Los frailes franciscanos de la Custodia Santa Clara de Asís, que vienen trabajando desde hace más de 120 años en tierras africanas, han iniciado el proyecto Agropecuaria San Francisco sobre un campo de 206 hectáreas en la aldea de Jécua, en el centro de Mozambique, provincia de Manica, cerca de 80 km de la ciudad de Chimoio y a 5 km de la frontera con Zimbabue (Machipanda). El área está atravesada por la Ruta Nacional 6. La altitud varía de 600 a 1000 metros sobre el nivel del mar. Los suelos son ferralíticos, el color varía entre rojizo y amarillento. Según las perforaciones realizadas en la zona, la piedra arranca a los 13-14 metros de profundidad.

Tres hermanos franciscanos son los responsables del proyecto: Calisto Tinga, José Manuel Bambo y Jorge Alberto Bender Weidmann (los dos primeros, mozambiqueños y el P. Jorge, que es el promotor, argentino). El objetivo es instalar en el terreno una unidad de Producción Agropecuaria modelo y una Escuela profesional de referencia para toda la región, en base a dos grandes pilares: el desarrollo económico local y la educación de los habitantes de la zona.

El proyecto está dividido en áreas. La agraria comprende: una parcela para liches (10 hectáreas, ya están en el terreno); de macadamias otra (30 ha); un sector de paltas, mangos y cítricos (10 ha) y otros para producción hortícola (5 ha) y cereales (50 ha): maíz, soja y para elaborar la ración de los animales. Habrá también un viñedo (10 ha) para producir un vino de calidad y, de ser posible, vino de misa. En el sector destinado a viñedo está previsto hacer una perforación con bomba y paneles solares, con una torre para cinco tanques de cinco mil litros cada uno, y la posibilidad de agregar otros tres, si fuera necesaria más agua.

En el área pecuaria tienen previsto: 2 pocilgas modernas para 50 cerdas; 1 aviario para 2,000 pollos; 1 aviario para 5,000 ponedoras; 15 vacas (ahora tienen 12) para leche y derivados; cría de conejos, codornices. Piscicultura: 4 estanques para cría de tilapias (con espacio para abrir otros 8 más); 1 reserva (15 ha) para animales de pequeño porte: gacelas, liebres y para producción de miel. Y un sector para plantas medicinales, importante en la medicina tradicional de la zona (1 ha).

En cuanto a instalaciones necesarias, ya está prácticamente lista la residencia para los hermanos franciscanos y ahora el objetivo es construir: galpón para maquinarias; salón de producción; almacén de productos; cava para vinos y productos elaborados; recuperar tres diques para almacenar agua venida de la montaña; cuatro perforaciones con bombas y paneles solares (ya cuentan con dos); y dos molinos para harina de maíz. Otro importante objetivo es poner en marcha una escuela para formación agropecuaria y dos o tres cabañas para acoger turismo solidario y/o voluntariado, así como un pequeño restaurante que ofrezca comida con productos naturales de la zona.

Por lo que se refiere al equipamiento, gracias al empresario, escritor y mecenas argentino Alejandro Roemmers y varios amigos suyos, ya cuentan con tractor, arado, pala mecánica, sembradora, silos para almacenar cereal y una camioneta para el servicio de las visitas a las comunidades. Roemmers había iniciado ya hace algún tiempo su ayuda con la primera fase del proyecto, «Agua para todos», que consiste en dotar a la población de una planta potabilizadora, y una segunda contribución para comprar dos molinos (para soja y trigo), un motocultivador 7 hp dual y accesorios varios para labranza; instalación y equipamiento para granja de 120 gallinas ponedoras; pocilga para cerdos; y dos tolvas para harinas. Ahora precisan recursos para canalizar el agua de la montaña hacia tres represas que posee el terreno, para riego por aspersión, gota a gota y por gravedad: se trata de disponer de cuatro perforaciones (ya tienen dos).

En principio, los beneficiarios directos serán los 80 alumnos que asistan a la Escuela Agropecuaria y sus familias. Pero, como está concebida también como una escuela «itinerante», el objetivo es llegar a las once zonas que los franciscanos atienden pastoralmente, distribuidas en 74 pequeñas aldeas o comunidades. En cualquier caso, los cursos de formación estarán abiertos a toda la población del Distrito de Manica que tiene una población aproximada de 225,000 habitantes.

El P. Jorge Bender resalta la espiritualidad del proyecto («Nos acompañan cinco verbos como lema: sembrar, recoger, compartir, involucrar y restituir que expresan lo que deseamos realizar») y nos resume los principios inspiradores del mismo: Trabajo como fuente de realización y dignificación de las personas y las familias. La persona como sujeto de realización y construcción de su historia. Romper con la lógica de asistencialismos paternalistas, creando estructuras solidarias que permitan empoderar al hombre/mujer/familia. Favorecer el desarrollo y permanencia en el propio lugar para evitar la emigración a las grandes ciudades y otras naciones. La educación como elemento medular que posibilite a todos «desplegar alas». Fomentar la cultura del encuentro a partir de rostros e historias concretas. Corresponder a la visión de la cultura africana que da una particular relevancia a las relaciones interpersonales.

Otro problema por resolver es el de energía eléctrica: instalar un centro de transformación que permita disponer de corriente de calidad y que beneficie a las familias de la zona, así como construir un galpón (60x21 metros) para escritorios y lugar para formación, procesamiento de productos agrícolas y pecuarios, además de cámaras y conservadoras de los productos, y un galpón para maquinarias y talleres varios.

También hacen falta alambradas y cercos perimetrales para los distintos sectores y actividades (huerta, viñedo, frutales, cereales varios, zona de pastaje para los animales y área de reserva natural). Y no se olvidan los franciscanos, como encargados de animar y acompañar el proyecto, del voluntariado: el proyecto tendrá como principal protagonista a la comunidad local, pero quieren que sea también un espacio compartido por otras personas. «En el espíritu de invitar e involucrar a muchos, pensamos contar con los que llamamos ecoturismo, turismo voluntario y solidario», afirma el P. Jorge, que añade:

Para realizar este objetivo necesitamos construir dos cabañas que permitan albergar un grupo de 4-5 personas que puedan visitarnos y compartir con nosotros algunos días, aportar sus ideas, sus talentos, su mirada. Una cosa es escuchar la narración de una experiencia y otra es poder vivirla durante un espacio de tiempo, para compartir y celebrar la vida al ritmo de la cultura de este pueblo. Sin lugar a duda será una experiencia enriquecedora para nosotros y los que nos visiten.

Tiene muy en cuenta la comunidad franciscana el concepto de la ética africana Ubuntu, «soy porque somos», para pensar en plural y en constante vínculo con los demás. Y pretenden que, desde el principio, el proyecto se construya con valores humanos, cristianos y franciscanos inspirados en las Encíclicas del papa Francisco Laudatio Sí (como invitación a cuidar la madre tierra, nuestra casa común), y Fratelli Tuitti, como propuesta para construir vínculos más solidarios y fraternos. Además, se inspiran en los valores contenidos en el libro Regreso del Joven Príncipe, de Roemmers, que tienen una gran cercanía y coincidencia con la espiritualidad y valores presentes en las dos encíclicas de Francisco.

Pretenden también que el proyecto tenga una perspectiva de largo alcance y se pueda ir enriqueciendo con la incorporación de nuevas áreas productivas y, en un futuro no muy lejano, llegue a ser un ámbito especializado de formación agrícola que resulte de referencia para todo el país. Este objetivo puede estar más cerca gracias a la firma de un convenio de colaboración suscrito con la Fundación Agricolae Mundi, recientemente constituida en España, que se ha comprometido a facilitar el asesoramiento técnico que se precise y también diversos cursos de formación. Los Estatutos de esta entidad hablan de promocionar valores, tales como el respeto al medio ambiente, la colaboración para mejorar unas condiciones de vida más digna en sus comunidades, la promoción del asociacionismo agrario, etc.

El objetivo de Agricolae Mundi, según nos explica su presidente Miguel Agulló Velasco, es promover el desarrollo sostenible mundial, además de procurar el desarrollo profesional y técnico de los colegiados e impulsar el desarrollo de actividades científicas, técnicas, económicas, sociales y culturales relacionadas con la profesión de Ingeniero Técnico Agrícola y Graduado en Ingeniería Agrícola. «La Fundación quiere establecer cauces para aumentar su implicación y la de sus miembros, socios y voluntarios, en los ámbitos de la solidaridad y cooperación para el desarrollo», dice Agulló, por lo que este proyecto en Mozambique les viene «como anillo al dedo».

Entre los fines de la Fundación Agricolae Mundi figuran los siguientes: constituirse como punto de referencia del movimiento social que transforma el mundo rural y la agricultura local, con sistemas agrícolas sostenibles e integradores, dando a la mujer un protagonismo esencial en el desarrollo sostenible de la familia y la comunidad, incentivando la solidaridad, el respeto a los derechos humanos, la igualdad entre las personas y la democracia participativa. Promover y colaborar en el desarrollo de la soberanía alimentaria de los pueblos. Incrementar la productividad agraria, generando excedentes de explotación que puedan ser vendidos en el mercado. Desarrollar la agricultura local, mejorando la gestión y la conservación de sus recursos naturales, reduciendo el empleo de insumos externos, respetando, mejorando y valorizando los sistemas tradicionales de producción. Establecer programas de divulgación de los conocimientos locales adquiridos y trasladarlos a otras comunidades u organismos, potenciando su difusión entre agricultores. Participar en el fortalecimiento del tejido social en los países del norte y del sur.

Asimismo, pretenden desarrollar la protección y defensa de la naturaleza y el medio ambiente mediante el fomento de su conocimiento, promoción y divulgación. Colaborar con cuantas personas e instituciones, públicas o privadas, actúen en dichos campos, prestando especial atención a la gestión de los recursos naturales y la biodiversidad. Incentivar, mediante estudios, proyectos, actuaciones y actividades concretas, una relación más equilibrada y de amplia complementariedad entre el mundo rural y el urbano. Dedicar una especial atención a la población juvenil mediante la formación especializada para agricultores y futuros profesionales del medio rural y agrario en cooperación internacional, agricultura integrada, desarrollo rural sostenible, saberes tradicionales y capacitación de los jóvenes.

Contemplan igualmente los fines fundacionales de Agricolae Mundi realizar una política de género, favoreciendo la incorporación de la mujer como líder de las explotaciones familiares. Formar y divulgar, especialmente en el sector universitario, los grandes desafíos que presenta la agricultura en el siglo XXI respecto a la ordenación del territorio, la biodiversidad, la agricultura integrada, los sistemas de producción, la calidad alimentaria y la educación de los consumidores. Favorecer la extensión de conocimientos y buenas prácticas en las zonas de influencia de los agricultores formados. Fomentar el asociacionismo agrario, introduciendo desde el primer momento el trabajo en grupos, explotaciones colectivas, aprovisionamientos en mejores condiciones, mercadeo más favorable, etc.

Por otra parte, tratarán de incidir y sensibilizar a la población sobre otros temas de interés para los titulados agrícolas: incentivar la solidaridad, el respeto a los derechos humanos, la igualdad entre las personas y la democracia participativa. Promover y colaborar en el desarrollo de la soberanía alimentaria de los pueblos. Incrementar la productividad agraria, generando excedentes de explotación que puedan ser vendidos en el mercado. Desarrollar la agricultura local, mejorando la gestión y la conservación de sus recursos naturales locales, reduciendo el empleo de insumos externos, respetando, mejorando y valorizando los sistemas tradicionales de producción. Establecer programas de divulgación de los conocimientos locales adquiridos y trasladarlos a otras comunidades u organismos potenciando su difusión entre agricultores. Participar en el fortalecimiento del tejido social en los países del norte y del sur.

Los fines de la Fundación incluyen también aspectos fundamentales para acompañar el proyecto de Mozambique: impulsar centros de capacitación, que dispondrán de pequeños campos de experimentación donde se verifiquen los resultados (cultivos, de semillas y de métodos), con el objetivo de replicar aquellos que funcionen con éxito. Y promover la horticultura para mejorar y diversificar la alimentación familiar a través de la explotación de pequeños huertos.