La revista The Economist nos regala un detallado examen del futuro (2021 al 2030) luego de consultar a 50 expertos. Nos sentencia a 20 puntos.

Tomamos la versión publicada en español por Global Finanz, que circula por todo el mundo.

Hoy la humanidad, se interroga sobre su futuro ¿Qué sucederá luego de la pandemia? Es un buen momento para promover las ideas, el debate, las alternativas, pero el semanario británico corta grueso y opta por un recetario implacable, donde todo lo decidirán las tecnologías omnipotentes; una nueva religión, excluyente y absolutista. La AI (inteligencia artificial) sometiendo a los seres humanos.

No hay materia en la que no dicte sentencia; tomemos un ejemplo:

Los humanos deseamos volver a socializar, pero el trabajo a distancia básicamente se quedará igual. El modelo mixto de trabajo es irreal, simplemente seguiremos trabajando en línea desde nuestras casas cada vez más adaptadas y con reuniones en lugares divertidos y diferentes cada mes para socializar y conectar. Se crearán múltiples espacios para grandes juntas digitales con todas las soluciones resueltas. Nadie quiere vivir en el tráfico ni en esa vorágine de información y trabajo otra vez.

Y, así, en el mismo tono pontificio nos condena al cierre de los mamuts (las grandes oficinas), los hoteles de trabajo (conferencias, congresos etc.), pero también a la despersonalización de los hoteles de turismo, de nuestras casas que se adaptan a las imposiciones del trabajo y ya no importa donde estén.

«Todo lo repetitivo se vuelve virtual y en esquema de suscripción. Desde iglesias, arte, gimnasios, cines, entretenimientos». Se salva el teatro por un descuido y, afortunadamente, el amor no entró en su mira, de lo contrario solo funcionarán los sitios de citas por Internet y ni que hablar del sexo, sería el dominio absoluto del onanismo.

El manejo de datos personales se vuelve más delicado y las grandes plataformas cambiarán. La gente regresa a pagar cosas por suscripción por el sentido de transparencia que involucra. Prefieren pagar que regalar sus datos. Las grandes marcas hoy valen por su credibilidad. Todo se puede copiar o replicar menos el prestigio. El valor de la empresa hoy depende de muchos factores y no nada más de su venta anual.

En la materia los atacó una fiebre de optimismo y pasaremos de ser usuarios-siervos feudales de las redes sociales, donde manejan los datos a su antojo, a ser «delicados»; un capítulo angelical a la medida de los grandes monstruos empresariales tecnológicos.

Y aquí viene el golpe mortal, sin alternativas, implacable:

La fuerza laboral se reduce dramáticamente y se le dan muchas operaciones simples a la AI. Para el 2024 la AI ya manejará operaciones complicadas en millones de lugares. Pero la adopción general inicia en el 2021. Se aproxima una temporada de despidos globales muy grande. El desempleo se da por razones multifactoriales y no solamente por la crisis económica.

Ese mundo es un tendal de seres humanos desocupados y desesperados afectados por otra pandemia, la AI. Y los supremos cultores de un mundo de oligarcas tecnológicos, encaramados en fortunas sin límites, se expanden incontenibles sobre la piel de miles de millones de nuevos pobres.

Obviamente todo sigue en la misma dirección, la educación, la salud, la comida, «la economía personal se contrae». Ergo, como en ningún lado se afirma que la economía global se contrae, está claro que para algunos será el maná del cielo, sus riquezas treparán a las estrellas, mientras los comunes mortales «nos contraemos». Ese es el magnífico mundo que nos deparan los 50 expertos de The Economist.

En este caldo espeso y horrendo, que solo contiene una mención a que «El cambio climático será un tema muy hablado y apoyado», ¿dónde queda el arte, la cultura, la filosofía, las manifestaciones de la sensibilidad y la creatividad humanas que han sembrado el planeta durante cinco milenios con las mejores cosas? No existen, se las devoraron las tecnologías y la inteligencia artificial. Porque, en realidad, todo es artificial y superficial.

Las sensaciones, las emociones, los encuentros entre seres humanos son substituidos por recetas frígidas y sin alma. Ni siquiera nos dejan la ilusión de que la cocina, el buen beber y gozar, el divertirse, nunca podrán ser sustituidos por la AI más avanzada y despiadada, antes nos tendrán que destruir a todos los humanos.

Otro destello aparente: «Nuevos modelos de información y noticias por suscripción con más transparencia ayudarán a dar contenidos sin tanto fake news. La credibilidad y transparencia será la piedra angular de todas las empresas». Siempre las empresas y nada más que las empresas, los profesionales que tratamos de transmitir los hechos, las tendencias, los contextos, con nuestra sensibilidad y humanidad, somos devorados por los «nuevos modelos».

Casi nada de lo humano le es ajeno: «La salud mental se vuelve un tema recurrente y grandes plataformas ayudan a la gente a sobrellevar las situaciones de agresividad, soledad y angustia que han vivido al estar aisladas. Uno de los grandes costos del 2020 es la complicación para trabajar nuevamente en equipo. Mucho que trabajar, mucho que replantear. Las crisis de liderazgo en las empresas cada día serán más comunes». Incluso los problemas de la salud mental refieren, naturalmente, solo a las empresas; la soledad de ese mundo sin piedad ni alma no importa cómo impactará en nosotros. Total, la AI nunca padece de enfermedades o desajustes mentales…

Aquí otro ángel iluminó a los 50 sabios: «Se invierten grandes capitales a hacer el bien, mientras que se resuelven los problemas globales. Emprendimiento social en su máxima expresión con resultados económicos muy sustanciosos». Es confuso, pero los grandes capitales en definitiva producen resultados «económicos muy sustanciosos», que es lo único que importa, incluso si supuestamente «hacen el bien».

Y culminan a toda orquesta:

El mundo está viendo este año como un nuevo inicio. Un renacimiento. La gente replanteará sus metas personales, de trabajo, de salud, de dinero y espirituales. Vienen grandes oportunidades para satisfacer todos esos requerimientos y cambios de pensamiento. Un nuevo inicio con valores más reales. Muchos comportamientos se transforman y nunca regresarán. Acumular, consumir y vivir por lo material pasa al lado negativo de la conversación.

A la historia de la humanidad ni siquiera la consideran. En el siglo XIV, frente a la peste negra, la Guerra de los Cien Años y el cambio climático en Europa, la reacción fue el Renacimiento, el verdadero, el de las artes, la arquitectura, la teoría política, la astronomía, la invención de la imprenta, las grandes navegaciones en Europa y en China.

Luego de la Gran Guerra, en el 1918, vino la terrible gripe española, con 500 millones de casos y entre 50 y 100 millones de muertos, duró hasta el año 1919 y luego vinieron los rugientes años 20, como reacción emocional y cultural que aplastó esos horribles momentos. Y eso es lo más probable que suceda cuando la peste del covid se termine. Los seres humanos nos abrazaremos más que antes, haremos el amor, crearemos, produciremos, gozaremos, trataremos de encontrar soluciones inteligentes a la robotización, más inteligentes que la AI y seguiremos haciendo política, arte, cultura, cocina, buenos vinos y bebidas y mucha filosofía.

Ah, y habremos aprendido que el cambio climático requiere una revolución en la producción y en la propia naturaleza para evitar una catástrofe que no tendría retorno.

Lo que tengo claro es que el mundo que nos propone o nos quiere imponer The Economist y sus 50 sabios es un asco.