Para preparar este articulo he utilizado algunas notas elaboradas para el Informe de la Cancillería sobre El Futuro de las Relaciones Internacionales de Chile.

Una estrategia internacional de Chile debe ser la proyección de una estrategia nacional integral. En otras palabras, es inescapable considerar todos los elementos que concurren al trazado de una estrategia de desarrollo nacional para deducir de allí los elementos propios de una estrategia internacional. Es prioritario, en consecuencia, fortalecer la capacidad de elaboración de una estrategia nacional de largo plazo, a partir de la cual se enmarquen las distintas estrategias sectoriales y regionales.

Para definir las nuevas prioridades de la política internacional es esencial comenzar con el análisis de las tendencias globales y anticipar los nuevos drivers, o factores propulsores internacionales. En las líneas que siguen expondré los principales procesos en curso que plasmarán los escenarios de futuro. Y en relación a cada uno de ellos mencionare los criterios que deben inspirar las nuevas políticas.

Gobernabilidad y empoderamiento ciudadano, un factor relevante para la Diplomacia

Los retos a la gobernanza son una tendencia global. La gobernabilidad nacional será un factor de la máxima importancia al diseñar una estrategia. En la sociedad chilena se acrecentará el poder ciudadano, se expresarán con creciente vitalidad los anhelos de los sectores medios emergentes, demandando respeto a sus derechos, especialmente de las mujeres y pueblos indígenas, luchando contra la desigualdad y la discriminación, bregando a favor de la diversidad cultural, racial y sexual, y exigiendo mayor participación política. Se intensificarán las presiones sociales para la provisión de servicios y bienes públicos de calidad. La educación y las tecnologías de comunicación aumentarán la conciencia y la información, con ello se generan reacciones instantáneas y se facilitará la organización social en torno a temas específicos. Visto así, los gobiernos enfrentarán mayores dificultades para gobernar. Los Estados estarán sometidos a fuertes presiones para llevar a cabo reformas que reduzcan la verticalidad y el elitismo; y podrán verse desbordados. Se pondrá a prueba entonces la fortaleza de las instituciones y se requerirán grandes reformas del Estado para adecuarlo a la nueva complejidad de las sociedades y responder a los requerimientos de las ascendentes capas medias. Asimismo, será indispensable contribuir al fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil. Tendrán más resiliencia los sistemas institucionales que posean formas de poder local, descentralización y participación ciudadana institucionalizada. Se colige, por tanto, la necesidad de afianzar la gobernabilidad democrática para dar solidez a la acción internacional de Chile.

Habrá mayor dispersión de poder a nivel global

A su vez, la gobernanza global se tornará más incierta y volátil. La continua expansión de China y Asia, la incierta unidad de la Unión Europea y el riesgo de aislamiento de Estados Unidos introducen elementos que incidirán sustantivamente en el ordenamiento mundial. La dispersión del poder se acentuará con la aparición de muchos actores con influencia, léase grandes empresas, organizaciones no gubernamentales, individuos poderosos, organizaciones en red y tecnologías de comunicación. La principal interrogante para Chile es cómo y con quiénes actuar de manera colaborativa para abordar los problemas de medio ambiente, terrorismo, paz internacional. Chile debe crear espacios de protección en el seno del América latina, conformar nuevas alianzas internacionales o ajustar las existentes en función de intereses específicos, adecuar su red diplomática internacional, según varíe el mapa económico mundial y político a favor del Asia Pacífico. La situación global futura requerirá de un énfasis mayor en la política multilateral para incidir en las instancias internacionales responsables de la colaboración mundial.

Desplazamiento del poder económico y político hacia el Oriente

En las próximas dos décadas continuará elevándose el tamaño económico relativo de China en el mundo. Fenómeno similar acontecerá con India y otros países del Asia, provocando un claro desplazamiento de poder del Atlántico al Pacífico en los próximos 20 años. Si así fuere, debieran adoptarse políticas para intensificar los vínculos con esa región por parte de América Latina y, en particular, acelerar la iniciativa chilena de constituirse en plataforma y puente entre América Latina y Asia Pacífico. El escenario global al 2030 abre nuevas posibilidades de expansión en el Pacifico Sur. Hacerlo supone proyectar la conectividad física y digital entre América del Sur y Asia. Tal acción requiere afirmar las alianzas en América Latina, especialmente de la Alianza del Pacífico y Argentina y, simultáneamente con todo el Mercosur, ejecutar inversiones en carreteras, túneles, FF.CC y fibra óptica.

Estar conectado requiere relaciones humanas más densas con Asia, extender redes entre las organizaciones de la sociedad civil, especializar personas, manejar idiomas, tener mayor presencia y conocer mejor la cultura, costumbres, aspiraciones y mercados actuales y futuros de esos países.

Riesgos geopolíticos para el desarrollo de América Latina

No se puede descartar la eventualidad de un escenario de tensión, que podría originar una disputa geopolítica abierta entre las grandes potencias, en particular, China y EEUU. En tal caso las relaciones económicas de Chile podrían sufrir daño significativo. Los conflictos podrían disminuir el comercio y la inversión TransPacífico. Los grandes países desarrollados podrían caer en aislamiento. Ante tales escenarios cabría anticipar medidas de protección y mitigación y reforzar las instancias de integración y cooperación regional latinoamericana.

En los conflictos futuros se hará uso intensivo de tecnologías, y la seguridad deberá fundarse en un dominio de tecnologías de punta y habilidades digitales para dominar las armas modernas. La inteligencia artificial y las comunicaciones será el ámbito de mayor competencia. Crecerá la vulnerabilidad de los sistemas de funcionamiento de las actividades sociales y en consecuencia se acrecienta la urgencia de confrontar los riesgos de ciberataques aumentando la seguridad cibernética.

América latina posee la ventaja estratégica de constituirse en una zona de paz, resolviendo pacíficamente y con arreglo al derecho internacional las diferencias entre países. Pero al mismo tiempo, resulta indispensable fortalecer el poder del Estado a fin de combatir el crimen organizado, garantizar el orden público y la seguridad interna.

Los cambios demográficos abren nuevos desafíos

A nivel global, la demografía revela una acelerada expansión del número de hogares de ingresos medios en Asia, lo cual indicaría la gestación de un gran mercado de productos de consumo más sofisticados que la simple exportación de materias primas. Igualmente relevante será la expansión futura de la población de África y la necesaria consideración de este hecho para las políticas latinoamericanas y chilenas hacia ese continente. Esta realidad obliga a revisar las prioridades de la diplomacia económica, el estudio de mercados y alianzas de países y empresas para detectar a tiempo nuevos productos y tener la capacidad de penetrar enormes mercados.

Otra transformación demográfica es el aumento del tamaño de las ciudades y de la urbanización. La población continuará concentrándose en grandes urbes. Todos los estudios internacionales revelan que serán las ciudades los focos donde se concentrará el grueso de la actividad económica del futuro, especialmente en los ámbitos tecnológicos y de innovación. Asimismo, la ciudad será el espacio para mejorar la calidad de vida y la inclusión social. América Latina y Chile tienen las más altas tasas de urbanización del mundo. En la medida que la ciudad sea el polo de crecimiento, la política internacional deberá proyectar las ventajas de las ciudades chilenas, su productividad, conectividad, servicios, cultura y transporte que las hagan atractivas para la instalación de empresas de alta tecnología.

La población de Chile crecerá menos que la de los vecinos y esta situación se podría compensar con mayor inmigración. Una política nueva de inmigración es indispensable. A su vez los cambios demográficos apuntan a un envejecimiento, con implicaciones sobre la urgencia por elevar productividad, el financiamiento de las pensiones y también la provisión de los bienes públicos para personas de tercera edad e inmigrantes.

Tecnologías disruptivas: no quedar atrás

Las llamadas tecnologías disruptivas cambiarán las relaciones humanas, de poder, la calidad de vida, transformarán la estructura productiva y del empleo, y elevarán la desigualdad. En el campo productivo, Chile debería volcarse a la incorporación de tecnologías avanzadas en la explotación y procesamiento en recursos naturales, y simultáneamente a la elaboración de bienes y servicios de alta calidad vinculados a esos recursos. Los avances tecnológicos implicarán una prioridad en la formación de doctores, ingenieros, técnicos y expertos, igualmente en mejoramiento de la educación en habilidades duras (STEM, Science, technology, engineering and mathematics) así como el cultivo de la capacidad de emprender.

Un campo crucial será el procesamiento de datos. La capacidad de manejar y procesar grandes volúmenes de información será el petróleo del futuro. La capacidad competitiva de los países dependerá de la alfabetización digital y de la infraestructura de conectividad. Las demandas provenientes de la astronomía, minería, agricultura, educación e investigación serán enormes. Chile posee una baja capacidad digital, humana y de infraestructura. De allí la premura de avanzar en conectividad a lo largo de Chile mediante cables submarinos a lo largo de la costa, la extensión al Sur y la conexión con Asia. La creación de un mercado digital latinoamericano con estándares y normas comunes favorecería enormemente a cada país y alentaría la integración de América Latina en la infraestructura del futuro. Esta es una gran prioridad de la política internacional.

Otro campo que exige la mayor atención es el impacto del cambio tecnológico sobre el empleo, cuáles se perderán, cuáles florecerán, cuáles se mantendrán inalterados. Los avances en la robotización, inteligencia artificial, tecnología en manufacturas 3D afectarán las labores rutinarias (comercio, finanzas, servicios, manufacturas simples...) y favorecerán las actividades que requieren de mayor conocimiento. Se deduce de ello la urgencia por la capacitación y alfabetización digital, a fin de reducir el impacto sobre las actividades rutinarias y abrir nuevas opciones con empleos de calidad. Estas tecnologías también anuncian un retorno de la actividad manufacturera hacia los mercados nacionales a medida que la demanda se torna más personalizada y puede satisfacerse con tecnologías de manufacturas en 3D. Por tanto se crearían oportunidades para nuevas actividades industriales en cada país. Y el impacto en el empleo exigirá de nuevas políticas de protección de los trabajadores en transición e ir avanzando hacia un nuevo pacto social.

Chile no solo está rezagado en investigación científica y tecnológica, también en la cultura de innovación. Para romper esta inercia correspondería focalizar decididamente la acción pública en áreas estratégicas, con asociación pública privada, y sacudir la pasividad empresarial en materia de innovación. Entre las áreas prioritarias destacan energía solar, actividad agropecuaria silvícola, acuícola, alimentos, con su correspondiente abastecimiento de agua, incluyendo desalinización, así como de investigación en biotecnología. Las nuevas perspectivas de desarrollo de Chile radican en ámbitos donde se use cobre, litio y cobalto, en electromovilidad, y pilas. Este esfuerzo internacional debe responder a una decisión nacional de incrementar la capacidad propia de investigación en los sectores críticos de futuro.

La política internacional debe colaborar en la búsqueda de empresas, países, universidades, equipos técnicos con quienes establecer una colaboración significativa en los sectores estratégicos para el desarrollo de Chile. El desarrollo futuro con tecnologías avanzadas requerirá cambiar el propósito esencialmente receptor de inversión extranjera directa, hacia una actitud proactiva que ayude a identificar, atraer y asociarse con empresas de punta en las materias de interés nacional, para que se instalen en nuestro país. La tradición del comité de inversiones extranjeras ha sido recibir y regular lo que llega; ahora el objetivo es saber buscar. Estas prioridades requerirán una Cancillería con alta capacidad de coordinación con ministerios y empresas, con el fin de atraer y asociarse con centros tecnológicos avanzados en los campos prioritarios para Chile.

El cambio climático. Chile puede y debe anticipar

Los impactos se difundirán en múltiples direcciones. Por un lado, se advierte un incremento de desastres naturales provocados por alteraciones en la pluviometría, disminución de nieves, aluviones, aumento de la altura del mar, incendios de bosques, además de los crónicos sismos y tsunamis. Habrá nuevos riesgos. En Chile, algunos que merecerán particular atención son los depósitos de relaves de la industria minera. Ante estos fenómenos, de ocurrencia e intensidad incierta, todos los países elaborarán nuevos planes de protección y programas de inversión.

Tales programas abarcarán nuevas obras de ingeniería, con nuevos estándares, cambio de procesos productivos, desarrollo y aplicación de tecnologías verdes para los productos de exportación en un mercado mundial. Se impondrán normas estrictas a la huella de carbono, por ejemplo la calidad del cobre para abastecer autos eléctricos, los productos orgánicos en la agricultura, investigación propia en biotecnología, energía solar, plantas desalinizadoras, mejores tecnologías para construcción en madera. Otra dimensión para la política internacional es impulsar investigaciones conjuntas con centros o empresas de otras naciones para fijar nuevos estándares y aplicar nuevas medidas para la reducción de emisiones de CO2.

El cambio climático se intensificará y tornará vulnerable las condiciones de vida de muchos habitantes. Los movimientos migratorios podrían aumentar, la presión social también se hará sentir, buscando nuevas formas de producción ambientalmente sustentable y políticas de financiamiento nuevas, como impuestos a las transacciones financieras.

También surgirán oportunidades para la reforestación, el traslado de la producción agrícola hacia zonas con más agua y, de creciente relevancia, el cuidado de los océanos, donde Chile debe preservar una posición de vanguardia como lo ha logrado creando y protegiendo grandes parques marinos.

Chile debería asumir liderazgo en el cambio climático en cuanto a estándares, instituciones, políticas tributarias, investigación. Para actuar con eficacia Chile deberá acrecentar la importancia del multilateralismo, a fin de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, convenidos por todas las naciones del mundo. Y para ello debe dar ejemplo de avance en los ODS. La Agenda 2030 debe guiar la acción y será objeto de un seguimiento atento por la opinión pública.

Cuidar los recursos naturales para el futuro

Los escenarios globales avizoran escasez de recursos naturales, en particular petróleo y gas, alimentos y minerales. En cuanto a la energía, la mayor parte de los estudios sostienen que continuaría un crecimiento, aunque más leve, de la producción de petróleo hasta 2030, con tendencia a una reducción posterior por el doble efecto de la electromovilidad y las energías renovables. Asimismo, se expandiría el consumo de GNL para sustituir el uso de carbón. El ritmo podría acelerarse como consecuencia de los avances tecnológicos y la reducción de costos de baterías, energía solar y automóviles eléctricos. Este cuadro ofrece una gran ventaja a Chile al priorizar las energías renovables, en particular, la solar. Esta ventaja debe afianzarse con capacidades propias de investigación en energía solar, fotovoltaica y solar térmica.

La demanda global de alimentos continuará expandiéndose, tanto por crecimiento de la población mundial como por la composición de alimentos de clases medias, más intensiva en frutas, verduras y cárneos, todos altamente insumidores de agua. El agua será una primera prioridad nacional para la calidad de vida en el territorio y la expansión de nuestras exportaciones. El manejo del agua, embalses, desalinización, ahorro, gestión de cuencas, regulaciones, serán temas de creciente relevancia para los países exportadores de alimentos, a fin de satisfacer las nuevas demandas de la economía mundial.

El cambio climático obligará a readecuar las políticas para hacer realidad el objetivo de “Chile potencia agroalimentaria”, apoyado en un ingente esfuerzo científico y tecnológico propio.

Chile deberá reformular su estrategia silvícola, tras los incendios, y potenciar las agropecuarias y acuícolas. También será prioritaria la investigación biotecnológica.

Los cambios tecnológicos permiten anticipar una correlación alta entre cobre y electricidad, ello anticipa una etapa del desarrollo de Chile con nuevos usos del cobre en la manufactura de equipos eléctricos, generación eléctrica con energía renovable o automóviles eléctricos que requieren más cobre por unidad, sin contar el exponencial desarrollo de internet de las cosas. |Litio, cobre son la base para que Chile participe activamente en el campo tecnológico solar, de baterías y autos eléctricos, que se acelerará a 2030. Y los equipos y productos también deberán adecuarse a realidades específicas de Chile, lo cual requiere crear capacidad propia. Por ejemplo, las placas solares importadas reducen su eficiencia por polvo y alta radiación de desierto chileno; en el caso del cobre, urge reducir la huella de carbono en la producción de concentrado; a su vez conviene estudiar proyectos de tierras raras, cuya producción se encuentra mayoritariamente en manos de productores chinos. Se deduce que será decisiva la conjunción virtuosa de recursos naturales, tecnologías y sustentabilidad ambiental y que ello requerirá alta capacidad tecnológica nacional con asociación internacional.

Educación y recursos humanos serán la clave del futuro

La educación, la ciencia y la tecnología serán decisivas para determinar la posición relativa de poder de las naciones. En todos los escenarios, la velocidad de progreso está ligada estrechamente al avance tecnológico, y cada país se esforzará por situarse entre los primeros. En Chile puede llegar a colocarse en la vanguardia tecnológica en energía solar, desalinización, procesamiento de datos, descarbonización de procesos productivos para la minería, biotecnología para la agricultura y acuicultura. Tal salto tecnológico requiere cambios institucionales y culturales. Una política futura debería apuntar a la formación de un gran número de chilenos con capacidad de emprendimiento e innovación, de trabajo en equipo con otros nacionales y personas de otros países.

También debe estrecharse la conexión con los chilenos en el exterior y constituir una red, promover su retorno para su incorporación en actividades avanzadas. La Cancillería debe colaborar con el nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología. Nuestra organización en el exterior, en materia de comercio e inversión extranjera directa, así como la red de 1100 cónsules honorarios puede ser un canal eficaz para la conectividad con chilenos en el exterior.

Espacio, Océano y Antártica

El avance tecnológico incrementara el uso del espacio para fines pacíficos y bélicos. El desarrollo de las telecomunicaciones, así como una política satelital exigirá un despliegue de nuevas capacidades, pues el país se encuentra rezagado. Chile poseía una agencia espacial, que fue cerrada en 2011. Existe actualmente un Consejo de Ministros para el Desarrollo Espacial. Los avances de la Universidad de Chile en colaboración con India para instalar un satélite en el espacio son indicadores que revelan la posibilidad de ir mucho más lejos en la investigación nacional y ponerse a la vanguardia en América latina. Tales progresos son esenciales para la prevención de desastres naturales y también para el desarrollo económico, la exploración y el empleo sustentable de los recursos naturales, como asimismo para su control y fiscalización. Un proyecto importante de NASA es la posibilidad de instalar en Chile un puerto espacial, lugar desde el cual se instalan cañones de láser que permiten mover y manejar dispositivos en el espacio. Igualmente se anticipa investigaciones sobre la minería de asteroides. La vanguardia de Chile en astronomía ofrece una base para extender su presencia en actividades espaciales.

Los océanos serán objeto de importantes iniciativas. Es la nueva frontera para la seguridad alimentaria, la energía y los recursos naturales y sobre ella incidirá grandemente el cambio climático. Los océanos se encuentran sobre explotados, hay destrucción de la biodiversidad, alta polución y acidificación. Se requiere de una estrategia sostenible para evitar la degradación. Los océanos representan el 70% de la superficie del planeta, el 80% de la población mundial se encuentra a menos de 100 kilómetros de algún océano, y el 90% del transporte se realiza por mar. La llamada economía azul ya genera 31 millones de empleos y abarca desde las instalaciones de explotación de gas y petróleo en el océano, el turismo marítimo y costero, hasta equipamiento portuario. La acuicultura seguirá expandiéndose. Los océanos elevarán su importancia como fuente principal de proteínas y de energía y, por tanto, la presión de los estados crecerá para explotar los océanos en alimentación, recursos naturales, transporte, instalación de cables submarinos. El mapeo de las áreas submarinas es una prioridad. También aumentará el interés por proteger la naturaleza con parques marinos, por regular la explotación de esa riqueza, así como la limpieza del mar ante la acumulación de basura.

En el campo oceánico Chile se encuentra en una fase inicial, y posee un gran potencial de futuro. Sin embargo, se advierte la falta de una política oceánica en Chile, de planificación y de sustentabilidad. La institucionalidad está dispersa, por ley le corresponde a la Armada la aplicación de las normas, así como la investigación oceánica, con escasa coordinación con la investigación científica de universidades. Algunas áreas de acción son, por ejemplo, la marea roja de creciente impacto social en Chile, que requiere de una política de estado en investigación, coordinando todas las instancias académicas e instituciones disponibles. Argentina tiene un proyecto denominado pampa azul y es conveniente explorar con nuestro vecino una acción conjunta. También se precisa una política para las áreas marítimas protegidas y su gestión, igualmente se requieren acuerdos para actuar más allá de las 200 millas.

La Antártica será objeto de creciente intervención de las grandes potencias, para realizar investigaciones y anticiparse al posible uso y apropiación de recursos naturales. Chile se halla en una posición estratégica privilegiada. Su política Antártica es un activo, y debe ser reforzada con presencia, investigación, instalaciones y participación sostenida en todos los foros mundiales. El nuevo rompehielos de la Armada permitiría llevar a cabo investigaciones en zonas donde no ha habido acceso.

Chile es una suerte de laboratorio natural que abarca los cielos y la astronomía, los océanos, los hielos, la Antártica, desiertos y sol, y también es un laboratorio para desastres naturales. Las condiciones naturales de Chile pueden transformarse en un gran potencial a futuro en los campos de investigación y organización. Existe la oportunidad de concentrar esfuerzos de investigación en estos campos, que pueden generar un importante progreso económico y social para Chile, mediante la provisión de asistencia a países afectados.

Nuevas alianzas internacionales para aumentar nuestro poder blando

Las tendencias globales exigirán nuevas alianzas, según los temas que se enfrentan. Por ejemplo, en el campo comercial ellas deberán configurarse con los países que poseen mayores mercados mundiales; en inversiones extranjeras directas a Chile, con países de desarrollo tecnológico avanzado en áreas de interés estratégico para Chile, especialmente de EEUU y la UE; en inversiones directas de Chile en el exterior, alianzas con los países vecinos, para promover y alentar a las llamadas multilatinas. En el caso de China y el Pacífico conviene realizar alianzas y aprovechar el conocimiento avanzado con Australia y Nueva Zelandia. El crecimiento económico internacional también hace conveniente la búsqueda de entendimiento y colaboración con grandes corporaciones globales cuando se trate de impulsar el desarrollo tecnológico de sectores prioritarios para Chile.

Asimismo, la relación con nuestros vecinos y el afianzamiento de diálogos y alianzas latinoamericanas incrementan el poder nacional. Las relaciones con Argentina y Peru, y el mejoramiento de las relaciones con Bolivia, pueden recobrar vitalidad y apuntar a metas comunes ambiciosas, si se abordan coordinadamente los desafíos globales.

El poder global y la influencia de un país mediano se acrecientan cuando existe gobernabilidad democrática, respeto a los derechos humanos y búsqueda de la paz por vías jurídicas. Fortalecer el denominado poder blando (soft power), conjuntamente con los demás países de América Latina, contribuiría a la paz y a la gobernanza global. Asimismo, se incrementaría la influencia y el prestigio nacional si se eleva la educación internacional de nuestros jóvenes y su capacidad de interactuar globalmente. Para adquirir más soft power es indispensable escuchar cómo somos vistos desde el exterior, no sólo como nos vemos a nosotros mismos.

Un Estado potente y una diplomacia moderna

Un salto cualitativo en la política internacional, acorde con las metas y desafíos futuros, exige reforzar la capacidad de análisis global y dotar al Estado de un rol más activo para conducir e implementar una estrategia. Chile carece de una instancia gubernamental que promueva y articule una red de grupos publicos, privados, universitarios y de la sociedad civil. Un reforzamiento de la institucionalidad pública de reflexión estratégica, de coordinación y conducción es una condición necesaria para desplegar una estrategia nacional e internacional innovadora.

Innovar para lograr una diplomacia pública y digital de calidad, y elevar incentivos y estándares a los funcionarios del servicio exterior de Chile también es imperativo.

Un servicio exterior moderno debe desplegar la capacidad de prospectiva e identificar escenarios posibles. También debe contribuir a la mejor educación de la ciudadanía en temas globales. Una opinión pública formada en temas internacionales es indispensable para contar con respaldo político a decisiones estratégicas.

Las fronteras entre lo doméstico y lo internacional serán cada vez más difusas. Y ello coloca un nuevo desafío: vincular la política exterior a la política interna, la estrategia internacional a una estrategia nacional.