El gobierno de los Estados Unidos decidió abandonar el territorio afgano después de casi 20 años de presencia militar, con un alto costo económico para el país que, además, debió ser una de las tantas razones por las que optaron por su retirada.

Entre los años 2010 y 2012 el gasto militar estadounidense en ese país estaba ante la cifra de US$100 mil millones anuales, que significaba tener operaciones en el terreno, mientras que el gasto entre 2016 y 2018 bajó a los US$40 mil millones, enfocados principalmente en preparar a tropas locales para enfrentarse a agrupaciones terroristas, bajando en marzo de 2019 a la cifra de US$18 mil millones.

Al final, la cuenta de este conflicto ha sumado, hasta el 2019, al menos US$778 mil millones, más US$44 mil millones en proyectos de reconstrucción brindados por la agencia estadounidense para el Desarrollo USAID.

Pero, no es solamente el factor económico el que influyó finalmente en que los estadounidenses abandonaran el territorio; tampoco es un factor menor, pero definitivamente no es la primera vez que una potencia hegemónica, al intentar extender su estadía en el territorio afgano, sale huyendo porque sencillamente no logra descifrar el laberinto social que existe y terminan sucumbiendo por intentar analizarlos desde un modo occidental.

Para desgracia de quienes hacen este tipo de juicios y de análisis sin contemplar el contexto y estructura de sociedades no occidentales, «ellos no son aristotélicos»; como acertadamente comentó en Facebook el escritor español Jacobo Otero Moraña, por lo que es absurdo creer que aplica la misma lógica o juicios de análisis.

Complejidad del territorio

Los afganos son pueblos de las montañas, acostumbrados a vivir en condiciones extremas de clima, principalmente seco y continental con una gran población, tanto por sus condiciones físicas como sociales, debido a la gran cantidad de etnias.

Por razones tanto históricas como sobre todo étnicas y geográficas es un Estado artificial, sometido a poderosas fuerzas centrífugas que tienden a su disgregación. Al Estado afgano le faltan tanto fronteras naturales como un patrón unificador. Afganistán es un mosaico de pueblos y tribus de tradición guerrera (Faramiñán y Santayana, 2009).

Los pasos erráticos desde la invasión hasta la salida estadounidense en este territorio, despiertan el viejo mito de que quienes invaden las tierras afganas no pueden esperar un conflicto de pocos años, la situación se apega a la historia de quienes lo han intentado anteriormente, incluyendo la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), quien tuvo su paso de casi 10 años en territorio afgano desde 1979 hasta que comenzó su retirada en mayo de 1988.

Afganistán es un cementerio de imperios. La historia lo confirma. Los talibanes también lo saben. Estados Unidos no la está pasando bien. Macedonios, persas, mongoles, británicos, soviéticos, estadounidenses y… ¿seguirán los chinos con su nueva Ruta de la Seda en medio de Asia? Grandes conquistas se enquistan en ese indomable país de las mil tribus. En veinte años de guerra, Estados Unidos no ha tenido ninguna conquista militar, tan solo para agregarse a la lista de derrotas de imperios pasados (Barrios, 2021).

Lo anterior mencionado por el profesor Barrios, fortalece el argumento que básicamente se señala sobre Afganistán, invadirlo no será jamás un lecho de rosas. La estructura social convertirá también las intenciones de poseerlos en un doloroso camino hacia el infierno.

Estructura social e ideológica

Es importante además, mencionar que más allá de que el terreno afgano tiene complejidades físicas que hace de sus montañas y regiones un lugar poco amistoso para ejecutar operaciones de conquista de un modo convencional, la estructura social e ideológica de sus poblaciones hace que algunos de sus grupos más importantes no permitan alianzas con invasores y más bien terminen apoyando agrupaciones que son las que buscan combatir el ejército invasor como es el caso de la agrupación terrorista Al Qaeda en alianza con el grupo islamista Talibán (hoy Emirato Islámico de Afganistán).

…En total hay unos 25 grupos étnicos distintos, de los cuales cuatro tienen relevancia para este estudio: pastunes, tayicos, uzbecos y hazaras… (Faramiñán y Santayana, 2009).

De los grupos mencionados anteriormente, los únicos que se pueden considerar «originarios» de la zona es el grupo nómada de los hazaras, quien tiene presencia tanto en el centro afgano como en Pakistán. La tribu hazara es mayoritariamente chiita y ha sufrido por la violencia sectaria sunita en manos del Talibán y de los terroristas de Al Qaeda (BBC, 2015).


Afganistan

El grupo mayoritario del país, como puede verse en el mapa anterior, es la tribu de los pastunes, de origen iranio, quienes ocupan grandes extensiones del territorio y además promueven con fuerza la identidad nacional afgana.

Son además el grupo social que más aporta al Talibán y a agrupaciones islamistas como Al Qaeda debido al trabajo interno que realizan por medio de madrazas, mezquitas o círculos religiosos alrededor de los líderes (mulás) que son de corte wahabista generalmente, es decir apegados a los dogmas ultraortodoxos del islam proveniente del pensamiento saudita que es de donde, por años, se ha patrocinado esta línea de pensamiento islámico (REF World, 2012). Y más allá de su condición étnica y religiosa, hay un factor social adicional por el que fracasó el modelo estadounidense para invadir y mantener bajo su control el territorio afgano y es el código de honor pastunwali, el cual hace que caer en este territorio no sea para nada un lecho de rosas.

De acuerdo con el código pastunwali, las afrentas al honor (nang) exigen venganza (badal), un tema que se examinará más adelante. La hospitalidad (malmastia) y el asilo (nanawatey) son otros principios pastunwali que podrían contribuir al apoyo a los grupos talibanes que llegan a una comarca (REF World, 2012).

De esta manera se podría explicar por qué un personaje como Osama Bin Laden fue respaldado inicialmente por los pastunes, asociándolo como un wahabista más de la línea del Talibán bajo el concepto de hospitalidad y cómo, por el contrario, la decisión estadounidense de invadir el país y matar a miembros del importante clan que engrosaban las filas de la organización islamista fue visto como una afrenta contra el honor, exigiendo incluso la venganza contra el país agresor.

En la actualidad el Talibán amplía su dominio sobre los principales distritos del país, mientras se teme otra eventual guerra civil, pero al final la ocupación de fuerzas extranjeras sobre el territorio solo trajo desgaste y mayor empobrecimiento para el país que no sale de su situación política y social. Incluso esto lleva a algunos a ver con buenos ojos su posibilidad de ser parte del grupo islamista que gobierna el país, incluyendo niños (France24, 2017).

Un principio de la estrategia dice que una buena geopolítica va acompañada de una debida inteligencia. En este caso, y en otros donde se han visto invasiones de países con la finalidad de imponer condiciones políticas ajenas al estatus anterior, se van rompiendo paulatinamente hasta llevar a un estado generalizado de caos.

Los casos de Irak y Afganistán son sin duda, en el siglo XXI, excelentes ejemplos de que no todo puede ser visto en un ambiente de guerra convencional y que no siempre la presencia de botas en el terreno asegurará la victoria militar, salvo que se esté dispuesto a llevarlo hasta las últimas consecuencias, que podrían incluso consistir en violaciones sistemáticas a los derechos humanos.

Sin duda que el apuro por ejecutar estas invasiones primó antes que el sentido común de lo que iban a heredar a las regiones, corriendo el riesgo incluso de que países enemigos ganaran presencia ideológica o estratégica aprovechándose de los vacíos de poder.

El fracaso de la guerra total en Afganistán

Finalmente, al no entender la naturaleza que este conflicto iba a tomar, evolucionando incluso a conflicto irregular debido a la asimetría de fuerzas, gestó que, por la vía tradicional de la guerra a la que los grandes ejércitos están acostumbrados, sencillamente Afganistán se transformó en un gran cementerio de soldados norteamericanos y su retirada, o reposicionamiento en otro sector desde donde puedan vigilar sin estar directamente en el lugar es lo más honroso que les ha podido ocurrir desde la invasión iniciada hace casi 20 años. Se puede ver como dicen popularmente «el vaso medio lleno o medio vacío». Desde una perspectiva, este podría ser catalogado como uno de los mayores fracasos del ejército estadounidense desde Vietnam, para otros, en cambio, el gobierno norteamericano comprendió, aunque tarde, que el conflicto irregular con matices de guerra híbrida lo haría estar en el sitio hasta que, como finalmente ocurrió, el desgaste los obligara a salir, por las presiones desde varios frentes internos y externos. Por supuesto que a esta conclusión se llegó luego de 2,500 soldados muertos y 20,000 heridos, sin contar por supuesto los 32 mil civiles muertos afganos y los 60 mil heridos que ha provocado este conflicto desde que inició en el 2001.

Para consuelo estadounidense, podría recordársele que otros que lo intentaron anteriormente, corrieron la misma suerte, aunque para el ego de una fuerza armada poderosa como Estados Unidos, esto sencillamente debería llevarlos a replantearse el modelo para combatir a grupos irregulares, adentrándose además en conocer a profundidad el grupo que tiene delante y los riesgos a los que se expone que parece no fueron contemplados en esta ocasión.

Finalmente, hace falta incorporar en el análisis los efectos geopolíticos de la salida occidental de Afganistán y la posibilidad de que otros actores regionales quieran tener mayor presencia y poder en las regiones afganas, pero esto se planteará en futuros análisis.

Notas

Barrios, A. (2021). Afganistán: Donde murieron los Imperios. Semanario Universidad. Julio, 12.
BBC. (2019). Cuánto le ha costado a EE.UU. la guerra contra el Talibán en Afganistán, la más larga de su historia. Septiembre, 9.
BBC. (2015). ¿Quiénes son los hazara, el pueblo perseguido por Estado Islámico y el Talibán?. Noviembre, 29.
Faramiñán, J. M. y Pardo Santayana, J. El conflicto de Afganistán. Ministerio de Defensa de España. Noviembre de 2009.
France24. (2017). La pobreza empuja a los niños a los brazos de los talibanes en Afganistán. Septiembre, 6.
La Razón. (2021). Afganistán, por qué se ha convertido en una guerra interminable: Abril, 14.
REF World. Informe sobre los países de origen. Estrategias de los talibanes en Afganistán. Julio de 2012.