Un interesante informe realizado por la página de análisis internacional The Political Room llamado «¿Realineamiento de los bloques en Oriente Medio?», menciona, entre tantos planteamientos, una lista de ejes en el mundo musulmán que se alinean para intentar un proceso de hegemonía en la región y, en términos generales, brinda tres particulares: uno árabe liderado por los sauditas (administradores de los lugares sagrados del islam agrego); un eje de «resistencia» encabezado por la República Islámica de Irán y el eje islamista cercano a los Hermanos Musulmanes, manejado por un binomio complementario entre la agenda militar en el Oriente por parte del gobierno turco y una extravagante agenda qatarí, que es un extraño híbrido político.

Por un lado, Qatar posee el privilegiado tercer lugar entre los países con importantes yacimientos de gas, superado solamente por Rusia e Irán, primero y segundo lugar en cantidad de yacimientos comprobados. Esto le ha generado al Estado de Qatar tener el apoyo de países occidentales y una producción de riqueza extraordinaria, que los ha llevado a tener el mayor poder adquisitivo per cápita del mundo, registrado en el 2018 en más de $130.000 y manteniéndose el 2019 en $128.000 dólares.

Es, además, un importante receptor de Inversión Extranjera Directa (IED) por parte de otros países, llegando en 2019 a $34.200 millones de dólares y una cartera financiera cercana a los $29.200 millones de dólares, a pesar de que este país, desde el año 2017, sufre un bloqueo aplicado por Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Bahréin bajo la acusación de financiar el terrorismo internacional, según destacaba un artículo de Monitor de Oriente en julio de 2019.

Esto ha llevado al gobierno liderado por el clan de los Al Thani a buscar salidas alternas que han ocasionado revuelo en las relaciones del gobierno de Doha con otros Estados —entre estos, por irónico que parezca, la República Islámica de Irán— y lo han colocado en una posición bastante peligrosa desde que Estados Unidos suspendió el acuerdo nuclear con el gobierno de Teherán y, además, por el aumento de las tensiones con disparadores bélicos en Yemen, Siria y Líbano.

Esta relación con Irán compromete el apoyo que sigue recibiendo por parte del gobierno estadounidense, ya que los gobiernos de Doha y Washington mantienen un estrecho lazo por la presencia miles de militares en la base aérea de Al Udeid (Abu Nakhlah), al Suroeste de la capital qatarí, como un punto importante complementario con otros puertos y accesos, tanto por el estrecho de Ormuz, el control de las actividades del gobierno iraní, y las bases estadounidenses en el emirato omaní.

Las relaciones de Doha con Teherán se dieron por la presión del propio bloque árabe mencionado anteriormente, la cual estaba asfixiando relativamente al gobierno de Qatar, pero que ha logrado ir sorteando a partir de los vínculos que ha logrado con otros países, mediante la inversión directa e indirecta.

Relaciones con Turquía

Con respecto a las relaciones entre Ankara y Doha, estas se han transformado en un binomio interesante de contemplar, como mencioné al inicio de este artículo. Comenzando porque, hasta hace poco tiempo, el gobierno de Turquía corría el riesgo de entrar en una eventual recesión económica (de la que no se ha salvado por completo), debido al disparo en el gasto público por parte de su presidente Erdogan; sin embargo, en agosto de 2018, el gobierno qatarí entró al rescate de la economía turca, ofreciendo hasta $15.000 millones de dólares en inversiones.

En diciembre de 2019 se anunciaba que las inversiones de Qatar en el gobierno turco ya alcanzaban los $80.100 millones, como lo dejó en manifiesto el diario Tribuna Qatarí en un artículo donde los datos eran revelados por el embajador turco en este país, Fikret Ozer.

No obstante, las relaciones entre ambos países comparten otros aspectos, ya que ambos gobiernos están ideológica y religiosamente influenciados por las doctrinas de los Hermanos Musulmanes egipcios; esto genera desconfianza entre los países de la zona que se oponen al financiamiento de escuelas religiosas sunitas, mismas que impulsan esta interpretación considerada como fundamentalista por los gobiernos laicos de la zona y por otros ejes, como ocurre por ejemplo con el bloque de los países árabes liderados por Arabia Saudita (promotores del wahabismo).

En este sentido, hay una lucha por ser quienes tengan el liderazgo de las interpretaciones religiosas, pero también porque, en cierta forma, con el cambio de agendas de los países del liderazgo árabe, pretenden promover medidas más «reformadoras», como las planteadas por el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed Bin Salman, tal y como comenté en un artículo anterior del año 2017.

Turquía y Qatar han consolidado esa relación económica-ideológica a tal punto que actualmente trabajan proyectos como, por ejemplo, una alianza que busca copar el mercado financiero islámico en conjunto con los países de Malasia y Pakistán, en el sudeste asiático, invirtiendo, además, por parte del gobierno de Doha en mercados alternativos más allá de la dependencia estratégica de recursos de consumo como gas y petróleo, tal y como lo señaló el medio asiático Nikkei Asian Review y también el medio indio Zee News.

Destaca lo mencionado en el rotativo indio respecto a que, parte del financiamiento que se está generando, tiene alcances ideológicos para impulsar a un predicador indio islamista salafista (wahabista, señalan algunas fuentes), Zakir Naik, quien no se ha contenido para exaltar la personalidad del presidente turco como un líder para el mundo islámico, como quedó manifiesto en un mensaje externado en redes en el año 2017.

Así, se denota un trabajo conjunto desde el fortalecimiento económico, pero también de expansión ideológica, como competencia directa contra otros movimientos ideológicos de Oriente Próximo; esto los ha llevado a involucrarse en conflictos dentro de la región, por medio del patrocinio económico o la promoción ideológica cercana a los movimientos salafistas. Aunque esta columna concentra su enfoque solo a la participación qatarí en conflictos dentro de la región, el caso de Turquía será abordado en un futuro, para mostrar el ligamen entre ambos regímenes al respecto.

Influencia en conflictos regionales

El gobierno de Doha es uno de los mayores benefactores de las incursiones militares realizadas por Ankara en Libia y Siria, donde además comparte honores y compite por la hegemonía contra la Federación Rusa. También les respalda en otros conflictos con países de la región y en sus intereses de controlar zonas estratégicas en el Mediterráneo, donde además compiten contra países como Grecia y Chipre, tal y como lo dejó entrever el medio turco, opositor del gobierno, Ahval News, donde se señala la importancia que ha tomado Turquía desde que comenzó el bloqueo contra Qatar en el año 2017.

De igual forma, en el caso puntual de Libia, el medio electrónico español Atalayar, señala la participación directa de Doha en el financiamiento de los mercenarios sirios enviados por Turquía para respaldar al gobierno de unidad libio que se enfrenta al General Jalifa Haftar del Ejército Nacional Libio. Según se menciona, el dinero para comprar el armamento salió de las cuentas de Qatar.

Lo delicado de esta participación es el señalamiento de la posibilidad de que se establezca un portillo de influencia para los Hermanos Musulmanes de Egipto, por lo que el gobierno de Abdel Fatah Al Sissi se ha dispuesto, en algún momento, a involucrarse en el tema libio si considera que se podrían violar sus líneas rojas y generarse inestabilidad en su país.

Asimismo, se teme que este tema en Libia pueda despertar intereses de salafistas cercanos a la hermandad en Túnez y Argelia, donde el tema del salafismo tiene un historial que les hace tomar consideraciones importantes en el caso de escalarse esta presencia en el país liderado por Gadafi hasta 2011.

También hay un importante financiamiento por parte de Qatar a la causa palestina, principalmente fondos transferidos a Hamas en Gaza, por ejemplo €22.3 millones de euros transferidos al enclave dominado por el grupo islamista, para continuar manteniendo algo de calma sobre la población de esa castigada región mediterránea.

Por otro lado, pese a las críticas que existen entre los gobiernos de Turquía, Irán y Qatar por la normalización de relaciones entre Emiratos Árabes e Israel, el gobierno de Doha declaró, días atrás, que ha tenido algunos acercamientos con los israelíes y no descarta que lleguen a un acuerdo de entendimiento en un futuro no muy lejano.

Hasta este punto la influencia política, económica, ideológica y diplomática de Qatar queda más que manifiesta, pero quedan aún dos canales con los cuales el gobierno qatarí ha obtenido cuota de poder; uno es su canal de televisión, donde lleva a la práctica su forma de poder punzante para llegar a diferentes públicos y, el otro, su sistema de Yihad económica, con la que hace una práctica de poder blando políticamente correcto.

Al Jazeera: poder punzante qatarí

Una de las razones o excusas, dependiendo de cómo lo vean, por las que los países del Golfo rompieron con el gobierno qatarí tendría que ver con su señal de TV, que ha sido crítica de los países de la región, añadiendo leña a las polémicas sociales de cada uno de estos países. De hecho, su señal fue bloqueada en diferentes países y durante la crisis egipcia para evitar que incentivara todavía más a las masas indignadas.

De igual manera, se ha señalado, en algún momento, que este canal promueve lenguajes de odio, principalmente en su versión en árabe, donde los discursos antisemitas o negacionistas en los vídeos cortos de AJ+ afirmaban que los judíos exageraron la escala del genocidio para ayudar a establecer Israel. Este es un ejemplo de un discurso ambiguo entre lo informativo y lo propagandístico.

No es la primera vez que el canal qatarí es señalado de manejar tres tipos de discursos, dependiendo del público al que se dirige, por lo que esta estrategia de decir una cosa en árabe y otra distinta en inglés —y hasta en español— demuestra que el supuesto «canal libre» hace críticas controladas contra el régimen de los Al Thani. De este modo, no corre el riesgo de provocar una crisis interna, aunque el país, en realidad, vive en niveles tan positivos internamente que las protestas sociales masivas serían improbables, incluso cuando es país con un altísimo porcentaje de población inmigrante.

Yihad económica qatarí

Además de implementar el patrocinio de su agenda interna por otras vías, los alcances de la estrategia económica de Qatar convierten este poder blando financiero en una estrategia de expansión ideológica; puede considerársele un tipo de yihad (esfuerzo) para lograr este objetivo «espiritual», aunque esto trae consigo los vicios de la Hermandad Musulmana, lo cual también podría fortalecer grupos radicales fuera de Oriente Próximo y ocasionar problemas, como ocurre hoy en países occidentales.

El Centro Académico de Investigación de Canadá, CIRCANADA, en un artículo de junio de 2020 señalaba que: «[…] Qatar presuntamente sigue gastando miles de millones de dólares para apoyar y financiar operaciones terroristas y extremistas en Europa. Se informa en periódicos internacionales que Qatar envía sus fondos a través de Qatar Foundation, donde recientemente se invirtieron cerca de 71 millones de euros para ser entregados a los líderes de los Hermanos Musulmanes en Europa bajo una cubierta caritativa…»

También se ha señalado la posibilidad de que la financiación a través de dicha organización —la cual patrocina hasta equipos de fútbol en Europa y otras regiones— se encuentre detrás de, al menos, 140 proyectos que podrían estar ser parte de una expansión de la influencia ideológica de Doha en el continente europeo. Esto significa un fortalecimiento de los Hermanos Musulmanes y su influencia religiosa en la región.

Cabe destacar que se profundiza poco en torno a los nexos y la agenda política e ideológica de Qatar; probablemente porque otros temas regionales colman lo mediático y porque hay una sobre exposición de la propaganda sobre los conflictos en la región. Por este motivo, el abordaje íntegro de los componentes que juegan en la estructura política, de sus actores y sus acciones se ampliará en próximos artículos.

Notas

Ahval News. (2020). Qatar boosts support for Turkey’s regional forays. Julio, 5.
Arab News. (2019). Al Jazeera Arabic’s long history of anti-Semitism. Julio, 27.
CIRCANADA. (2020). Is Qatari Money Funding Terrorism?. Junio, 4.
datosmacro.com (s/f). La inmigración en Catar crece en 508.296 personas.
Foreign Affairs. (2017). The Meaning of Sharp Power. Noviembre, 16.
GQ. (2020). Los países más ricos del mundo son estos (y no los que tú crees). Abril, 13.
La Vanguardia. (2018). Qatar sale al rescate de Turquía y promete invertir 15.000 millones de dólares.. Agosto, 15.
MEMO. Monitor de Oriente. (2019). Las inversiones extranjeras de Qatar aumentan un 6,6% en el primer trimestre de 2019. Julio, 8.
Nikkei Asian Review. (2018). Qatar partners Malaysia, Turkey to conquer Islamic finance market. Diciembre, 22.
Qatar Tribune. (2019). Qatar’s investments in Turkey reach $80.1bn: Ambassador. Diciembre, 9.
The Political Room. (2020). ¿Realineamiento de los bloques en Oriente Medio? El caso de Hezbolá y Qatar. Agosto, 9.
World Gulf. (2019). How Qatar funds Muslim Brotherhood expansion in Europe. Abril, 17.
Zee News. (2020). Pakistan using its ties in Turkey, Qatar to provide funds to Zakir Naik: Sources. Mayo, 25.