Sabida es la devoción del presidente por el baloncesto, deporte que practicó durante años, y por ello conoce bien la importancia de las segundas oportunidades y el rédito que ofrece tener la audacia de aprovechar un rechace o un aparente fracaso. Sánchez demostró esa audacia para tumbar a Rajoy y la ha vuelto a demostrar ante lo que parece ser una «bajada de pantalones» del Tribunal Supremo.

Pedro Sánchez no esperó ni un día para garantizar que nunca más los españoles pagarán el impuesto hipotecario, igual que no esperó ni un día para poner en marcha la moción de censura al gobierno del PP tras la sentencia de la Gürtel. Esa capacidad de reacción se ha convertido en la principal virtud del presidente; lo puso en el poder y ahora puede haberle llevado a realizar un golpe de efecto necesario para que el PSOE no salga de la Moncloa en los próximos meses, en medio de la tormenta por la negociación de los Presupuestos.

Pedro Sánchez puede anotarse un tanto de gran popularidad, aunque lo logra por haber estado al mando del país en este específico momento. Todos los partidos han visto la posibilidad de recurrir a discursos populistas en estas circunstancias, incluso Casado y Rivera, los líderes de la derecha y de partidos de gran afinidad con bancos y empresarios, han protestado la decisión del Tribunal Supremo y exigido medidas al Ejecutivo. Tengo dudas sobre cuál habría sido su reacción en caso de estar ellos en el poder.

Dejando al margen estrategias políticas, la decisión del Tribunal Supremo de desdecirse en un tema tan controvertido, y con facilidad para despertar rechazo social por la ya notoria impopularidad de la banca, tan sólo hace que despertar más dudas si cabe sobre la independencia del sistema judicial español, constantemente en el punto de mira por su tendencia a favorecer a los «poderosos».

Asimismo, nadie duda que, pague quien pague el impuesto, los clientes acabarán siendo los que pongan la diferencia igualmente, ya sea en forma del impuesto directamente o con hipotecas más caras si finalmente los bancos son los que deben hacer frente a las tasas, extremo reconocido por representantes de diversas instituciones bancarias. Parece un sistema en el que siempre acaban pagando los mismos, pase lo que pase.

La polvareda mediática de la decisión del Tribunal Supremo también ayuda al PP a tapar el escándalo surgido por las reuniones de Cospedal y Casado con el comisario Villarejo, unas reuniones situadas en el epicentro de la corrupción y sobre las que el ahora preso puede ofrecer jugosa información sobre lo que ocurre en las «cloacas del Estado».