La cadena turca de noticias Anadolu Agency informó el pasado 26 de abril que el presidente francés Emmanuel Macron manifestó que el «islam político» busca la secesión de Francia, luego añadió que él está en contra del comunitarianismo que se ha establecido en partes de la República, refiriéndose a la forma en la que de manera sectaria se comportan algunas de las comunidades musulmanas en este país (y ocurre en el resto de Europa) principalmente las conformadas por inmigrantes de las últimas décadas y no tanto de los musulmanes con siglos de asentamiento en el continente, siendo además un fenómeno que se genera con más fuerza en esta zona del planeta y que no ocurre en Estados Unidos y otras regiones americanas donde la organización obedece menos al modelo de «gueto».

Dos aspectos llamativos no solo de lo expresado por el presidente Macron sino del fenómeno que está ocurriendo con los grupos islámicos tomados por algunos puristas y radicales. En primer lugar, esa acusación sobre el comunitarianismo que ha venido a intentar sustituir en cierto modo los sistemas políticos de los países para imponer un comportamiento al estilo de los clanes de donde surge la mayoría de estos ciudadanos provenientes en gran medida de países de Oriente Próximo o África, en algunos casos al estar liderados por líderes con interpretaciones puristas de la religión: se intenta aplicar la sharía con los musulmanes y se reprime fuertemente a quienes obedecen a las leyes civiles del Estado que les ha dado acogida.

En otras palabras, el fenómeno de algunas de estas comunas van de la mano con un sectarismo fuerte y por otro lado compiten políticamente y hasta judicialmente con las normas del territorio donde se han asentado para darle rienda a su interpretación basada en principios religiosos y hay casos de violaciones a derechos humanos que no se llegan a contemplar hasta que la situación es tardía porque se da en el marco de la ilegalidad, como ocurre por ejemplo con los casos de asesinatos por honor.

El segundo elemento que es destacable es que cuando se comienza a dar rienda suelta a la persecución contra los promotores de esta visión purista de la religión, se genera un efecto contrario muy nocivo con una ola de violencia bastante prominente, porque se ataca indiscriminadamente a quienes proponen esta visión radical junto con quienes no la poseen; incluyendo musulmanes europeos, y esto les obliga casi en automático a buscar un tipo de protección en ciertos grupos en ocasiones inspirados en los principios del islam político, que es abierto en los paradigmas del sistema de Estado-nación que quieren destronar para darle rienda al desarrollo de un sistema religioso basado en los principios del fundamentalismo religioso, y esto tiene alcance para las comunidades musulmanas y no musulmanas del lugar donde alcancen el poder.

De lo anterior, cabe mencionar que desde un punto de vista interpretativo el islam político comprende poco más de la mitad de los de los análisis sobre el comportamiento de los musulmanes en sociedad y la política, mientras que la parte restante se relaciona con los dogmas y principios propios de la religión, incluyendo el proselitismo que en ocasiones tiene un marco más político que espiritual.

Un punto determinante de lo anterior es citar que desde el estudio realizado por el Centro para el Estudio del Islam Político (CSPI), al menos el 31% de los textos sagrados del islam (Corán, Sunna, Sira) tiene temas relacionados con los métodos de aplicación de la denominada yihad (esfuerzo islámico para la expansión de la religión) incluyendo la denominada como yihad menor o de la espada; que incluye el uso de la violencia para su expansión. En algunos casos, como el texto de la Sira que cuenta la historia de vida del profeta Mahoma, cerca del 67% dedica su contenido al esfuerzo de la expansión de la religión.

Otro elemento importante es que desde esta visión, la interpretación coránica (tafsir) puede llevar a que en un tema si hay dos textos sagrados donde uno contradiga a otro, por ejemplo en el Corán, primará aquel que sea más reciente o haya sido dicho por alguien de más peso.

Tomando en cuenta de lo anterior que el Corán tiene dos tipos de interpretaciones de las azoras (capítulos), las que fueron reveladas en la Meca y las que tuvieron su revelación en Medina, los primeros que son de «convivencia» con los grupos de la región judíos y cristianos, técnicamente aparecen en una época donde el islam es una minoría religiosa sometida a un gobierno no musulmán, por lo que la cordialidad y diálogo interreligioso es una obligación. Mientras tanto, los textos de Medina tienen su fortaleza en una época en la cual el islam tiene mayor poder y puede expandir su control.

Entonces, desde esta perspectiva, los promotores de la visión del islam más expansivo proponen que mientras sean una minoría tanto religiosa como de poder político (y económico) se deben aplicar principios de la Meca, mientras que cuando haya un empoderamiento o sean una mayoría determinante se apliquen los principios de Medina. Cuando la fuerza sea mayor se pasa de una invitación a adoptar la religión (Dawa) de forma pasiva a un proceso de opción entre la conversión, la expulsión, el sometimiento (dhimis) o en algunos casos el asesinato, pero esto último hasta que haya un control total de las fuerzas políticas, militares y económicas de un Estado.

También se debe considerar que para los propios practicantes de la visión más purista del Islam, se echa mano del uso en ocasiones de la denominada taqqiya (kitman) o simulación, que permite en ocasiones mentir para alcanzar objetivos a favor del proceso de imposición de sus dogmas puristas. Para estos grupos también es conveniente el uso de los principios de necesidad (Darura) y de aliviar la carga (Tayseer) como elementos de flexibilidad mientras no esté instaurada la sharía como norma de administración del territorio, aún en la interpretación que se le da al exegeta Sahih Al Bukhari se enseña una ética dualista que permite el engaño o la simulación con un no musulmán, nuevamente desde una perspectiva radical es así, mientras no haya un gobierno de la sharía, las normas serán flexibles para el musulmán purista.

Si bien no es el panorama actual en Francia y los países occidentales, es un riesgo que se corre al no generar un modo de integrar a las poblaciones al modelo del país, sino que la permisividad excesiva en cuanto a ajustar algunas normas sociales para adaptarlas al modelo de estos grupos puede eventualmente impulsar medidas contraproducentes que puedan eventualmente dar espacios a los grupos islamistas que pueden aprovecharse de esto y seguir manteniendo el impulso a sus ideas.

No se trata por supuesto de discriminar, sino de ser cautelosos en cuanto a los niveles de tolerancia hacia algunas prácticas que superan simplemente las «diferencias religiosas» o culturales para convertirse en una imposición hasta sucumbir ante el nuevo modelo. Ciertamente no se necesita ser un experto para darse cuenta que al ritmo que va estos grados de «tolerancia» pueden llevar a expandir un sectarismo que generen un ambiente anárquico que pueda acabar eventualmente con el modelo de Estado nación para moverse a una condición más federal o atomizada y debilitada por la separación entre grupos nacionales.