Aunque frena, el virus se pasea aún por Italia, ya sea mediante transmisión comunitaria como de exportación.

Lunes 20 de julio

Alrededor de 80 personas bailan en el interior de una discoteca... sin mascarillas ni distancia de seguridad. Es solo un ejemplo de decenas y decenas de situaciones que se han visto este fin de semana en la movida romana y que obligaron al asesor regional para la salud a una intervención insólitamente dura: «¡Si no usan las mascarillas, de nuevo tendremos que encerrarnos todos!», lo que demuestra la gravedad de la situación, porque si bien el virus está frenando a nivel nacional, los rebrotes que diariamente aparecen aquí y allá, más las dramáticas informaciones que llegan de todo el mundo está a años de luz de pensar que «la noche quedó atrás», parafraseando la novela de Jan Valtin.

El temor que tenemos todos (en realidad no todos, ya que a los y las de la movida al parecer esas preocupaciones no los/las tocan) es que el relajamiento generalizado que se observa en la población, que en muchos casos, y cada vez con más frecuencia ignora las normas de distancia social y protección individual, pueda provocar un recrudecimiento de los contagios, como ha sucedido en España.

Martes 21 de julio

A raíz de una visita de la presidenta del Senado, Elisabetta Alberti Casselati al Foro Romano tuvimos la suerte de un recorrido por este estupendo monumento que para los antiguos romanos era la esencia misma de la ciudad, no solamente en su aspecto material, la urbs (urbe), sino también en sentido político la civitas, es decir, la comunidad política y jurídicamente organizada. Y recordemos que la Urbe, como se denominaba a Roma, era el centro del mundo conocido, Roma caput mundi.

Hasta nuestros días las bulas pontificias, los documentos y las bendiciones del Papa al mundo entero se señalan como Urbi et Orbi (literalmente: a la ciudad y al mundo), es decir desde la Urbe, Roma, a todo el mundo, el Orbe.

Es verdaderamente emocionante caminar en este lugar, sobre todo si se piensa que fue en el siglo V a.C., hace más de 2.400 años, cuando se puso la primera piedra del templo de Saturno, que daría origen al Foro Romano. Durante más de cuatro siglos el Foro conservó un rol dominante en la ciudad hasta la Edad Imperial cuando el poder se trasladó al monte Palatino (en realidad más que monte, una de las siete colinas de Roma).

Luego, el Foro pierde definitivamente su identidad cuando el Imperio romano se derrumba y empieza la Edad Media: sus monumentos fueron abandonados y reducidos a canteras y la plaza, el corazón de la civilización romana se cubrió totalmente de vegetación y se convirtió en zona de pastoreo, tanto es así que se le denominaba Campo Vaccino, «campo de las vacas».

Resurgirá del olvido y del abandono a partir de las últimas décadas del siglo XIX, cuando empezaron los trabajos de excavaciones que han dejado al descubierto la magnificencia de este lugar y su significado, tal como hoy lo vemos. Lo más increíble es que hasta ese momento, fines del siglo XIX, en toda esta zona que abarca un amplia área, que va desde la Alcaldía de Roma, en la colina Capitolio hasta el Coliseo, el nivel de la calle estaba ¡nada menos que ocho metros más arriba del actual Foro!

Por primera vez veo alguien que usa una mascarilla firmada: una joven de algún departamento de prensa relacionado con la visita tenía una muy curiosa, plateada que brillaba al sol del atardecer. Y por supuesto muy entonada con la ropa. En la parte inferior tenía la marca. Claro, no me atreví a preguntarle la maison de la que provenía marca ni cuanto le había costado. Pero que era fashion, lo era.

Miércoles 22 de julio

Hasta hoy todos los habitantes de este país estuvimos con «el alma en un hilo» esperando con ansia el resultado de los acuerdos de la Unión Europea de cara a las ayudas a los países más afectados por la pandemia. El resultado fue positivo, llegarán las ayudas, y todos respiramos más tranquilos.

A propósito de esta situación me acordé de la última película de Costa-Gavras, Adults in the room, que vi en Venecia, en ocasión del último festival de cine (hace 10 meses, pero es ya otra era). La película, basada en las memorias del exministro de Economía, Yanis Varoufakis, narra sus 162 días como jefe de la delegación económica durante el primer Gobierno de Alexis Tsipras, cuando tuvo que negociar con los burócratas de Bruselas las condiciones de la ayuda a Grecia.

En Adults in the room encontramos todos los ingredientes de una tragedia griega con los deseos y esperanzas del nuevo Gobierno de izquierda del partido Syriza que se enfrentaría a ese muro de goma, felpado y no por eso menos cruel de las instituciones europeas, su hipocresía, la cruel lógica de la troika (el conjunto de los acreedores oficiales durante las negociaciones con los países), el derrumbe final de las esperanzas de un pueblo y finalmente las terribles medidas de austeridad que pusieron de rodillas a la población griega.

Si bien la película no tiene la fuerza dramática de Zeta, la orgía del poder, sobre el régimen de los coroneles griegos, describe el poder, menos violento, pero no por eso menos despiadado de las grandes instituciones financieras europeas. El nombre de la película se debe a una frase del entonces ministro de economía alemán, el intransigente Wolfgang Schäuble, quien muy molesto ante la imposibilidad de obligar a aceptar sus rígidas reglas y aludiendo a la joven edad de los ministros griegos explotó diciendo «en esta habitación sería necesario que hubiera adultos».

Esta es una historia sin final feliz y aunque es bastante conocida no está demás recordarla: el Gobierno griego llamó a un referéndum para aceptar o no el plan de ultra austeridad de la troika y aunque la mayoría votó No, Tsipras se vio obligado a aceptar el plan. Varoufakis en ese momento renunció.

Las instituciones europeas en esa ocasión aprobaron tres programas de ayuda, pero de los 241.000 millones de euros, que serían entregados entre 2010 y 2017, el 95% fue a parar a los bancos europeos, sobre todo alemanes y franceses, solo el 5% llegaría a las arcas griegas. De ahí el terror italiano, por el momento infundado… al parecer.

Jueves 23 de julio

Junto al desastre de los sectores del turismo y sus derivados, el virus también ha contagiado en su letal recorrido otros sectores, por ejemplo el transporte público: según una encuesta los romanos lo usan muy poco…y mucho menos el metro. Por eso, como símbolo de esperanza, hoy se reabrieron las obras de las nuevas galerías de la línea C de Roma que unirán la vía de los Foros Imperiales con la Plaza Venecia.

Hace más de 40 años, cuando llegué a esta ciudad, había solamente una linea de metro, la «B» (por qué era la B si era la única…misterios itálicos, o más bien romanos) que se había inaugurado en 1955; en 1980 se abrió parte de la línea «A» y hace apenas 6 años, en 2014, un sector de la línea C. A mis lectores y lectoras no nativos de esta ciudad quiero aclararles que el hecho de que haya solamente tres líneas y que se hayan demorado tanto en construirlas no tiene relación con la capacidad de trabajo romana. Se trata de que cada vez que se excava, se encuentran ruinas históricas y es necesario detener los trabajos para protegerlas o recuperarlas.

Con el correr de los años y el avance de las nuevas tecnologías este problema se ha ido obviando y lo que antes era un obstáculo, es decir el descubrimiento de vestigios arquitectónicos, se ha ido «armonizando» con las necesidades actuales. Por ejemplo, en el atrio de la estación de San Juan de Letrán (cerca de la basílica homónima, que es, además, la catedral de Roma), hasta este momento Terminal del metro C, hay un Museo con gran parte de los objetos ubicados en esta zona, pertenecientes a diferentes épocas.

El atrio está 5 metros y 80 centímetros bajo tierra y en vitrinas empotradas en las paredes encontramos restos de estatuas romanas, entre ellas un pie perfectamente cincelado, junto a la pezuña de un caballo; un anillito de dedo meñique en el cual, gracias a una lupa de lee ...Abia Pacis.

Muy interesantes los artículos de tocador y de uso diario, como peinetas, horquillas, un compás, lucernas, restos de canastos, incluso la empella de un zapato casi completa. También encontramos cuescos de duraznos, lo que demuestra que ya en tiempo de los romanos esta fruta originaria de Persia, no solo había llegado a esta ciudad, sino que se cultivaba aquí mismo.

Porque hace unos dos milenios en este mismo sitio surgía una hacienda con una enorme pileta y un espectacular sistema de regadío, que podemos ver en los tubos de terracota que se exponen en la estación, cuya tecnología es similar a la que se usa hoy; además, los restos de una rueda hidráulica han demostrado la existencia de molinos en este espejo de agua.

En la medida en que vamos bajando se van hilvanando 21 fases de la historia de Roma todas muy importantes. Mientras bajamos, escritos luminosos en las paredes, de diversos colores ilustran el cambio de era y los eventos históricos y sociales que han ido marcando los cambios infraestructurales de la ciudad: edad moderna, renacimiento, edad media, bárbaros, imperio romano, hasta llegar a los andenes donde enormes paneles indican que hemos retrocedido de 120 a 200.000 años, cuando en estos mismos lugares correteaban elefantes, hipopótamos y rinocerontes.

Los últimos vestigios se encontraron el año pasado: un regimiento con la casa del comandante (300 metros cuadrados), edificios construidos casi con toda seguridad en el siglo I d.C., y cuyos restos se podrán admirar gracias a una pasarela en la estación Amba Aradam que se inaugurará en algunos meses. Como se puede apreciar Roma sigue ofreciendo al mundo innumerable tesoros arqueológicos.

Hace 91 años, un día como hoy, el Duce, Benito Mussolini, que gobernaba con mano de hierro el país, promulgaba una ley de «italianización» que prohibía los anglicismos, lo que dio paso a curiosas situaciones como el hecho que estaba prohibido pedir un cocktail sino «una bebida multicolor», mientras el sándwich se pasó a llamar tramezzino, que permaneció en el tiempo. También se quedó el nombre de mascara (no hay que confundir con máscara en castellano) para designar el rimmel. Hasta Hamlet, la obra de Shakespeare, fue transformada en Amleto.

Los secuaces modernos del Duce, porque los hay, aunque lo nieguen, deberían acordarse de este hecho cuando usan anglicismos sin necesidad. Uno de los grandes méritos de la televisión italiana fue haber homogeneizado la lengua italiana de norte a sur, ya que cuando nació la RAI (Radio y Televisión Italiana) en el lejano 1954, la mayor parte del pueblo hablaba en dialectos. Hoy, en cambio, escuchando los telediarios y leyendo los diarios, de cada diez palabras, por lo menos cuatro son en inglés ¡aunque exista el término italiano! Y en el caso de la TV para colmo de males muchas veces la pronunciación deja bastante que desear.

Viernes 24 de julio

Voy al mercado de mi barrio para la compra semanal de frutas y verduras. Menos mascarillas, incluso entre los negociantes. Y si bien a nivel nacional los contagios y fallecimientos disminuyen, el virus sigue no solo sigue circulando, sino que llega al país «de importación», razón por la cual desde hoy todas las personas que lleguen de Bulgaria y Rumania deben hacer cuarentena obligatoria. Además, las regiones también empiezan a tomar medidas más drásticas; por ejemplo en Campania (Nápoles) se está estudiando la posibilidad de endurecer los controles y ya se están cobrando saladas multas a los negociantes que no usen mascarilla y cierre de discotecas y pub si no logran asegurar las medidas de seguridad individual y distancia social, y sobre todo obligar a los clientes a respetarlas.

Sábado 25 de julio

Imagine there’s no country: probablemente cuando la fogosa jefa del posfascista Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia) Giorgia Meloni tarareaba bajo la ducha la canción Imagine, una de las mejores interpretaciones de John Lennon como solista («una canción bellísima» según las propias palabras de Meloni) al no saber bien inglés no entendía mucho lo que cantaba. Alguno de sus secuaces, un poquito más versado en el idioma de la «pérfida Albión» le tiene que haber susurrado «Mira Georgia, es una canción políticamente incorrecta para nosotros ya que incluso habla de que no tiene que haber religión, ni siquiera países», refiriéndose a frases como no religion too y a all the people sharing all the world.

Un poco demasiado para los oídos «soberanistas» y bastante astutos de Giorgia que empezó de inmediato una cruzada contra esta canción afirmando que no tenía nada que ver con los valores que ella profesaba: identidad, patria, religión. Demás está decir que el hecho de desenvainar el hacha de la guerra contra Imagine le sirvió esta semana para tener gran presencia en la prensa.

Y la cosa no quedó ahí. Susana Ceccardi, parlamentaria europea, exalcaldesa de Cascina, un pueblito toscano y candidata a presidenta de esa región por la xenófoba Liga del Norte fue más allá y llegó a declarar que Imagine era un «himno marxista» y que por eso les pedía a los jóvenes no cantarla. ¿Verdaderamente la señora Ceccardi, que en su calidad de parlamentaria europea debería conocer los idiomas cree eso o sus declaraciones fueron exclusivamente para ganar algo de espacio en la prensa? En realidad no sé qué es peor.

Domingo 26 de julio

Para muchas personas de mi generación, quienes nacimos a fines de los años 40 y durante toda la década del los 50, hoy es una fecha especial: a las 5 de la mañana y 12 minutos del 26 de julio de 1952 un grupo de jóvenes, encabezado por el joven abogado Fidel Castro, de apenas 25 años asaltó el Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba. Aunque la acción no tuvo éxito a causa de la disparidad de fuerzas, en realidad este hecho es considerado la chispa que prendería la mecha de la Revolución Cubana que culminaría con el ingreso a La Habana, en 1959, de parte de los supervivientes del Moncada, encabezados por Castro.

Junto a un reducido grupo, Fidel Castro había logrado huir desde el Moncada hacia la Sierra Maestra, pero fue capturado menos de una semana después, el 1 de agosto. En el proceso se defendió él mismo y su arenga La historia me absolverá, fue un duro acto de acusación contra el Gobierno de Fulgencio Batista, niño mimado del Gobierno de los Estados Unidos, de Cosa Nostra y de amplios sectores de su elite política, entre ellos el patriarca de los Kennedy, Joseph, como lo recuerda la última y estupenda película de Martin Scorsese, The Irishman, con los formidables Robert de Niro, Al Pacino y Joe Pesci, que logré ver en Roma poco antes de la cuarentena.

De Cuba y de ese 26 de julio a partir del cual tantas esperanzas se crearon en toda una generación, de vuelta a nuestros días y a nuestra pandemia.

Esta mañana pasé por el terminal de buses de la estación Tiburtina (la segunda en importancia de Roma), donde llegan sobre todo viajeros extranjeros, y en particular provenientes de los países del Este europeo, donde el virus arrasa, razón por la cual, como les contaba antes, están prohibidos los vuelos de Rumania y Bulgaria. ¡Pero atención: los vuelos, no así los buses!

Me encuentro con la sorpresa de que no existe ningún tipo de control para los italianos ni para los extranjeros que llegan a Roma en estos buses. «Se les toma la temperatura al subir, pero no hay ningún tipo de control cuando llegan a su destino», me explica un auxiliar. ¿Ni siquiera a quienes vienen de Rumania o Bulgaria?, pregunto. «Ni siquiera», me responde un poco molesto ante mi insistencia.

Atravieso la calle y entro a la estación. Ahí me toman la temperatura, porque se presume que voy a tomar un tren, pero tampoco a quienes llegan se les toma: «Es absurdo», se desahoga un responsable de seguridad que pide omitir su nombre: «Estamos más que atentos con quienes parten, ¿y los que llegan? Salen tranquilamente de la estación y del terminal de buses y luego no se sabe más de ellos, a menos que la situación sea muy grave. ¿Y los que viajaron en el mismo bus?». Situaciones complicadas que requieren respuestas precisas, y sobre todo tranquilizadoras.