Es difícil centrar el tiro en un solo problema que nos atañe en política exterior, para no confundir al lector, considero el conflicto catalán un problema que ha dejado de ser nacional para considerarlo desde ya, y gracias a los indultos que trajina el presidente del gobierno, como un problema de país ajeno, de otro planeta. Cataluña dió un golpe de Estado en 2017 con el único objetivo de declarar la independencia y liquidar la Constitución; hace un mes, Marruecos invade Ceuta con más de 8,000 inmigrantes. Norte y Sur, vapulean el derecho a sentirnos soberanos de España, los independentistas afirman in saecula saeculorum no ser españoles, y Rabat, no lo es. Somos lo que somos, un país que refleja fragilidad territorial.

Pedro Sánchez nos pide misericordia para indultar a los catalanes y «claridad mental» para considerar el problema de Marruecos parte del Tercer Mundo, o sea que Ceuta ahora ya no España, sino una colonia que tenemos en África. Este presidente ha hecho suya la frase de Groucho: «Damas y caballeros, estos son mis principios, sino les gustan tengo otros». Ceuta y Melilla son España, es de carácter urgente solucionar el problema de exteriores que tenemos con Rabat, nuestro gobierno no puede apelar a la Unión Europea para defender nuestra soberanía y sentarse a esperar. En derecho internacional público la injerencia en asuntos internos se soluciona de forma bilateral en primera instancia. Sin olvidar que no estamos capacitados para absorber un problema de inmigración, nunca se está preparado para tal llamamiento, pero en estos momentos, además de la indefensión de una Comunidad Autónoma, supone tres dígitos, la deuda pública supera ya el 125% del PIB, no quedan fondos sociales destinados a la partida de inmigrantes.

Marruecos ha plantado cara a España y la Unión Europea, relajando sus fronteras en Ceuta y Melilla. Más de 8,000 inmigrantes en nuestro país invitados por su rey, como si fuesen a un concierto de rock, mejor, a conocer a Cristiano Ronaldo. Mohamed VI ha justificado semejante fiesta con base en nuestra indigna acción de acoger en Logroño al líder del frente Polisario, Brahim Ghali. Una falta gravísima a nivel diplomático por nuestra parte y suficiente para que Marruecos nos apuñale por una causa más ambiciosa, conseguir el respaldo del gobierno español y la UE a la solución del conflicto del Sahara. Rabat quiere una amplia autonomía bajo el gobierno marroquí. Se apoya en la decisión del 10 de diciembre de la Administración de Estados Unidos, bajo mandato del presidente Trump, que no ha sido revocada por Biden, de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sahara y apoya la solución de una amplia autonomía.

La decisión de la Casa Blanca incluye inversiones de más de 3,000 millones de dólares en el Sahara. Un verdadero pistoletazo de salida para países árabes como Emiratos Árabes Unidos y Jordania, y más de una decena de países africanos que han anunciado su intención de abrir consulados en las ciudades saharauis de El Aayun y Dalja. De este modo Marruecos considera que era para ayer que países claves en la región como Francia y España apoyen sus tesis de soberanía sobre el Sahara. Huelga decir que Sánchez no ha tenido a bien considerar a Marruecos una prioridad desde el anuncio de la administración Trump.

Omitir u olvidar a Mohamed VI es de una torpeza en política exterior imperdonable, de hecho, Francia lo sabe, Estados Unidos lo sabe y medio planeta lo sabe, son innumerables los intereses geoestratégicos de lucha antiterrorista, y las inversiones económicas en la zona. Nosotros somos neutrales respecto al conflicto del Sahara, algo insuficiente si acogemos a Brahim Ghali por dudosas razones humanitarias en un hospital de Logroño. La neutralidad se convierte así en la enemistad.

Y hablando de faenas enemigas, y de invasiones a la soberanía de España, tenemos que cruzar el mapa y entender que hay una cola larguísima para regalar indultos en Cataluña. Hay una deformación tan profunda en lo que nos pide el presidente, en la percepción y el razonamiento de esta gente que reventó nuestro país el 1-O, que huele a insulto, que no es lo mismo que indulto. No es necesario ser misericordioso como dice Sánchez, es necesario entender que a los independentistas ya no hay forma de devolverlos a la realidad, llevan la propaganda tan adentro de que España encarna el mal, que no es una cuestión de indulto. No hay argumento suave, son una raza superior y son incapaces de entenderse entre ellos, tres meses han necesitado ERC y Junts para crear el govern catalán, y lo único que les une es el Consell de la República y la mesa con el gobierno central para negociar la autodeterminación.

Oriol Junqueras y los demás condenados, hasta donde mi memoria recuerda, están indultados desde que Sánchez es socio de gobierno de ERC. La novedad es que ahora se activa la legitimidad prometida y todo el ejecutivo tiene que justificarlo con frases como que el indulto es de utilidad pública, que la discordia no hace patria… me quedo ojiplática, ungir a los independentistas para dar una patada a la Constitución y que me ilustren para ser una española misericordiosa y responsable. ¡Todo de un trago!

El base legal del gobierno para el indulto, obviemos las flores entre Oriol y Pedro, es la utilidad pública según ha confirmado el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo. No se puede invocar ni la justicia ni la equidad, que son los otros dos motivos que la Ley de Indulto de 1870 prevé para la concesión de esta medida de gracia. La firma de nuestro rey poco importa, lo realmente grueso es el pacto de legislatura entre el PSOE y los golpistas. Y tirando de recogimiento cristiano, misericordia y perdón no se donde queda la utilidad pública, porque Pere Aragonés repite cada cinco minutos que es el paso previo a la autodeterminación, y que volverán a reincidir.

Obstrucción, boicot, complot, conspiración, todo esto se me ocurre al pensar ¿qué le pasa al presidente? No seré ingenua al entender que Sánchez se lo debe todo a ERC, tampoco es difícil deducir que, para él, como en anteriores ocasiones, es una cuestión de tiempo, es una cuestión de perpetrarse en la silla lo máximo, pero el precio a cambio es altísimo. No es una cuestión de conveniencia pública que esta tropa salga de la cárcel, ole si así me lo vendes, en política no hay gestión fácil y si necesitas nuestra misericordia para los golpistas te la damos. Pero estos señores entienden que la mesa de «innegociación» acaba con el final feliz de la autodeterminación. Traducido para los que no somos tan alegres como el ejecutivo, esto es una cuestión de Estado, esto es una conspiración contra el Estado democrático, y la deslealtad nunca es generosidad. Es un complot contra la autoridad del Rey, que representa la unidad y la supremacía de nuestra España. Es un boicot a la independencia del poder judicial, al Tribunal Supremo, el mismo que demostró, tras la sentencia, que no cabía el indulto por una cuestión de reincidencia de los acusados, por la falta de arrepentimiento.

Illa dice que es necesario un referéndum, ya me gustaría, al menos es una figura que recoge nuestro ordenamiento jurídico. De esa forma los ciudadanos constitucionalistas de Cataluña podrían decidir, los que se sienten españoles y catalanes. No es una cuestión de perdón, Sánchez ha elegido, y no es precisamente la Constitución, ni España, elige estar en el poder a cualquier precio.

Ni por el Norte, ni por el Sur, no podemos vivir en un país acorralado, o fragmentado. España es un país democrático, nosotros somos un pueblo que cree en los derechos, la igualdad, la ley y el Estado del bienestar para todos. Debemos aspirar a ser mejores y debemos aspirar a que nuestro gobierno gestione pensando en el bien de todos los españoles, y no pensando en los intereses personales. Todos somos la integridad territorial, y todos somos los defensores de nuestras fronteras cuando emitimos el voto. Ceuta y Melilla son España, Cataluña es España, la Constitución del 78 es España, el Rey es España, si el PSOE piensa que todo es negociable que nos pida el voto. Vayamos a elecciones generales.

El tirón del PSOE se acaba, con una España a la deriva no es suficiente abordar una remodelación amplia de gobierno para este otoño como ya ha anunciado y así mantenerse a toda costa. Sánchez tiene un calendario político perdedor después de las fallidas mociones de censura y la aplastante victoria madrileña del PP, pierde por ser el maestro de ceremonia de los indultos y la autodeterminación de los independentistas, sigue perdiendo por la impresentable gestión en política exterior, y perderá ante Europa hasta la camisa por ser un gobierno en coalición con Podemos, amigos de Venezuela. El BCE, Bruselas, el FMI y la OCDE han revisado a la baja previsiones sobre España y nos desplazan a 2023 para iniciar la recuperación. Somos el país con mayor tasa de paro entre las economías avanzadas y no recuperaremos los niveles de empleo previos a la pandemia hasta 2026.

El PSOE no llega, ya no disfruta de la holgura en escaños, Génova le pisa los talones. Ferraz ya reconoce que Sánchez se ha quedado muy tocado con demostración de poder de Ayuso, y a la vista de los resultados ha resucitado a Casado y hundido a Ciudadanos. ¿La solución es remodelar el gobierno con otros ministros o adelantar elecciones generales?