Los graves incendios de este verano en el hemisferio norte, Grecia, Turquía y California, e inundaciones nunca vistas en Alemania o China, han generado numerosos reportajes que ven en ello un efecto del cambio climático. El tema de de este fenómeno se ha puesto aún más de actualidad, en razón que el 31 de octubre de este año, comienza en Escocia la ECOP26 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático) y, a ello se agrega, que en el mes de agosto se puso término a la conferencia del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), que ha dado origen a comentarios y especulaciones sobre los concluyentes informes que se están elaborando y que serían publicados próximamente.

El siguiente es parte del comunicado de prensa del IPCC:

Ginebra, 9 de agosto – Según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado hoy, los científicos están observando cambios en el clima de la Tierra en todas las regiones y en el sistema climático en su conjunto. Muchos de los cambios observados en el clima no tienen precedentes en miles, sino en cientos de miles de años, y algunos de los cambios que ya se están produciendo, como el aumento continuo del nivel del mar, no se podrán revertir hasta dentro de varios siglos o milenios.

En el informe también se pone de manifiesto que las acciones humanas todavía pueden determinar el curso futuro del clima. Hay pruebas claras de que el dióxido de carbono (CO2) es el principal causante del cambio climático, aunque otros gases de efecto invernadero y contaminantes atmosféricos también afectan al clima. Si queremos estabilizar el clima será necesario reducir de forma sustancial, rápida y sostenida las emisiones de gases de efecto invernadero para finalmente lograr cero emisiones netas de CO2.

Según estos científicos, expertos en el cambio climático, si queremos solo «estabilizar» el clima, será necesario lograr rápida y sostenidamente cero emisiones netas de CO2, y las principales medidas que proponen es cambiar la matriz energética desde el carbón y el petróleo a las energías renovables eólica, solar, hidrógeno verde.

Este grupo intergubernamental de científicos expertos en cambio climático, se creó en 1988 por las Naciones Unidas y la Organización Meteorológica, y su primer informe fue publicado en 1990. Sin embargo, a pesar de sus aportes científicos y técnicos, en estos últimos 31 años, el deterioro del clima no ha hecho que avanzar, y los expertos no han podido encontrar la solución técnica y científica para detener el deterioro del clima, y además, porque los grandes países que más aportan al cambio climático, son reacios a aplicar esas soluciones técnicas Ello es un claro indicio, que tanto la causa como la solución al cambio climático no pasa por una solución técnica, sino por una decisión política; lo que significa que la solución es económica, porque es el poder económico que por lo general domina o tiene una preponderante influencia en los gobiernos, es decir, en la política.

En consecuencia, al ser política y económica, la solución de la crisis climática es de una complejidad muy superior a la simple solución técnica o científica, de cambiar la matriz energética del carbón y el petróleo a energías renovables. Y un indicio de esa complejidad se desprende del análisis que hacen Las Naciones Unidas:

Los gases de efecto invernadero (GEI) se producen de manera natural y son esenciales para la supervivencia de los seres humanos y de millones de otros seres vivos ya que, al impedir que parte del calor del sol se propague hacia el espacio, hacen la Tierra habitable. Después de más de un siglo y medio de industrialización, deforestación y agricultura a gran escala, las cantidades de gases de efecto invernadero en la atmósfera se han incrementado en niveles nunca antes vistos en tres millones de años. A medida que la población, las economías y el nivel de vida –con el asociado incremento del consumo— crecen, también lo hace el nivel acumulado de emisiones de ese tipo de gases1.

En esta declaración de las Naciones Unidas, el organismo «político» supranacional, deja entrever donde comienza la causa del aumento de los gases con efecto invernadero: más de un siglo y medio de industrialización, deforestación y agricultura a gran escala, han incrementado notablemente los GEI, pero, las Naciones Unidas no atacan la causa que genera el importante incremento en el uso de energía de los GEI (principalmente carbón y petróleo); es decir, la industrialización, agricultura industrializada y la deforestación, sino que se ataca a sus efectos, los gases de efecto invernadero, cambiando solamente la matriz energética, de fósiles a renovables, y no abordando la causa, la industrialización innecesaria que requiere cada vez más energía para poder funcionar, sea ella renovable o de fósiles.

El primer gran acuerdo tiene que ver con un compromiso al año 2020 para que los países presenten planes de reducción de emisiones de carbono «más ambiciosos» con el fin de responder de mejor manera a la emergencia climática… La presentación de este compromiso debe hacerse en la versión número 26 de la COP, que se realizará el próximo año en la ciudad de Glasgow, Escocia… Las partes deberán abordar la brecha entre la recomendación de la ciencia para evitar el peligro del cambio climático y el estado actual de sus propias emisiones… El problema, no obstante, es que no todos los países se plegaron a este compromiso. Entre ellos, Estados Unidos, China e India, grandes emisores de gases de efecto invernadero2.

Cambiar las fuentes de energías de fósiles a energías renovables, solar, eólica e hidrógeno verde, es actuar solo sobre los efectos de las causas que generan el calentamiento global, puesto que nada se dice respecto que la causa principal del cambio climático, es el despilfarro en el exceso de producción industrial y agrícola, y por ende despilfarro de recursos naturales, despilfarro y desperdicio que es absolutamente innecesario y evitable.

Sin embargo, las Naciones Unidas, a pesar que reconocen que al origen del efecto invernadero están los 150 años de industrialización, deforestación y agricultura a gran escala, proponen en sus soluciones, la financiación a los países pobres del cambio de la matriz energética de fósiles a renovables, como si los países pobres fueran los grandes emisores de GEI, proponen la agricultura transgénica y otras industrias y negocios.

La financiación del clima ayuda a los países a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, por ejemplo, financiando energías renovables como la eólica o la solar. También ayuda a las comunidades a adaptarse a los efectos del cambio climático. La introducción de semillas resistentes al clima, por ejemplo, significa que los agricultores, a pesar de las sequías y otros fenómenos meteorológicos extremos, pueden seguir produciendo alimentos y obteniendo ingresos.

La financiación pública proporcionada a través de los gobiernos (y por los contribuyentes) es esencial para financiar acciones para las cuales no hay disponible financiación privada o que normalmente no atraerían financiación privada. La financiación pública suele destinarse a inversiones que contribuyen a un bien público, como el refuerzo de las orillas de un río para que no inunde las comunidades vecinas. A veces, la financiación pública fomenta la financiación privada de las empresas al «impulsarlas» a entrar y crear mercados para nuevos productos, como, por ejemplo, suministros de construcción elaborados con materiales reciclados3.

Si bien las Naciones Unidas, al señalar que al origen del efecto invernadero están los 150 años de industrialización, la agricultura industrializada y la deforestación, apuntan a una causa real y efectiva; sin embargo, se quedan cortos, porque lo que realmente ha generado el efecto invernadero, es el despilfarro (gaspillage) y desperdicio de la producción industrial, que encuentra su base teórica en La teoría General de J.M. Keynes en 1935, y sobre todo después de la segunda guerra mundial, donde las grandes industrias comenzaron a implementar masivamente la obsolescencia programada, es decir, disminuir deliberadamente la duración o vida útil de los productos que actualmente se fabrican.

La encuesta más angustiosa y más completa fue realizada desde finales de 1958 y comienzos de 1959 por Design News, una revista para ingenieros y gerentes de la industria de productos manufacturados. Este estudio levantó muchas liebres. Comenzó con un editorial del editor en jefe: ¿Es deseable limitar la duración de un producto?

El Sr. Safford, el autor, comenzó con un ejemplo:

Es interesante saber de uno de los altos ejecutivos de una gran fábrica de radios portátiles, que sus artículos no deben durar más de 3 años. ¿Es inmoral fabricar deliberadamente un artículo defectuoso? Primero, si las radios portátiles debieran durar diez años, el mercado se saturaría mucho antes de que las nuevas compras permitieran continuar con la fabricación; en segundo lugar, al usuario se le negaría el beneficio del progreso. ¿Cuál debería ser la actitud de los técnicos encargados por su empresa de fabricar un producto «de corta duración»? ¿Deberían oponerse?

Safford no lo creía así:

La limitación sistemática de la duración de un artículo, puede convertirse en un factor tan eficaz en la reactivación de la economía estadounidense como la venta a crédito ... Durante mucho tiempo, los ingenieros han intentado fabricar los mejores artículos, los más livianos, o los más rápidos, o al mejor precio. Pero pocos de ellos, hasta ahora, se le han impuesto todos estos objetivos, además de la necesidad de limitar las resistencias de su fabricación 4.

La reducción deliberada de la vida útil de los productos industriales es algo que ni siquiera necesita ser probado «científicamente», ya que todos los habitantes de este planeta ya estamos conscientes que esto es así, porque nos encontramos con ello en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, un automóvil o un refrigerador fabricado en los años 30 o 40 del siglo pasado, que duraban entre 30 y 40 años, en la actualidad duran máximo 10 años.

Las estadísticas del INSSE (Instituto de estadísticas de Francia) señalan, que la vida útil de los automóviles pasó de 14 años en 1962, a 12 en 1967 y solamente 10 años en 1975. Ella no debería ser superior a 8 años en 19865.

Respecto de la vida útil de los automóviles tengo una experiencia personal. A fines de los años cincuenta del siglo pasado, mi padre compró un auto Ford del año 1933, lo usó unos 2 años y lo vendió funcionando, y compró un Chrysler, también de los años treinta. Es decir, los automóviles de antaño podían durar incluso más de 30 años. ¿Por qué ahora que la tecnología de materiales y de todo ha avanzado mucho, los automóviles duran solamente alrededor de 10 años? Otro ejemplo personal. Cuando volvimos a Chile en 1990 con mi esposa, después de 14 años de exilio en Francia, compramos un refrigerador que duró solamente poco más de 5 años, mientras que nuestra vecina, que había llegado de Rumania a comienzo de los años cuarenta, arrancando de los nazis, nos contó que su refrigerador americano grande y tosco en su diseño, lo compró al llegar a Chile. Llevaba 50 años funcionando, mientras que nosotros ya vamos en el tercer refrigerador en los 31 años que llevamos de vuelta en Chile, y como por lo general son compactos y no tiene repuesto, no se pueden arreglar, por lo que hay que botarlos y comprar uno nuevo.

¿Por qué los productos industriales de hace 60 años o más, duraban el doble, el triple o más, que los que se fabrican en los últimos 50 o 60 años?. La razón se encuentra en lo que decía la revista americana Design News en 1959, y el ingeniero también americano Sr. Safford: las empresas obligan a los ingenieros a diseñar productos que duren muy poco tiempo, en relación a lo que podrían durar, o le cambian o agregan un nuevo elemento para hacerlo parecer diferente o más moderno. Todo lo cual se justificaba para mantener la reactivación económica y el empleo. La obsolescencia programada es lo que está al origen del cambio climático, y muy poco se puede lograr cambiando simplemente las fuentes de la energía, de las fósiles a las renovables.

Tomemos un solo ejemplo. En la actualidad se producen alrededor de 90 millones de automóviles en el mundo, pero para satisfacer las necesidades en automóviles de la población mundial se deberían fabricar solo 50 millones de unidades, pero que duren el doble. Es cuestión de imaginarse la cantidad de fábricas y abastecedores de la industria automovilística que dejaría de funcionar, los miles de barcos que ya no se necesitarían para transportar desde los países que los fabrican hasta los que los consumen, y la cantidad de camiones que ya no se necesitarían para transportar desde los puertos hasta los consumidores esos automóviles y, muchos etcéteras más. Si esto se hiciera con otros miles de productos: ¡Cuán grande sería el alivio para el cambio climático!

Por ello la solución al efecto invernadero no es técnico, sino económico y político; es decir, de una enorme complejidad, porque existen poderosos intereses financieros y económicos, ya sea que van a negar el cambio climático, o que van a insistir que la solución está solamente en el cambio de la matriz energética.

¿Cómo llegamos a esto de producir por producir para mantener la economía y el empleo? Todo viene de John Maynard Keynes, quien, en el siglo pasado, salvó al capitalismo del avance de las ideas socialistas que pujaban por destruir el capitalismo, cuando a partir de 1929, se produjo la más grave crisis económica del sistema de libre mercado. Keynes desarrolló la siguiente teoría:

Cuando la desocupación involuntaria, la desutilidad marginal del trabajo es necesariamente menor que la utilidad de la producción (…) Si se acepta esto, el razonamiento anterior demuestra como los gastos «ruinosos» (wasterful) de préstamos pueden, no obstante, enriquecer al fin y al cabo a la comunidad. La construcción de pirámides, los terremotos y hasta las guerras pueden servir para aumentar la riqueza, si la educación de nuestros estadistas en los principios de la economía clásica impide que se haga algo mejor (…) Si la Tesorería dispusiera que se llenaran botellas viejas con billetes de banco, las enterrara a profundidad conveniente en minas abandonadas, que luego se cubrieran de escombros urbanos, y se dejara a la iniciativa privada, de conformidad a los principios del laissez-faire, la labor de desenterrar esos billetes (el derecho de explotar esos terrenos por medio de concesiones), la desocupación podría desaparecer, y teniendo en cuenta sus repercusiones, el ingreso real de la comunidad y su riqueza en capital probablemente rebasarían el nivel actual. Claro está que sería más sensato construir casas o algo semejante pero si existen dificultades políticas y prácticas para realizarlo, el procedimiento anterior sería mejor que no hacer nada6.

Guerra, construir pirámides, tapar y destapar minas abandonadas, lo importante era generar trabajo, aunque fuera completamente inútil, con tal que se reactive la economía y desaparezca el desempleo. Esta política funcionó a las mil maravillas, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, época de un enorme crecimiento económico y la desaparición del desempleo. El trabajo inútil ya no consistía en tapar y destapar minas abandonadas, sino en acortar deliberadamente la vida útil de toda la producción industrial, incluida las viviendas, que ya no duran cientos de años, como en siglos anteriores, sino solo algunas decenas de años, y así destruimos edificios enteros para volver a construirlos.

De todo lo anteriormente señalado, tendríamos que concluir que el origen del cambio climático está en las enseñanzas de Keynes, que instauró el trabajo inútil para generar el pleno empleo. En ello se equivocó Keynes, porque en vez de propiciar trabajo inútil, se habría logrado el mismo objetivo de pleno empleo, si hubiera postulado que se redujera sensiblemente la jornada de trabajo, a un tercio o la mitad de lo que era en ese tiempo, cuando la semana de trabajo sobrepasaba largamente las 48 horas.

Si realmente se quiere luchar contra el cambio climático, se debe prohibir la obsolescencia programada, y se debe reducir la semana de trabajo a 20 horas. Solución por cierto muy compleja, pero no imposible.

Notas

1 Naciones Unidas (ONU). Cambio climático.
2 BBC News. COP25: 3 claves del polémico nuevo acuerdo por el clima. Redacción de BBC News Mundo.
3 Naciones Unidas (ONU). ¿Por qué debe financiarse la acción climática?
4 A. Chassagne, G. Montracher: La fin du travail, Stock 1978, Pág. 107-109, traducción propia.
5 INSEE, M. Moutardier; M.Glude. Projection de la demande automobile pour 1980 et 1985. n° 64.
6 J.M Keynes, Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero, Fondo de Cultura Económica, México, 1971, Pág. 120, 121.