Accedemos al mundo por medio del lenguaje. No solo como vehículo sino como paradigma que configura nuestro entendimiento del mismo. La ciencia moderna no sólo se dio con un desplazamiento del método; sino con un cambio del lenguaje. Se pasó del latín y la descripción cualitativa a las matemáticas y la cuenta cuantitativa; transformando el paradigma del universo como un libro al de una máquina bien ajustada y determinada.

Lenguaje político, lenguaje científico

Es por ello que uno de los prerrequisitos de la ciencia, unos dirán una obsesión, es la claridad al hablar. Evitando términos ambiguos: a cada cosa una palabra y a cada palabra una cosa. Por eso las normas en nomenclatura en la química y la biología que tantos pesares hacen pasar a los alumnos de bachillerato. La ambigüedad, que es una de las riquezas de la poesía y literatura, es veneno para la ciencia. Y no deja de ser llamativo que la ambigüedad sea una de las constantes en nuestros diálogos y discusiones políticas. Tomando en cuenta lo relevante del tema, la organización de las sociedades humanas, tanto los letrados como la gente común carecemos de uniformidad a la hora de clasificar a los distintos actores y corrientes de pensamiento en el espectro político.

De nuestros letrados y expertos opinólogos hasta el más mundano de los ciudadanos usamos términos y categorías políticas con desfachatez y sin el cuidado apropiado. Y las causas son diversas; históricas geográficas, políticas y semánticas.

Por ejemplo, la dicotomía (porque siempre son dicotomías) entre liberales y conservadores mediados del siglo XVIII. La dicotomía se origina con el surgimiento de nuevos paradigmas políticos que se oponían al viejo régimen absolutista. Los primeros fueron llamados liberales y los segundos conservadores. Hasta aquí todo bien.

Los problemas no tardaron en surgir: parafraseando a Aristóteles, «liberal» se dice de muchas maneras; por otro lado, el término «conservador» tampoco ayuda pues refiere a quien se opone al cambio y como la historia no se detiene la vanguardia de ayer es el conservadurismo de mañana. Por ejemplo: la reacción al liberalismo fue doble, el regreso al Viejo Régimen y los movimientos socialistas. Así que los liberales son la vanguardia frente al absolutismo y el conservadurismo frente a los movimientos obreros1.

Si no fuera suficiente, uno podría argumentar que los movimientos obreros (socialismo y comunismo, en sus distintas formas) tienen muchas similitudes con el absolutismo. Así que uno podría argumentar que en el fondo son movimientos reaccionarios.

Un ejemplo de las confusiones que esto genera es que los partidos de izquierda 2 mexicanos se sienten herederos de Juárez sin darse las premisas económicas y políticas son realmente distintas. Así que en Morena se autonombran liberales pero se oponen al neoliberalismo. Son indigenistas, lo que los acerca más a las posiciones de Maximiliano que a las juaristas.

Si no fuera suficiente, los términos «derecha» e «izquierda» son peores. Su origen es similar a la dicotomía anterior. En la Asamblea General francesa, los diputados liberales se sentaron del lado izquierdo de la sala y su contraparte absolutista lo hizo del lado derecho. Ahora repita toda la confusión histórica ya mencionada anteriormente pero añada dos elementos: la Revolución Industrial y el auge fascista del siglo XX.

Así que en el ideario político común la Alemania nazi y la URSS de Stalin se encuentran en puntos radicalmente opuestos; cuando en la práctica no eran tan distintos. Y a fechas más recientes no falta quien quiere igualar el fascismo con el neoliberalismo 3 (dupla que se encuentran en posiciones opuestas, creo yo).

Por eso le hemos puesto apellidos a las posiciones, pero una asignación rigurosa sigue sin presentarse. Las causas ya mencionadas no terminan de explicar la razón de esta confusión. De raíz se encuentran tres causas fundamentales:

  • Dicha confusión tiene sus ventajas políticas y permite que los políticos se descalifiquen entre ellos. No apoyados en usos correctos, sino en la ambigüedad.

  • Los políticos no están obligados a tener postulados coherentes.

  • En el fondo queremos dar una explicación sencilla y simple a un fenómeno complejo, de matices y que toca distintas realidades de las estructuras sociales, que llamaremos posición social. Cuando usamos los términos ambiguos no estamos hablando solamente de una posición política sino social, que incluye otros elementos como economía, moralidad entre otras.

Queremos que una dicotomía explique posiciones que no se limitan a dos elementos y donde dichos elementos de las posiciones sociales no guardan relaciones necesarias. En la teoría estos elementos deberían ser consistentes; pero la práctica política no requiere de coherencia interna 4.

Elementos de las posiciones sociales

La estructura de las posiciones sociales incluyen distintas elementos: político, económico, moralidad y guía moral 5.

Y cada uno de ellos acepta matices casi al infinito. No es una lista completa y acepta incorporaciones y correcciones. Cada elemento se puede representar como un eje que va de dos extremos opuestos. Las posiciones se colocan a lo largo del eje dependiendo de su opinión en distintos criterios.

Esfuerzos se han hecho para poner en una matriz dos de los de los elementos, político y económico, que son esfuerzos loables pero que no terminan de explicar la complejidad del fenómeno. Mientras más elementos de las posiciones sociales introduzcamos a nuestros análisis más ricos serán.

Factor político

El primer elemento tomar encuentra es la política; que define el tipo de gobierno que un grupo humano tiene. En política tenemos una tensión entre el individuo y su libertad frente al Estado y control que impone. En su extrema izquierda se encuentra la anarquía y su contra parte de extrema derecha el totalitarismo. En medio el resto de los sistemas políticos, según resuelvan la tensión entre los individuos y el grupo que forman. El liberalismo democrático está hacia la izquierda mientras la democracia cristiana más hacia la derecha.

De la respuesta a esta tensión surgen los métodos y estilos políticos. El totalitarismo necesita mantener unida a su población, homogénea y controlada; para ello necesita un ideal trascendente de la nación o grupo (la madre Patria o el Espíritu nacional), un imaginario que brinde homogeneidad (raza, religión, idioma, origen) y un líder carismático y todopoderoso quien traduzca en hechos el ideal trascendente y que encarne el imaginario homogéneo. Estás dos características son su justificación de poder. Por otro lado, el liberalismo parte de los supuestos que todos los individuos son iguales, tienen los mismos derechos inalienables y que dichos derechos y libertades son los elementos más importantes del ser humano. Los hombres se asocian por conveniencia y otorgan limitada autoridad al estado para que los proteja y procure. Por eso elige a sus gobernantes por el voto popular: el poder viene de la cesión voluntaria y limitada de los individuos, no existe criterio ontológico que justifiquen al gobernante en su posición de poder y el poder del Estado y gobernante deben limitarse.

Sistema productivo

El segundo elemento es el sistema de producción y distribución de riqueza: el modelo económico. El criterio que define las posiciones en este segundo eje horizontal es la respuesta a: ¿quién (o quiénes) toman las decisiones en cuanto a qué, cuánto, cómo producir y el método de distribución de la riqueza? La respuesta nunca es sencilla y trae consigo distintos presupuestos: por ejemplo el lugar y valoración del trabajo en la sociedad, el origen de la riqueza y si en estado de naturaleza todos los recursos era de todos los hombres o si ni uno de los recursos es de algún hombre hasta que el primero hace por ellos. A la extrema izquierda tenemos a una economía perfectamente centralizada donde un cuerpo de sabios y santos toman todas las decisiones de una economía; mientras que a la extrema derecha se encuentra la versión más intensa de libre mercado, el laissez faire que deja todas las decisiones libres de los agentes económicos y confía en el orden espontáneo que surge de sus decisiones racionales.

La actual complejidad de nuestros sistemas de producción y distribución hacen que el eje económico sea uno de los más llenos de matices y puntos finos. En parte porque nuestra actualidad económica es el resultado de complejos fenómenos históricos como las revoluciones industriales del siglo XIX y XX, revolución comercial, los adelantos en comunicación y los containers. Y las lecciones aprendidas gracias a la explotación de los proletarios, las grandes crisis económicas y la viabilidad del Estado de Bienestar.

Moral y ética

Uno de los elementos más controvertidos de las posiciones son los elementos que versan sobre la moralidad. Las discusiones sobre lo que se considera bueno, justo y adecuado están tan vivas y polarizan tanto a una población que debemos dividirlas en dos elementos de las posiciones sociales.

En primer lugar está la moralidad en amplia extensión. Contrapone como contradictorios al tradicionalismo y al progresismo. Y más allá de temas coyunturales (aborto, matrimonio igualitario entre otros), el criterio para distinguir los espectros en este eje responde a la pregunta: ¿De dónde surgen y cuál es la naturaleza de los valores y pautas que rigen el comportamiento humano? Los tradicionalistas responden que los valores son universales y fijos y que tienen un origen o divino u ontológico (ejemplo la Ley Natural), y que al violarse o negarse se originan comportamientos viciosos, indeseables e inmorales. Es por ello que una vez descubiertos (o revelados) dichas pautas es función de la tradición mantenerlos, cuidarlos y velar por su cumplimiento.

Si el tradicionalismo se pone del lado derecho, su contraparte de izquierda es el progresismo. En él los valores no se descubren pues no dependen de orígenes ontológicos, sino que se construyen y dependen de las estructuras sociales. Y a diferencia de la ética deóntica de las posiciones tradicionalistas los progresistas son más cercanos al utilitarismo. La bondad y la justicia no vienen definidas de la universalidad de criterios sino del resultado que las acciones y las consecuencias que acarrean.

El segundo elemento a considerar la llamaremos guía moral. Es decir el lugar que guarda la moralidad en amplia extensión en la vida pública de las sociedades. Para algunos es vital que exista una correlación necesaria entre la moral pública y la privada y un órgano de autoridad que regule dicha moral. Para otros existe una clara diferencia entre la moral pública y la moral privada; y nadie se debería intervenir en las decisiones y juicios morales que se dan en lo privado.

A primera instancia la división entre moralidad y guía moral parece trivial pues los tradicionalistas solían ser intervencionistas morales. Pero a últimas fechas se ha presentado un fenómeno entre los miembros tradicionalistas más jóvenes. Frente a los temas más controvertidos en cuento a moralidad, (ejemplo como aborto), los jóvenes tradicionalistas cada día son más de la opinión: «no estoy de acuerdo, pero no puedo imponer mi opinión».

En el fondo el elemento guía moral está apoyado en dos columnas: la distinción entre moralidad pública y moralidad privada y por otro lado la existencia de una autoridad moral. En nuestros países históricamente este papel lo ha tomado la Iglesia católica; a quien muchos siguen pidiendo como protectora de la moralidad de los mexicanos.

En guía moral llamaremos a la extrema izquierda el desentenderse moral y a la extrema derecha el intervencionismo moral.

Una vez mencionados y descritos los elementos de las posiciones sociales surge la pregunta: ¿qué tipo de relación guardan los elementos entre ellas? ¿Cómo se relacionan las distintas posiciones entre los ejes?

Existen tres tipos de relaciones; necesarias, afinidad e inconsciencia. Las necesarias son aquellas que solo pueden ser de un modo. Posiciones políticas, económicas, morales y de guía que se exigen para poder funcionar. El ejemplo más claro es el totalitarismo político, que requiere una economía perfectamente cerrada, moralidad tradicional y de Intervencionismo en la guía moral.

En otro sentido se encuentran las posiciones de inconsistencia. Que son posiciones que se excluyen necesariamente. Ejemplo, el liberalismo político es inconsistente con la una guía moral de intervención.

Las relaciones más interesantes son las de afinidad. Se refieren a relaciones de proximidad contingente. Que permiten grados e interpretación. A alejarnos de los extremos izquierdas y derechas en cada eje llegamos a un sinfín de posiciones en los elementos donde los matices permiten que surja un sinfín de posiciones sociales. Son estos matices y las interminables combinaciones posibles lo que permiten que el espectro de ideas y teorías sociales sea tan rico.

La discusiones de académicos, editorialistas, gente pública y ciudadanos de la calle sobre los estilos y modos que tiene una sociedad para organizarse y funcionar son ajustes en y movimientos en esta matriz de cuatro ejes. Dependerá de la posición que se ocupe en cada uno de ellos y en la salvaguarda de contradicciones internas que permitan definir de modo claro y diferente.

Intentando así librarnos de las ambigüedades y confusiones que un modelo simple nos arrojan. Las democracias no solo requieren de ciudadanos informados, sino de un modelos explicativos que den razón de mejor modo.

Notas

1 Podríamos añadir la coexistencia del liberalismo (político y económico) e imperialismo. Posiciones contradictorias pero que las potencias occidentales usaron al mismo tiempo. La primera para dentro de las fronteras, la segunda para los pueblos «salvajes».
2 Ahora tratamos ese término.
3 El Fisgón, «La raíz nazi del PAN», El Chamuco 2014.
4 Brice Bueno de Mesquita, The dictator Handbook, 2016.
5 Un análisis más detallado podrá encontrar otras, que complementen. Pero para las intenciones de este texto con esas son suficiente.