En una clara ironía política y burla para su propio pueblo, resurge el nazismo de la mano de quienes lo practican como forma de gobierno disfrazada de democracia liberal.

¿A qué me refiero?

A que, por razones que no logro entender, porque se salen y desmarcan de toda lógica y razón que, cualquier entendimiento humano, medianamente razonable pueda aplicar, cognitiva y pragmáticamente, el pueblo, el electorado, ha elegido como su representante en el Gobierno nacional a figuras que no nacieron de la política, sino del populismo. Y como tales, han asumido como forma de respuesta de gobierno ante sus ciudadanos, posiciones de demagogia política cargadas de retórica y populismo, con el único fin de satisfacer el circo ciudadano.

Olvidándose por completo que, en la administración de un país, no se trata de satisfacer al populacho para mantener el orden y el control político de la nación, sino de mantenerlo, a pesar de lo que diga y piense el populacho.

Es así que, en estos tiempos modernos, han surgido líderes como Donald Trump y Jair Bolsonaro que creen que el mero hecho de haber quedado electos por el populacho les da derecho a imponer al resto, a toda la nación, su ideología basada en falacias y engaños.

Peor aún: creer que regir los destinos de una nación les da el derecho de imponer propia su visión a todos los demás — ¡aunque esta esté totalmente equivocada! — simple y sencillamente porque creen, también de manera totalmente equivocada, que es lo mejor para la nación.

En otras palabras, porque creen — vuelvo a insistir y perdonen la redundancia: ¡de manera totalmente equivocada! — que son patriotas, que son nacionalistas. Así como lo cree el populacho que los eligió. Y eso es lo que me trae al tema de este artículo: ¡resurgen el nazismo y el fascismo de la mano de quienes lo practican como forma de gobierno disfrazado de democracia liberal!

Y es que, para que usted lo entienda correctamente, una democracia liberal es por definición:

«Una forma de gobierno que consiste en una democracia representativa en la que la capacidad de los representantes electos para la toma de decisiones políticas está sujeta al Estado de derecho y normalmente es moderada por una constitución que la regula en la protección de los derechos y las libertades individuales y colectivas, y establece esa constitución restricciones tanto a los dirigentes demócratas como a la ejecución de las voluntades de una determinada mayoría social dentro de esa democracia libera».

(Extraído de Wikipedia)

En otras palabras, es la forma democrática moderna que se esperaría que nuestros gGobiernos y representantes (presidentes) practicaran.

Pero, ¿cuál es la forma que verdaderamente practica y representa? Y con eso me refiero exclusivamente a presidentes como Donald Trump y Jair Bolsonaro. ¡No a todos!

Tristemente, formas de gobierno que se acercan peligrosamente al nazismo y al fascismo. Que irónicamente se oponen ambas a la democracia liberal y por el contrario abogan ambas por el nacionalismo en su más pura, despótica, tiránica y represiva expresión.

¡Que es justamente lo que hacen Trump y Bolsonaro! Con su política de Make America great again (Trump) y Bolsonaro con su Brasil acima de tudo, Deus acima de todos.

¿Por qué? Porque «entre los rasgos del fascismo se encuentra la exaltación de valores como la patria o la raza para mantener permanentemente movilizadas a las masas, lo que ha llevado con frecuencia a la opresión de minorías (judíos, gitanos, homosexuales…) y un fuerte militarismo. En este sentido el enemigo se identifica como un ente exterior, a diferencia de los totalitarismos típicos de izquierda en que el enemigo es interno (burguesía)».

¡Justo como lo hace Jair Bolsonaro!

Y el «nazismo es una forma de fascismo que demostró un rechazo ideológico por la democracia liberal y el sistema parlamentario».

¡Justo como lo hace Donald Trump!