Que una adolescente sueca de apenas 16 años (cuyo único pecado es haber iniciado un movimiento mundial de jóvenes para denunciar el colapso ambiental que se avecina) acumule tantos insultos en las redes sociales es síntoma de que el planeta está realmente enfermo. Confirma que la joven Greta tiene razón. Hay más personas que defienden a Greta, diría uno, pero también hay muchas, muchísimas que la denigran en forma soez. ¿Insultar a una joven de 16 años, quien sólo dice la verdad? ¿Qué hay detrás de esto?

Yo diría que puro fanatismo. Puro «negacionismo ambiental». Fundamentalismo económico que teme que la protección del medio ambiente suponga restricciones a un emporio industrial-financiero sin ataduras que ha generado en los últimos 30 años la mayor riqueza de la historia de la Humanidad, pero que la ha distribuido muy mal y, de paso, destrozado el único planeta que tenemos. Nunca el mundo ha sido tan desigual, tan inequitativo. Un 1% de las personas posee hoy más riqueza que el 99% restante (ver Informe Oxfam, Londres, 2016).

Y lo ha hecho a partir de un proceso de explotación industrial y agroindustrial masivo que ha polucionado el planeta, destrozado la capa de ozono, generado el deshielo polar, inundado los océanos de plástico, con extinción casi sellada del 30% de las especies al día de hoy, destrozando la tierra, sus animales y sus seres. Greta tiene razón. A las grandes empresas y los países que los albergan en realidad les importa un pepino los Acuerdos de París y los compromisos ambientales. La consigna es: ¡A acumular todo lo que se pueda ahora y, después, el diluvio! La codicia de nuestra generación nos matará. Estamos cerca de un proceso de autoextinción, a punto de una hecatombe global para el año 2050, como anunciaron en abril pasado más de 300 expertos mundiales en Nairobi, Kenia.

La primera falacia es el ataque ad hominem. Se ataca al mensajero y no al mensaje. Los insultos contra Greta van desde «ñina oportunista», «montaje de los medios de comunicación», «marioneta de George Soros» y otra serie de agresiones contra la persona, lo cual utilizan aquellos que no tienen argumentos para discutir el fondo. Incluso buscan denigrarla diciendo que posee el síndrome de Asperger o que es vegana, como si ello importara. Sin embargo, no logran contradecirla con cifras y datos. Y esto es lo fundamental, no logran refutar sus argumentos con información dura y verdadera.

La otra gran falacia es atacar a Greta porque la apoyan fundaciones, ONG o, incluso, grandes empresarios, quienes quieren promover una economía con energías limpias. ¿Y qué hay de malo en ello? Todo lo contrario. ¡Es excelente! Es de aplaudir que existan empresarios conscientes que apuesten por producir riqueza sin terminar de destrozar el planeta. Esta es lo que se llama la falacia de falsa analogía. Tratar de invalidar el argumento de alguien con un ligamen no conducente, fuera de la demostración misma. Aristóteles demostró que es una falacia, una demostración engañosa. Es paradójico y absurdo que haya empresarios atacando a una persona porque otros empresarios la apoyan. Cinismo a la enésima potencia. Codicia de unos que temen competencia de otros.

Por eso, cuando en los próximos días o semanas usted encuentre a alguien que insulte a la joven Greta Thunberg, exíjale que se refieran a los hechos. Que contradiga los hechos que ella denuncia. El planeta que le hemos legado.

Deshielo y aumento del nivel del mar. El proceso empezó hace años, pero ya estalló. Ya en Groenlandia se están desprendiendo grandes pedazos de hielo y el proceso es irreversible. Al ritmo actual de calentamiento global, la temperatura del Ártico habrá subido entre 3 y 5ºC para 2050, lo cual «devastará» la región y acelerará la subida de los niveles del mar. Un aumento de sólo 55 cms generará cataclismos. Estaba previsto para el 2100, pero se acelera para el fatídico 2050. Hay quienes creen que será de casi un metro. El Antártico también ya empezó su deshielo.

Migración del 30% de la población mundial. El aumento del nivel del mar ocasionará la inundación de muchas zonas costeras, donde vive cerca del 30% de la población mundial. Ello generará migraciones internas al interior de los países, crisis humanitarias y sistémicas por alimentación, derecho a la propiedad y violencia a gran escala.

Más plástico que peces en el mar. Ocho millones de toneladas de plástico se tiran a los océanos cada año. Hay ya varias islas de plástico del tamaño de Francia en el Pacífico y en el Atlántico. Para el año 2050 habrá más plásticos que peces en los mares.

Las superbacterias: principal causa de muerte en el futuro. En tres décadas, la principal causa de muerte natural serán las «superbacterias», los patógenos multirresistentes a los antibióticos. Las bacterias inmunes a los tratamientos se desarrollan por el exceso de medicación inadecuada en humanos y ganado. La Escherichia coli y la Klebsiella pneumoniae serán los dos principales asesinos del futuro. El uso indebido en lo antibióticos (en seres humanos y en animales, que después pasan a los humanos en la ingesta de alimentos) convertirán la vida cotidiana en un peligro constante. Las cirugías rutinarias, los nacimientos, la neumonía e incluso las infecciones de la piel serán un peligro para la vida.

Envenenamiento por aire. La mala calidad del aire se ha consolidado como un factor de riesgo alto de muerte. Sobre todo en Asia y África y dobla la cifra de muertos en Europa, los Estados Unidos, Asia y América Latina. Para 2050 se cree que el volumen mundial se elevara entre 4,5 y 7 millones de personas muertas.

Lluvia de plástico. Está empezando a llover plástico, por increíble que parezca. Los microplásticos (que no se ven, pero están allí) son consumidos por los seres marinos y por los peces y, posteriormente, por los seres humanos, en una cadena alimenticia letal . El vertido constante ha infestado las aguas de los ríos y mares de millones de microplásticos. Recientemente en las Montañas Rocallosas y en los Pirineos se ha encontrado microplástico, producto de la condensación y la posterior lluvia.

Un tercio de la comida es tirada a la basura. Paradojas grotesca de la Humanidad. Mientras mueren 30.000 personas de hambre todos los días del mundo y hay casi 900 millones de personas con hambre o infra-alimentadas, en los países industrializados se tira a la basura 1/3 de los alimentos. Además, la producción de carne obliga a una ganadería extensiva que promueve la deforestación creciente de bosques y contribuye al calentamiento global.

Esto es, apenas, parte de lo que ella denuncia. No hay mucho más que decir. Este es el planeta que hemos dejado a Greta y a su joven generación.