Este domingo, 10 de noviembre, se repitieron las elecciones generales en España. Algo que ocurrió después de que las fuerzas políticas de izquierda no concretasen un pacto para formar Gobierno, tras los comicios celebrados el pasado 28 de abril de 2019. Por tanto, y ante la falta de acuerdos que permitieran investir a un presidente, las Cortes Generales se disolvieron y el rey Felipe VI firmó el decreto por el que se convocaban comicios.

Una nueva cita con las urnas que ha arrojado unos resultados muy concretos. El primero, el de la participación, que ha caído en un 6% respecto a las anteriores elecciones. Más concretamente, se ha pasado de un 75,76% del pasado mes de abril a casi un 70% en esta ocasión. La mencionada reducción puede tener varias lecturas. Sin embargo, la más común se relaciona con el hastío de la ciudadanía ante la parálisis política de los últimos meses.

Pero el dato más preocupante ha sido los resultados obtenidos por Vox, un partido de extrema derecha que ha alcanzado 52 diputados. Unos datos que han sido posibles gracias a los más de 3,6 millones de votos recibidos, lo que ha supuesto el 15 % del total de los sufragios. De hecho, la formación presidida por Santiago Abascal se ha colocado en el tercer puesto nacional, tras el PSOE y el PP…

Vox ha basado su discurso en argumentos ultranacionalistas –a través de la defensa radical de la nación española– y en la protección de valores supuestamente tradicionales, como la tauromaquia y la caza. Además, los miembros de esta formación se han mostrado revisionistas respecto a la legislación de igualdad o con la llegada de inmigrantes a España. Desde este partido se han lanzado mensajes en los que se relacionaba la migración con el ascenso de la delincuencia en el país. Unas aseveraciones que no estaban respaldadas en datos…

De hecho, el fulgurante ascenso electoral de esta formación ultra se ha vinculado con varios factores. Entre ellos, el descontento de parte de la ciudadanía con los partidos de la derecha –PP y Ciudadanos– y la crisis secesionista en Cataluña. Precisamente, uno de los planteamientos más importantes de Vox ha sido su beligerancia frente a los independentistas, ya que uno de los postulados irrenunciables de esta formación de extrema derecha ha sido la «sacrosanta» unidad de España.

Precisamente, desde el partido de Santiago Abascal se han servido de la coyuntura en Cataluña. Pero, en realidad, ha sido un enfrentamiento entre nacionalismos. Por un lado, el español. Y, por otro, el catalán. Gracias a ello, hace apenas seis meses –a finales de abril–, Vox llegaba a los 24 diputados y 2.688.092 votos –el 10,26% del total–, lo que le situó en el quinto lugar. Ahora, sin embargo, ha multiplicado estas cifras, al obtener 52 procuradores y más de 3,6 millones de votos –el 15% del total–, lo que le ha supuesto el tercer puesto en el Congreso. Esto le ha permitido situarse por delante de Podemos –que ha obtenido 35 representantes– o de Ciudadanos, que se ha alzado como uno de los grandes perdedores de la noche, pasando de 57 escaños a tan solo 10, que representan casi el 6,80% de los sufragios. El líder de esta formación, Albert Rivera, dimitió finalmente este lunes 11 de noviembre.

Empero, los dos primeros puestos siguen estando ocupados por el PSOE y el PP, las dos formaciones tradicionales del centro izquierda y del centro derecha en España. Los socialistas, con Pedro Sánchez como candidato, han vuelto a ganar en apoyos, con 120 diputados y casi 6,8 millones de votos (el 28% del total). Por otra parte, los populares –capitaneados por Pablo Casado– han alcanzado 87 asientos en el Congreso y algo más de cinco millones de sufragios.

Un ejemplo de esta situación se ha encontrado en la circunscripción de Guadalajara, donde se eligen tres procuradores para el Congreso. En las elecciones del 28 de abril, los partidos representados fueron PSOE, que obtuvo el primer lugar; el PP, que quedó en el segundo puesto; y Ciudadanos, que se llevó la medalla de bronce. Cada una de estas formaciones consiguió un representante en la provincia arriacense.

En cambio, en este 10 de noviembres ha habido cambios. Los socialistas –con la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, al frente– han vuelto a reunir el mayor número de votos. La extrema derecha le ha seguido en apoyos, mientras que los populares han alcanzado el tercer puesto. Cada uno de estos tres partidos ha logrado un diputado. Por tanto, la pujanza de Vox también se ha observado en esta provincia castellana…

«Por quinta vez consecutiva el PSOE ha ganado las elecciones en España, en Castilla-La Mancha y en Guadalajara», recordaba Pablo Bellido, presidente de las Cortes castellanomanchegas. «El único presidente del Gobierno que puede salir de esta convocatoria electoral es Pedro Sánchez», añadía.

Por ello, Bellido pedía a «las fuerzas progresistas y moderadas» un apoyo en la investidura del ejecutivo de Sánchez. Por ello, el presidente del Parlamento de Castilla-La Mancha solicitaba establecer un «cordón sanitario» a la extrema derecha: «No hay una alternativa viable al gobierno de Pedro Sánchez», añadía.

Y ahora, ¿qué?

El resultado de las elecciones generales de este 10 de noviembre ha generado la aparición de un nuevo escenario en España, en el que permanece el bloqueo. Ni el conjunto de la derecha ni el de la izquierda ha obtenido una mayoría clara. Y, si se quiere formar Gobierno, algunas voces ya claman por un pacto «transversal», en el que participen fuerzas de diferente ideología. Eso sí, sin dar cabida a los posicionamientos radicales de Vox...

Por tanto, la movilización de última hora de los sectores progresistas ante una extrema derecha vigorosa no ha dado resultados. La concentración de voto en el PSOE de Pedro Sánchez no ha conseguido los objetivos deseados. La situación política en España sigue varada.

Y con los radicales como tercer grupo en el Congreso. Por tanto, se necesita mucho diálogo entre las fuerzas democráticas para formar gobierno y evitar que el discurso del odio patrocinado por Vox obtenga el altavoz de las instituciones.

No hay que olvidar que, como dijo el filósofo, periodista y ensayista francés, Albert Camus:

La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas.