Una vez más, queremos poner sobre la mesa el que consideramos verdaderamente tema de nuestro tiempo: las diferencias existentes entre las nociones de comunicación e información y, vinculada a ellas, la ausencia de una comunicación (que siempre es en ambos sentidos) Gobierno — Pueblo.

Una experiencia

He estado imbuido en asuntos políticos desde la conformación de uno, a mediados de los años 60. Luego he estado conformando el grupo que gobernaría a Costa Rica en los años 70 y finalmente he estado como miembro del grupo dirigencial de ese mismo partido desde su conformación hasta finales de los años 90, en que harto de la incuria dirigencial tome la decisión de separarme definitivamente de la política partidista.

Como parte de mi contribución técnica he dejado plasmadas mis ideas en las áreas de información y comunicación (dos campos cercanos, e íntimamente interrelacionados, pero distintos) en varios libros sobre el tema y estos se encuentran en la Biblioteca de la Asamblea Legislativa de mi país.

Mi trabajo ha sido en vano: a estas alturas de mi vida puedo aseverar — sin la menor equivocación — que los políticos que toman decisiones, no solo los que aspiran a hacerlo, no comprenden la diferencia entre información (el uso de una sola vía) y comunicación (el uso de dos vías). Y esto conlleva consecuencias funestas para la convivencia social.

La información permite poner en conocimiento-de forma casuística, precaria, acelerada, por una sola vez y sin preocuparse de medir consecuencias en el pueblo gobernado de ordenes emanadas de quienes detenten el poder ocasionalmente (cuatro años en el caso de mi país).

La viejísima noción de magister dixit no opera en política más que momentáneamente: puede que por un momento la gente subordinada y el pueblo en general se «maravillen» de la decisión tomada que es un “ukase” porque debe ponerse en ejecución independientemente de su solidez intelectual, su pertinencia política y su practicabilidad a mediano y largo plazo.

Así afirma Wikipedia, nuestra Enciclopedia virtual:

«Un "argumentum ad verecundiam", argumento de autoridad o "magister dixit" es una forma de falacia. Consiste en defender algo como verdadero porque quien es citado en el argumento tiene autoridad en la materia.

Los pitagóricos utilizaban este tipo de argumento para apoyar su conocimiento: si alguien les preguntaba «por qué», respondían «el maestro lo ha dicho» (en latín, "magister dixit") o porque "él mismo lo ha dicho" (en latín, "ipse dixit")».

Ver la entrada sobre el argumentum ad verecundiam.

Hace unos cuarenta años atrás, en un Seminario de Política efectuado por la Konrad Adenauer Stiftung (fundación alemana de la Democracia Cristiana) en Venezuela, el Profesor Ricardo Combellas, especialista en este tema, aseveraba contundente:

«La política implica ­necesariamente­ comunidad, y la comunidad conlleva ­indefectiblemente­ el concepto comunicación, desde el momento en que la tradición griega asocia las ideas de acción (praxis) y de discurso (lexis) con los fundamentos constitutivos básicos de la política, esfera esencialmente humana que adquiere presencia real por medio de la comunicación, entendida esta, entonces, como la relación efectiva y enriquecedora entre ­al menos­ dos personas."

Ver: Primer Análisis de Comunicación Política, Caracas, Venezuela, 1984 en este enlace.

Una primera conclusión

Lamentablemente esta claridad conceptual sigue siendo tal, no una práctica usual en los partidos (ni siquiera en los partidos de esencia demócrata cristiana), en virtud de que la influencia cada vez mayor de las tesis neoliberales incrustadas en ellos introducen una distorsión aberrante: se piensa que esto conlleva a dar mas poder al pueblo y desaparece la diferencia entre gobierno mandante y pueblo obediente... olvidando que estamos en el siglo XXI, y ya han quedado harto lejos las prácticas políticas que llevaban a cabo los que gobernaron el mundo antes de la Revolución francesa, que se creían imbuidos del «toque de la mano de Dios».

En efecto, dentro de esa perspectiva semántica — superada por los siglos —, ser político, vivir de y en una polis, significaba, en definitiva, ­para los que acuñaron el término­ (la civilización griega) que todo se expresaba por medio de palabras, todo era diálogo, todo era comunitario. Esto es, todo era considerado comunicación, y lejos de ese espíritu paternalista estaba el uso de la fuerza, la presión o la violencia como medios para forzar la vida en sociedad. Aunque en su raíz los vocablos política y comunicación están estrechamente unidos, se ha pervertido el sentido de esos conceptos, porque se tiende a confundir la comunicación, y más propiamente la comunicación políticas, con (Combellas) cualquier tipo de actividad, e independientemente del envilecimiento o la manipulación a que es sometido uno de los sujetos de la relación (en este caso el pueblo, por supuesto), adjetivándose el concepto y vaciándose de contenido.

Falencias partidistas

Si en Costa Rica cualquier curioso, sea un escolar o colegial que desee hacer una tarea concreta o bien un estudioso del tema, trata de encontrar la estructura concreta de la que emanan directrices serias sobre cómo comunicarse con el electorado propio, o con el pueblo en general, se topa — ipso facto —con una falencia notable: no hay políticas al respecto. Y la carencia de tales políticas afecta a todos los partidos políticos independientemente de que se digan socialcristianos, socialdemócratas, socialistas, neoliberales, nacionalistas, comunistas o cualquiera otra denominación antojadiza. Entre las cuales habría que incluir necesariamente el «social-confusionismo»: una mezcla abigarrada de ideas tomadas de aquí, allá y acullá…y del mas allá.

La tónica general es que el mandamás de turno se suelta una perorata sobre cualquier tema, independientemente de si calza o no sobre el supuesto marco conceptual doctrinario-político que defiende.

Esto es: amen de carecer de políticas de comunicación, se carece de vertebración doctrinaria y la improvisación es el pan nuestro de cada entrevista, propuesta o salida a alguno de los medios de comunicación.

Agreguemos que la carencia de pensamientos vertebrados con fondos ideo-políticos coherentes suelen mostrarnos con harta frecuencia candidatos y hasta presidentes padeciendo del mismo mal: son casi casi mudos, insonoros, mutistas, afónicos, afásicos, carentes de habla y por supuesto cuasi ciegos y sordos…Algunos logran portentosamente desarrollar una habilidad harto moderna: escriben tuitazos, no dan conferencias de prensa y para eso hay sirvientes expresos: les llaman ministros de Comunicación, pero que una vez presentados en conferencias de prensa se transforman en mudos sui generis: asisten a conferencias de prensa pero no hablan…

Estribillos comunes

Careciendo de formación doctrinaria-algo que no solía ocurrir varios decenios atrás cuando había muy pocos partidos doctrinarios en la palestra política, los lideres o quienes aspiraban a serlo hablaban en términos doctrinarios-esto es- una jeringonza apta para impresionar, pero vaciada: por completo de contenido formal y mas aun de entendimiento y proyección personal. Hoy día -sin importar la eventual procedencia doctrinaria cualquier hijo de vecino con poder partidista se lanza a hacer una catarata de expresiones en las que es obvio ni el mismo cree, mucho menos convence, pero una vez logrado el poder todos caen en garras de esa nueva enfermedad contemporánea: la mudez.

De frente a estas falencias los partidos en la actualidad -todos-sin poner ninguno como excepción son apenas detentores del poder que se les confirió por votantes incrédulos, desconocedores del valor de su voto y que no tienen ligamen alguno con alguna doctrina común.

Consecuencias

Si ponemos en un mismo canasto-labor inevitable- a los habitantes habilitados para emitir votos en los procesos eleccionarios todos plenos e eufóricos en ideas que brotan como manantiales prístinos, frescos, repentinos en cualquier terreno y cometemos el error de nombrarles presidentes de la República, opera en ellos un milagro ipso facto: se tornan tranquilos, secos, inexpresivos, mudos.

Hoy día que la Medicina Moderna descubre por deducción lógica la fuente y la cura de miles de patologías corporales la batalla que sigue se da entre las empresas denominadas laboratorios que patentan y comercializan a costo de oro las drogas milagrosas salvadoras, pero subsisten a la par los remedios caseros-los de la abuela- que brinda la Naturaleza a los pueblos que viven en situaciones cercanas al salvajismo.

A contrario sensu, en el área de la política opera el milagro opuesto: tome Usted una buena persona, dotada de inteligencia, buen conversador, comunicador y ameno y hágalo Presidente de su país y obtendrá justo lo contrario: un mudo con la capacidad de contagiar de tal mudez a sus colaboradores.

Conclusión

Por estas razones, la primera idea que salta a la mente cuando se habla de «comunicación política» no es la relación de intercambio informacional que la debiera distinguir en su verdadera y primigenia acepción, sino, otra diferente: la de las campañas electorales, con sus estridencias y dramatismos de color, pasión y ruido, en donde se pierde y se la sacrifica en nombre de la difusión masiva de imágenes y símbolos que ­pasada la campaña­ dejan de tener valor, para tornarse vacuos y sin sentido…

Al menos ese fenómeno de patología social aberrante lo ha visto repetirse una y otra vez en mi país: Costa Rica, sin que a la fecha hayan aparecido curas milagrosas, pócimas transformadoras, ponencias «reversivas», sea que el presidente de turno haya sido abogado, economista, medico , sociólogo, periodista…

Y no se afirme en pro del beneficio de esa práctica de la mudez presidencial y la carencia de programas de comunicación que permitan mantener al pueblo informado-así como informarse los mandatarios de lo que piensa el pueblo, no por medio de encuestas periódicas, sino de contactos ad hoc expresamente modulados, lo que es más que evidente que es una modalidad beneficiosaa.

Para nada: en el país han subido a niveles de escándalo la corrupción, la violencia social, la desigualdad, los crímenes, la narco-activad y el crimen transnacional organizado…

¿No son acaso estos indicadores claros, clarisimos, de la ausencia de comunicación Gobierno-Pueblo-Pueblo-Gobierno…?

Quousque tandem abutere.... patientia nostra?