Cada hombre se supone que promete obediencia al que tiene poder para protegerlo o aniquilarlo.

(«Leviatán», de Thomas Hobbes)

El líder de Unidas Podemos, que juró lealtad al rey y a la Constitución como norma fundamental del Estado, considera muy difícil que la monarquía sea condición indispensable para nuestra democracia. Ante la presencia de Felipe VI en el Congreso para conmemorar el 40 aniversario del golpe de Estado del 23-F, avisó que «se abre de manera inequívoca un horizonte republicano en España».

Es curioso que un líder que está gobernando en coalición, y no elegido directamente por los ciudadanos tenga a bien tal consideración. Felipe VI es nuestro rey por que la monarquía fue elegida a través de todos los españoles, mientras que el vicepresidente es una figura impuesta por el PSOE. En la práctica los dos son legales, pero Iglesias es como cuando nos toca pagar una multa, no queda más remedio que asumirlo. Nada sorprende en sus palabras, si es algo más opiáceo, digo sin sorna, lo de que vea un horizonte republicano en España. Supongo que, en esta España, de rojos o azules falangistas, la morfina que curaría todos nuestros dolores sería la República. Tengo que atender algo más a esta teoría pues aún no la entiendo.

En mi imaginario, recuerdo al Rey el día de Nochebuena, su discurso a día de hoy, fue sin duda el más difícil de su reinado. Más allá de la oratoria cervantina del monarca, a don Felipe le faltaban dedos para contar los molinos convertidos en gigantes. Como Don Quijote, el hidalgo caballero en sus palabras fue extraordinario, con múltiples frentes abiertos, de crisis sanitaria, económica, independentista, de reputación familiar, de humillaciones por parte del ejecutivo, Felipe VI, se ajustó al protocolo y dio una lección de sangre real. Nobleza obliga, sin duda, pero otros monarcas en su situación no son tan generosos.

Se centró de manera quirúrgica en la solución global: la garantía de nuestro país es la Constitución. Nuestra Carta Magna es lo único que sobrevive al mercadillo político actual, y espero sea así por mucho tiempo. La esperada referencia al asunto de su padre la zanjó de forma exquisita: «los principios morales y éticos nos obligan a todos sin excepciones y están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares».

El Rey instó también a las fuerzas políticas a dialogar y buscar acuerdos, además recordó que los avances y el progreso conseguidos en democracia son el resultado del reencuentro y el pacto entre españoles después de un largo período de enfrentamientos y divisiones. Hizo un llamamiento a respetar la pluralidad y las diferencias, y no le vi tragar saliva cuando pronunciaba estas palabras, su majestad es la diana de la extrema izquierda y los independentistas, históricamente no hay nada nuevo, bueno sí, Echenique, «el más indicado» para acusarle de no haber condenado explícitamente las actividades corruptas de Juan Carlos I.

En este país de locos nos planteamos la utilidad de la monarquía y la gallardía de una República, ¿de verdad podemos creer que es la solución a nuestros problemas? Nosotros no existíamos como Estado democrático antes de 1978, somos la Constitución, la Monarquía Parlamentaria, la democracia y un sistema de partidos plural, desde entonces. No es cuestionable la segmentación de instituciones a beneficio de la izquierda antisistema, esa ley del embudo que elimina al jefe del Estado y quiere editar la Constitución a su antojo, es la misma que convierte a Unidos Podemos y ERC en absolutistas. Antes de 1978 teníamos una dictadura, provocada por la victoria del bando nacional, tras una Guerra Civil fruto de una ideología binaria idéntica a lo que nos plantean actualmente los socios de gobierno de Sánchez.

La Monarquía Constitucional solo puede cumplir con los ciudadanos y con la democracia renunciando a gobernar, el rey cumple su papel de reinar, y algunos presuponen que no es útil, e incluso incluyen las acciones del emérito como pretexto. Como si en nuestro ejecutivo no existiesen, presuntamente o con sentencia, acciones dudosas a la hora de demostrar dónde o cómo gestionan los fondos públicos los partidos o los presidentes de Comunidades Autónomas. Que se lo pregunten al señor Pujol. Con esto no tomo parte, o sí, para que tirar la primera piedra no sea tan alegre, o sí, para que no nos traten de ignorantes. Tanta «honestidad» contra la monarquía es disuasoria por parte del señor Iglesias, ya que el rey nunca podrá actuar como gobernante, pero el presidente de la República sí lo hace, son el ejecutivo y por ende parte de la ecuación.

La Monarquía Parlamentaria, Felipe VI, tiene más sentido que nunca, es la amonestación de tanto aspirante a César en Hispania, es la advertencia para todos los agentes políticos que disfrutamos en nuestro país; son actores que no están cumpliendo con el servicio a lo público, tampoco con el servicio a la democracia, véase que en las últimas elecciones Unidas Podemos perdió estrepitosamente escaños, están donde están por necesidad del PSOE, nadie elige el absolutismo populista. No hay seda cuando tocas la piel de los españoles este último año, si me apuras tocas hueso, las colas del hambre no consideran legitimo un discurso de República o monarquía, es gula antisistema.

Cuando Hobbes y otros pensadores hablan de la soberanía del pueblo, incluyen al monarca como elemento diferencial, el representante que legitima el orden y la seguridad. Elegido para ser un ideal de la satisfacción social. Bien, es evidente que la labor de orden y seguridad del rey emérito han sido un elemento diferencial en España, una labor manchada por las supuestas revelaciones sobre sus negocios y que suponen al actual rey y a la institución una crisis de reputación. Pero es una crisis más, que se une a las otras tantas que tenemos, potenciada por la inquina antiborbónica y la voluntad del señor Iglesias de acabar con la Constitución.

Y todo esto me lleva a la conclusión de que Felipe VI está en manos de Pedro Sánchez. Me explico, un radical revolucionario como Iglesias es y será atacado por lo que plantea, pero Pedro Sánchez, que parece no tener nada ni nadie a lo que ser leal, en su regate corto… ¿utiliza a Iglesias de forma malvada para proponerse como presidente de la República?