oposición a medidas como la ley aprobada en Chile y su temor a que sea aplicada en otros países. Sin embargo, las consecuencias de la obesidad y sobrepeso se comienzan a reflejar de manera dramática en el aumento de enfermedades no transmisibles como son la diabetes, enfermedades cardiacas y algunos tipos de cánceres. Todo ello implica a los países aumentar los presupuestos públicos destinados a la salud y de ahí la preocupación creciente de los gobiernos y parlamentos que aún no han dimensionado las consecuencias que se derivan de una mala alimentación.

Entre las experiencias de países y parlamentarios que se tuvo oportunidad de conocer e intercambiar ideas para hacer realidad el ODS 2, se escucharon relatos impactantes de situaciones que están ocurriendo en estos momentos, como es el caso de Yemen, donde se libra una cruenta guerra. Al respecto señala un reciente informe de Naciones Unidas:

«La crítica situación para acceder a los alimentos en Yemen y otras dificultades causadas por el conflicto en curso, podrían llevar a la peor hambruna del mundo y colocar a dos millones de mujeres desnutridas, embarazadas y lactantes en riesgo de muerte».

(«The Week Ahead», 5-9 noviembre de 2018)

Todos los parlamentarios coincidieron en señalar que el hambre es un tema político y de solución relativamente simple cuando existe la voluntad para ello. Ese es el motivo por la cual la FAO ha centrado su atención en los legisladores para lograr hacer realidad un mundo sin hambre. La urgencia para poner fin a este sufrimiento de más de 800 millones de personas exige el compromiso de todos. Yemen es un grito en un mundo que se niega a escuchar. La fotografía de una niña desnutrida y que murió a los pocos días de su publicación en el New York Times generó la reacción del periódico estadounidense que señaló que la tragedia que se vive en ese país no es consecuencia de un desastre natural si no de «una crisis provocada por líderes políticos de otros países dispuestos a tolerar sufrimientos excepcionales a la población para llevar adelante sus planes políticos [citado por «La Repubblica», 03 de noviembre de 2018]»

Terminar con el hambre no puede ser una utopía y por ello el llamado de FAO a los legisladores del mundo para que se comprometan con hacer realidad el Hambre Cero para el 2030. Solo el compromiso político junto a la presión de la sociedad civil puede influir en los gobiernos. El llamado de la Cumbre de Madrid es que se formen nuevos Frentes Parlamentarios contra el Hambre y la Malnutrición de manera de revertir definitivamente el curso de la historia y hacer que se cumpla un derecho humano fundamental, como es asegurar una buena y sana alimentación.